Cumpleaños feliz

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El día comenzó como cualquier otro. La alarma sonó a las siete de la mañana, y cuando me estiré para apagarla, la cama a mi lado estaba vacía. Nícolas ya se había levantado, como siempre. No era una sorpresa; era su rutina.

Pero hoy no era un día cualquiera. Hoy era mi cumpleaños.

Me quedé unos minutos en la cama, mirando el techo, esperando algún mensaje, alguna señal, algo que indicara que él recordaba la fecha. Pero el silencio fue todo lo que recibí. Dejé escapar un suspiro y me levanté, diciéndome a mí misma que no tenía sentido esperar nada.

En el comedor, me recibió una taza de café preparada por la cocinera, junto con un mensaje corto de Nícolas en mi teléfono:

"Prepárate. Tenemos un vuelo a las 10:00. Es un viaje de negocios importante."

Fruncí el ceño. ¿Un viaje de negocios? ¿En mi cumpleaños? Sentí cómo un nudo se formaba en mi pecho, pero lo ignoré. No debía permitir que esto me afectara. Es solo un día más, me repetí.

—Se suponía que sería diferente... —murmuré para mí misma mientras subía a alistarme.

La primera parte del día transcurrió lentamente. Empaqué una maleta con ropa básica, suponiendo que el viaje sería corto y enfocado en negocios. En el coche, Nícolas estaba tan serio y concentrado como siempre, revisando documentos en su tableta mientras el chofer nos llevaba al aeropuerto.

Intenté distraerme mirando por la ventana, pero mi mente no paraba de regresar al hecho de que él ni siquiera había mencionado mi cumpleaños. Ni una palabra, ni un gesto. Nada.

En el jet privado, el ambiente no mejoró. Él seguía sumido en su trabajo, y aunque yo quería confrontarlo, algo en su actitud me detuvo.

—¿A dónde vamos exactamente? —Pregunté, rompiendo el silencio.

—A una reunión con un cliente clave. Necesitamos cerrar un trato importante. —Su respuesta fue directa, como siempre, sin una pizca de emoción.

Me recosté en mi asiento, frustrada. Había aceptado que nuestro matrimonio no era más que un contrato, pero una pequeña parte de mí había esperado algo más hoy. Algo que me hiciera sentir especial.

Cuando aterrizamos, me preparé para un día largo y aburrido lleno de reuniones. Sin embargo, al bajar del avión, lo primero que noté fue el cambio en el aire. Era cálido, con un aroma salado y fresco que me recordó a las vacaciones que solía tomar con mi familia cuando era niña.

Miré a mi alrededor, confundida. Estábamos en una pista privada junto a un paisaje que parecía sacado de una postal tropical. Palmeras, arena blanca, y el sonido distante del océano.

—¿Esto... es un error? —Pregunté, mirando a Nícolas.

Él esbozó una ligera sonrisa, una que rara vez mostraba. —No hay error.

Mis cejas se fruncieron. —¿Qué estamos haciendo aquí? Pensé que era un viaje de negocios.

—Técnicamente lo es, si consideramos cerrar un trato contigo como parte del plan. —Su respuesta, ambigua pero intrigante, me dejó atónita.

—¿Qué quieres decir?

—Es tu cumpleaños, Belle. No iba a olvidarlo. —Su tono era sencillo, pero sus palabras me golpearon con fuerza.

Me llevó a un complejo privado junto a la playa, un lugar que superaba cualquier expectativa que pudiera haber tenido. La villa era un sueño: paredes de vidrio que dejaban ver el océano, una piscina infinita, y una cama decorada con pétalos de flores.

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⏰ Last updated: 2 days ago ⏰

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