El día comenzó con la rutina habitual: las reuniones, las llamadas, los correos electrónicos. Pero hoy tenía un plan diferente. Después de mucho pensarlo, decidí que el tiempo de estar atrapados entre la rutina de negocios y las formalidades había terminado. Necesitaban algo diferente. Algo... espontáneo.
—Hoy vamos a un parque de diversiones. —Le dije a Nícolas con una sonrisa traviesa, entrando a su oficina.
Nícolas levantó la vista de los papeles, completamente confundido. —¿Un parque de diversiones? ¿De verdad?
—Sí, lo sé, no es el lugar donde te vería normalmente, pero hoy va a ser diferente. Vamos a olvidarnos de todo lo demás. —Respondí, con una mezcla de entusiasmo y desafío.
Nícolas me observó por un momento, como si estuviera buscando una trampa en sus palabras. Finalmente, suspiró. —¿Y por qué no? Un parque de diversiones no va a matarme.
La expresión de él era más que una simple aceptación, parecía que intentaba convencerse a sí mismo de que podía disfrutarlo. Le lance una sonrisa de triunfo.
Al llegar al parque, no pude evitar sentirme emocionada. Las luces brillaban, la música vibrante se escuchaba por todos lados y la gente reía mientras corría de una atracción a otra. Niños, adultos, parejas, todos compartían un aire de libertad y alegría que, para ella, era como un respiro.
Nícolas, en cambio, caminaba a su lado con una expresión algo reservada, mirando todo con una mezcla de curiosidad y escepticismo. No estaba acostumbrado a lugares como este, pero al ver a Belle tan animada, decidió no amargarse el día.
—¿Por dónde empezamos? —Pregunté, mirando todas las opciones disponibles. Montañas rusas, ruedas de la fortuna, casas del terror... El parque estaba lleno de opciones.
—Creo que la montaña rusa no es lo mío, pero... —Nícolas miró la rueda de la fortuna y, por un momento, se permitió una ligera sonrisa—. ¿Qué tal eso?
Belle lo miró, sorprendida de que eligiera algo tan... civilizado. —¿La rueda de la fortuna? ¿Estás seguro de que no prefieres algo más intenso?
Nícolas le lanzó una mirada fulminante. —No todos necesitamos emociones extremas todo el tiempo.
Belle se rió, aceptando el desafío. —Vamos entonces.
La rueda de la fortuna giraba lentamente, llevándolos más y más alto. A medida que subían, Belle sentía el aire fresco en su cara y una sonrisa se dibujaba en sus labios. Miró a Nícolas, que estaba a su lado, con una expresión algo seria pero curiosa.
—No es tan malo, ¿verdad? —Comenté, mirando al horizonte.
Nícolas asintió, pero no pudo evitar mirar de reojo cómo Belle disfrutaba del momento. De alguna forma, su actitud relajada y alegre lo hacía sentir... fuera de lugar, pero también algo más cómodo.
—Supongo que no. Aunque las alturas no son mi cosa favorita. —Respondió con un tono que no era ni muy serio ni muy juguetón, pero que denotaba algo de honestidad.
De repente, la rueda alcanzó su punto más alto y Belle soltó una pequeña exclamación de sorpresa. —¡Mira esa vista! —Dijo, señalando la ciudad que se veía a lo lejos.
Nícolas la miró, y por un instante, sus ojos se encontraron. Algo en ese momento hizo que ambos se quedaran en silencio. No era el lugar ni el momento, pero la mirada que compartieron parecía cargar con una intensidad sutil. Después de unos segundos, Nícolas volvió a mirar hacia adelante, su rostro serio, como si quisiera deshacerse de cualquier pensamiento que pudiera haber surgido.
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Boda de Intereses
RomanceBelle Wall, heredera de las poderosas Empresas Wall, se prepara para una boda que unirá a dos de las familias más influyentes de Nueva York: los Wall y los Calvin. Sin embargo, en el día más importante de su vida, su prometido, Matthew Calvin, desap...