Era el fin de semana después de una semana de entrenamientos intensos. Aunque La Masía siempre estaba llena de actividad, esta vez se respiraba una atmósfera diferente. El equipo tenía un merecido descanso, un par de días sin entrenamientos, sin presiones. Y aunque Martina había estado esperando ese momento con ansias, una parte de ella no podía dejar de sentirse inquieta. Algo había cambiado entre ella y Marc, y no sabía cómo procesarlo.
Laia, como siempre, se mostró entusiasta. Había planeado pasar el fin de semana con ella, saliendo a dar una vuelta por la ciudad, disfrutando de una noche tranquila. Martina, sin embargo, no tenía muchas ganas de salir. Después de todo lo que había pasado, el beso de la tarde anterior seguía rondando en su mente. ¿Qué significaba todo eso? ¿Qué debía hacer con los sentimientos que despertaba en ella?
—Vamos, Martina, no puedes quedarte aquí todo el fin de semana, ¿vale? ¡Hace falta despejar la cabeza! —insistió Laia, con su característica energía.
—Lo sé, pero necesito un poco de tiempo para mí —respondió Martina, con una sonrisa tímida.— Me quedo en La Masía a descansar.
Laia no insistió más, pero le lanzó una mirada significativa.
—Tú sabrás —dijo antes de salir de la habitación.
Mientras Laia se preparaba para salir con sus amigos, Martina decidió quedarse. Se acomodó en su cama, buscando distraerse con alguna película, pero su mente no paraba de girar. Pensaba en Marc, en el beso que habían compartido, en cómo se sentía tan cerca de él, pero también tan confusa. No sabía si podía confiar en lo que estaba sucediendo entre ellos o si debía distanciarse.
El tiempo pasó rápido y cuando comenzó a hacerse tarde, se recostó en la cama, mirando al techo sin saber qué hacer con sus pensamientos. Fue entonces cuando, de repente, su teléfono vibró. Un mensaje de Laia. Martina levantó el celular con una mezcla de curiosidad y ansiedad, pero lo que leyó la dejó paralizada.
"¿Sabías que Marc se besó con otra chica en la discoteca esta noche? Lo vi en las historias de sus amigos. Parece que no le importa lo que pasó ayer..."
Martina sintió que todo el aire se le escapaba de los pulmones. Su primer impulso fue no creerlo. Era Marc, ¿verdad? El mismo Marc que había sido tan cercano con ella, el mismo que le había dicho que no quería complicar las cosas. Pero el mensaje de Laia era claro. Había fotos, historias en redes sociales, que confirmaban lo que ella había temido.
De repente, el ruido de la puerta de su habitación interrumpió sus pensamientos. Era Laia, que entraba con una sonrisa traviesa en el rostro.
—¿Y qué? ¿Te lo ha dicho ya? —preguntó, sin rodeos.
Martina se quedó en silencio, mirando a Laia. No sabía qué decir, cómo expresar lo que sentía. Una mezcla de enojo, tristeza y confusión la invadió.
—¿Cómo... cómo puede hacerme esto? —preguntó, más para sí misma que para Laia.
Laia se sentó junto a ella en la cama y la miró con seriedad.
—Martina, no te lo tomes tan a pecho. Marc no te debe nada, y por lo que parece, no está buscando algo serio. Puede que tú esperes algo diferente, pero si no lo dejas claro, estas cosas pasan.
Martina tragó saliva, sintiendo cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Había sido tan tonta al pensar que lo que había entre ellos podía ser algo más. Se sintió estúpida por haberle dado tanto valor a un beso, cuando él claramente no le había dado la misma importancia.
—No sé qué pensar... —musitó, mientras una lágrima caía por su mejilla.
Laia la abrazó, intentando consolarla, pero sabía que las palabras no serían suficientes.
—Mira, Martina, lo que pasó anoche en la discoteca es solo una noche. No dejes que eso te haga sentir menos. Si Marc no sabe lo que quiere, entonces tú debes hacer lo mismo: concentrarte en ti misma, en lo que te hace feliz. No te dejes llevar por lo que los demás hagan. Tú eres mucho más que un beso.
Martina asintió lentamente, aunque las palabras de Laia no lograban calmar la tormenta que sentía en su interior. No podía entender cómo había llegado a este punto, cómo algo que había comenzado con tanto potencial había terminado en confusión.
Esa noche, Martina se quedó en su habitación, mirando la pantalla de su teléfono, evitando ver las historias de las redes sociales que mostraban a Marc disfrutando en la discoteca, besándose con otra chica. No quería verlo, no quería sentir que su mundo se desmoronaba. Pero en el fondo, sabía que debía dejar ir lo que no podía controlar.
Al día siguiente, Laia volvió a la Masía con una actitud completamente diferente. Había estado de vuelta a la mañana, pero notó que Martina seguía visiblemente afectada.
—Oye, ¿todo bien? —preguntó Laia, con una mirada de preocupación.
Martina le sonrió débilmente, tratando de parecer más fuerte de lo que realmente se sentía.
—Sí, solo... necesito tiempo para procesarlo, ya sabes —respondió con un suspiro.
Laia, siempre perceptiva, la miró un segundo, antes de hablar de nuevo.
—Sé que te duele, pero no dejes que eso te haga dudar de ti misma. Tienes un futuro increíble aquí. El fútbol debe ser lo que te enfoque ahora, ¿vale?
Martina asintió, aunque en el fondo sabía que las emociones aún no se habían disipado. El fútbol, por ahora, sería su refugio, pero algo dentro de ella sabía que lo que había ocurrido con Marc no se olvidaría tan fácilmente.
El fin de semana pasó, y aunque Laia intentó animar a Martina, la verdad era que todo lo que sucedía la hacía sentir más distante de Marc. No podía evitar pensar en la forma en que él había tomado esa decisión, en cómo él había seguido adelante tan fácilmente, mientras ella todavía estaba atrapada en sus propios sentimientos.
A partir de ahora, tendría que decidir cómo seguir adelante, sin dejar que la confusión y el dolor controlaran su vida. Pero una cosa estaba clara: ya nada sería igual entre ellos.
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Los límites (Marc Bernal)
Lãng mạnIntroducción Martina Álvarez Gijón tiene diecisiete años y una pasión inigualable por el fútbol. Desde los tres años, su vida ha girado en torno a este deporte, y ahora, con una oportunidad única entre manos, está a punto de cumplir un sueño: ingres...