Hola soy Alba, tengo casi 27 años y aquí estoy, llegando tarde a la oficina, después de que una serie de desdichas desafortunadas me hayan llevado a retrasarme uno de los días más importantes de mi vida laboral. Hoy por fin conoceré al nuevo jefe. Y aquí estoy, tratando de causar buena impresión (modo irónico, obviamente).
Llego con la lengua fuera a la oficina. Los 10 minutos de peinarme frente al espejo se han echado por la borda. La historia de mi vida, desgraciadamente.
Además, la luz ya se ve en el antiguo despacho de mi jefa. Hay alguien dentro. Llamo y entro despreocupada.
—Adelante —dijo una voz que no era la de ella.
Mi corazón dio un vuelco.
—Te estarás preguntando qué hago aquí—dijo el hombre sentado en frente de mí,
David, el jefe del área 3 de la planta 8, es joven, atractivo y, a veces, incluso amable. Con dos cervezas encima, hasta gracioso. E irresistiblemente atractivo en traje.
—¿Ahora también lees la mente? —respondo con sarcasmo, quizá con más confianza que la que debería. Pero es que así es como nos tratábamos antes—. No es el mejor momento para hablar de...
—No es eso —me interrumpe, esbozando una sonrisa que iluminó sus ojos verdes. Esa sonrisa que tiene el poder de desarmarme—. Alba, siento ser yo el que te lo diga pero allá va: están a punto de despedirte.
Genial, otra medalla que puedo colgarme yo solita.
—Bueno, estarás deseándolo. Así, por fin, puedes perderme de vista—respondo.
—De hecho, no. Vamos a empezar a trabajar juntos.
Siento mi pulso acelerarse. ¿Es este otro de sus juegos maquiavélicos?
—¡Ni lo sueñes!
David se inclina hacia adelante y su sonrisa se vuelve más fría y calculadora. Siento un calor familiar recorrer mi cuerpo.
—Alba, no creo que tengas muchas opciones. Sabes que tengo el poder suficiente para hacer de tu vida un infierno.
Resoplo. Desde luego, hay cosas que no cambian.
—¿Me estás amenazando? —pregunto, tratando de ponerme a su nivel.
—Llámalo como quieras. Pero si decides no ayudarme, te aseguro que te arrepentirás —susurra con su peligrosa.
—¿Y qué gano yo con esto? —pregunto, tratando de ganar tiempo.
—¿Aparte de mantener tu trabajo? Una mejora salarial. He mirado tus últimas nóminas y, sabiendo qué pagas de piso, no te vendría nada mal.—David y su actitud paternalista hacia mí. Como si no supiese cuidarme sola.—Tómatelo como una oportunidad, como un ascenso.
Me quedo en silencio, considerando sus palabras.
—No sé si tienes muchas más opciones.—Insiste él.
Su cercanía me hace difícil pensar con claridad.
—Mi respuesta sigue siendo la misma.—Me levanto con la cabeza bien alta. —No. Pero gracias por preocuparte por mí.
Espero que David vea otra vez lo que está perdiendo. Pero David es un hombre persistente. Para lo que le interesa. Lo sé bien.
—12 Semanas—dice él, captando mi atención.—. Dame 12 semanas solo. Y en cualquier momento puedes echarte atrás. Después desapareceré de tu vida.
Medito un momento lo que está proponiendo. 12 semanas no es mucho. Es menos de lo que tardé en enamorarme de él.
—Está bien, David. Pero con una condición: no quiero que nuestra relación personal interfiera en esto.—digo, tratando de sonar firme. Espero poder convencerme a mí misma de esto.
David asiente y su expresión se suaviza ligeramente. Mis ojos se desplazan involuntariamente hacia sus labios.
—Solo trabajo, nada más. Lo del viernes no va a volver a suceder. Puedes estar tranquila.
Sus palabras me hieren un poco, pero trato de no darle vueltas. El trabajo es trabajo. 12 semanas no es mucho tiempo. Sin embargo, mientras salgo de la oficina, no puedo evitar preguntarme si realmente podré mantener mi promesa de no dejar que lo personal interfiera.
David y yo no sabemos como estarnos quietos.
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No te enamores de tu jefe [+18]
Romance¡¡¡¡OJO!!!!! ¡NO TE ENAMORES DE TU JEFE! TE PUEDE PARTIR EL CORAZÓN...DE NUEVO. Pero, ¿qué pasa si eres la única oportunidad de salvar su puesto de trabajo? Me llamo Alba, tengo casi 27 años y oculto un oscuro secreto...aunque ese secreto está a pun...