La vida en La Masía se volvió cada vez más intensa para Martina. Los días se sucedían entre entrenamientos, clases y momentos de convivencia con sus compañeros.
Había formado lazos profundos con Laia, Pau, Héctor y, por supuesto, con Marc, aunque ese vínculo tenía una mezcla de competencia y algo más difícil de descifrar.
Cada vez que estaban en el campo, la rivalidad entre Marc y Martina se hacía evidente. A pesar de ser amigos, él la desafiaba en cada jugada, y ella respondía con la misma intensidad. Todos en La Masía parecían notarlo, y no faltaban las bromas al respecto.
Entrenamiento y tensión
Una tarde, el entrenador organizó un partido interno para evaluar el progreso de cada jugador. Martina fue asignada al equipo opuesto al de Marc, y en cuanto ambos se dieron cuenta, intercambiaron miradas competitivas.
Era evidente que los dos pensaban en ganar.
Durante el partido, Marc fue aún más agresivo en sus intentos de quitarle el balón, y Martina se esforzaba al máximo para esquivarlo.
En una jugada particularmente intensa, él intentó interceptarla y, sin querer, terminaron chocando y cayendo al césped. Martina soltó una risa entre dientes mientras ambos se incorporaban.
—¿Todo bien, Álvarez? —preguntó Marc, mirándola con una mezcla de burla y preocupación.
—Perfectamente, Cubarsí. Si estás preocupado, me basta con que te esfuerces más —respondió Martina, con una sonrisa desafiante.
—Ten cuidado con lo que deseas —murmuró él, sonriendo con esa expresión que tanto la desconcertaba.
El partido continuó, y ambos siguieron jugando con esa intensidad que ya se había vuelto su marca personal. Cada pase, cada movimiento, se convertía en una pequeña batalla entre ellos.
Después del partido
Al finalizar el entrenamiento, todos los jugadores se reunieron en el vestuario, agotados y llenos de barro, pero contentos por el trabajo hecho. Martina se sentó en un banco, quitándose las espinilleras mientras escuchaba las bromas y las risas de sus compañeros.
De repente, notó que Marc se acercaba y se sentaba a su lado. Ambos permanecieron en silencio un instante, dejando que la tensión del juego se disipara.
—Has mejorado, Martina. No fue tan fácil quitarte el balón hoy —comentó Marc, dándole una suave palmada en la espalda.
Martina sonrió, divertida por su tono de aprobación.
—¿Qué pasa? ¿Esperabas que fuera fácil? —bromeó, alzando una ceja.
Él rio, sacudiendo la cabeza.
—Sabía que no lo sería, pero tengo que admitir que me haces esforzarme... más de lo que esperaba.
Martina sintió su corazón latir un poco más rápido. Había algo en la forma en que Marc la miraba, que le resultaba desconcertante.
—Eso es bueno, ¿no? —preguntó ella, buscando su mirada—. Así los dos mejoramos.Él asintió y luego, inesperadamente, su expresión se suavizó.
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Los límites (Marc Bernal)
RomanceIntroducción Martina Álvarez Gijón tiene diecisiete años y una pasión inigualable por el fútbol. Desde los tres años, su vida ha girado en torno a este deporte, y ahora, con una oportunidad única entre manos, está a punto de cumplir un sueño: ingres...