Ni siquiera nos tomamos un café antes de bajar al congreso que, por suerte para mi debilidad post resaca, se celebra en el mismo hotel en el que se aloja David. Maite nos espera impaciente en el hall de entrada. Lleva su acreditación colgada al cuello y me extiende la mía en cuanto llego. Se disculpa con mi jefe por no tener la suya preparada. Él acepta las disculpas y se larga.
—Hay que reconocer que tiene tremendo culo—dice Maite, de forma tan impropia para lo dulce que es.
—Y eso que con la chaqueta no se le ve.—En vez de reprenderme, Maite se ríe conmigo. Por suerte, aunque charlamos un rato largo, solo me pregunta por mi resaca.
Las charlas son un tostón. Entre mi debilidad y mi parco inglés, no consigo conectar del todo, así que me pierdo en mis pensamientos sobre David. Lo íntimo que fue despertarnos juntos, lo cerca que estábamos. Dijo que no estaría mejor en ningún otro lugar que en su habitación. Desde el principio quería que durmiésemos juntos. Igual ni siquiera había hecho una segunda reserva. Aunque eso sería demasiado retorcido, ¿no?
En el descanso, Pedro nos saluda entusiasmado, dándonos un abrazo a ambas.
—Chicas, ¡qué bien veros!
—¿Qué os están pareciendo las ponencias?—David siempre tan perfecto a la hora de salir del paso de cualquier situación. Pero Pedro le interrumpe.
—Anda ya, no vamos a hablar de eso. Vamos a seguir con nuestra conversación.—Las otras chicas ríen. Pedro nos las presenta, antes de continuar y prosigue—Estábamos debatiendo cuando es un buen momento para irse a vivir en pareja, y hay cierta unanimidad en que un año está bien. Aunque David cree que antes.
—¿Vosotras cuánto esperasteis?.—Pregunta una de las chicas. Me inquieta que nos lo pregunten tan directamente.
—Yo tardé unos cinco años, pero para nada. Duramos pocos meses después de eso.—respondió Maite con una sonrisa triste.
—Vaya, lo siento mucho.—Dijeron las chicas, con simpatía.
—Qué va. No pienso en ello.
—¿Y tú, Alba? ¿Has vivido con alguna pareja? ¿Cuánto esperaste?—La pregunta me tomó por sorpresa.
—Sí, bueno...no recuerdo. ¿Siete meses? Algo así.
—Entonces eres del equipo de David. Fue lo que esperaste con tu anterior novia, ¿no?—lógicamente, es lo que esperamos ambos. ¿Quizá nos precipitamos?
Trago saliva cuando David asiente. Por suerte, no le parece oportuno añadir nada más.
—Entonces, con Lola, no tardarás en convivir. Lleváis más o menos lo mismo.—Siento que algo se quiebra en mi interior.
—Sí. No tardaremos—responde David, evitando mi mirada.
Me rompo. En mil pedazos. Maite parece darse cuenta, porque de pronto está poniendo una excusa para que volvamos al interior del salón de actos. Aunque no lo hacemos.
Con Lola. ¿Quién coño es Lola? Se le ha olvidado mencionarla esta mañana cuando estaba en su cama. El sonido de la voz de mi amiga me llega lejano y me dejo arrastrar por ella al baño, donde nos metemos a una de las cabinas. Siento la preocupación en su voz, que no deja de acariciarme y darme besos. Con Lola. Lleva con Lola el mismo tiempo que llevaba conmigo cuando nos fuimos a vivir juntos. Con otra persona. Con alguien que no soy yo.
Siete meses significa que David ya estaba con ella el viernes de marras. Que me sedujó. Que me besó. Estando con otra persona. Ahora entiendo por qué se comportó como un imbécil conmigo durante las dos semanas siguientes. Pero luego me acompañó a casa. Eso tenía que significar algo ¿no? ¿Cuáles fueron sus palabras? No quiero que vuelvas sola. Mierda. Menudo paternalismo. ¿Había romantizado el paternalismo? Había romantizado un paternalismo. Si es que hasta para eso era patética.
Y lo de esta noche, pues...a saber. Su paternalismo, de nuevo. Quizá piense que no me sé valer por mí misma. Tampoco es que haya dado muchas pruebas de lo contrario.
Al salir del baño, Pedro nos espera en la puerta. Le pide a Maite que nos deje a solas, y ella asiente antes de irse.
—Alba, siento mucho haber sacado ese tema. No quería incomodarte. —Sus ojos reflejan genuina preocupación.
—No te preocupes, Pedro. Está bien—respondo, tratando de mantener la calma. Entre nosotros se extiende un silencio que rompo con algo que hace tiempo que querría preguntarle y me ronda desde que hizo la pregunta—¿Crees que David y yo nos...precipitamos? ¿Que tomamos esa decisión muy rápido?
—¿La de dejarlo o la de vivir juntos?
—La de vivir juntos—Pedro asiente. Parece querer escoger bien sus palabras.
—Lo tuyo con David fue muy rápido, en general.—Su silencio me dice que se va a guardar la opinión sobre el otro asunto. —¿Sabes que fui yo el primero en fijarme en ti? Le dije a David que eras...bueno, le dije a David que me parecías muy guapa. Que eras una tía con la que se podía hablar, rápida de cabeza, divertida... Y mira, al final acabó por darme la razón. Entiendo perfectamente que David no haya podido pasar página.
Creo que mi corazón se ha saltado uno o dos latidos. Respiro profundamente tratando de que mis emociones no se desborden ante toda esa información.
—A veces me pregunto si las cosas podrían haber sido diferentes—mi voz es apenas un susurro.
—No creo que merezca la pena darle vueltas. David es un buen amigo...y creo que de verdad los dos merecéis ser felices.
—Gracias, Pedro. De verdad—le abrazo.
—No hay de qué, Alba. Me alegro de haber aclarado las cosas—y sus palabras parecen sinceras, porque me estrecha entre sus brazos.
Me aparto y me quedo allí varada, asimilando todo. Demasiado para procesarlo todo a un tiempo. Creo que Pedro solo trata de ser amable. Está claro que David sí ha podido pasar página. No sé qué pensar, qué hacer. Tampoco quiero que Maite se preocupe más por mí.
Mi teléfono vibra.
Es un mensaje del susodicho.
"¿Podemos hablar? Mañana, en el hotel, antes del congreso."

ESTÁS LEYENDO
No te enamores de tu jefe [+18]
Romance¡¡¡¡OJO!!!!! ¡NO TE ENAMORES DE TU JEFE! TE PUEDE PARTIR EL CORAZÓN...DE NUEVO. Pero, ¿qué pasa si eres la única oportunidad de salvar su puesto de trabajo? Me llamo Alba, tengo casi 27 años y oculto un oscuro secreto...aunque ese secreto está a pun...