Capítulo 12.

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Mientras se dirigían hacia la escuela donde Sigewinne seguramente ya estaba esperando la llegada de su hermano, Neuvillette terminaba de procesar todo lo que escuchó antes de que caminaran de regreso hacia su automóvil. Tal vez era difícil darse cuenta por su expresión facial tan seria, pero la historia del pelinegro lo dejó impresionado, aunque no tanto como la fortaleza del mismo.

El abrazo que le dio a Wriothesley no tuvo una única intención de ofrecerle consuelo o de ser compasivo con él, esperaba que no se hubiera malinterpretado. Las palabras que le dedicó fueron sinceras y no podía hacer más que desear que el menor se hubiese dado cuenta de ello.

—Ah... Sólo quiero estar seguro de que entendí —la voz de Wriothesley interrumpió sus pensamientos.

—¿Qué cosa?

—Bueno, ya escuchaste sobre mi pasado —aún le parecía difícil creer que se había atrevido a contarle todo al mayor.

—Sí...

—Sabes que hace algunos años me consideraron un criminal y tuve que vivir en una correccional de menores, aunque al final fue posible demostrar que soy inocente.

—Sí —repitió—, lo sé.

—Y aun así... ¿No te molesta seguir... cerca de mí, pasar tiempo conmigo y eso?

Neuvillette rio de manera simpática. Tenía sentido que Wriothesley expresara una inseguridad así, nadie podría culparlo por tener incluso algo de miedo.

—Decir que no me molesta se quedaría corto —le dio su respuesta con una sonrisa, deteniéndose a tan sólo una calle de su destino—. Me gusta pasar tiempo contigo, Wriothesley. Además, lo que dijiste cuando estábamos descansando en la sombra fue muy lindo, me dejaste sin palabras. No tenía ni idea de que te daba una sensación reconfortante.

—No sabes cuánto me tranquiliza escucharte decir eso.

—¡Y todavía hay más! Es obvio que tenemos que seguir cerca el uno del otro, no creas que ya se me olvidó que me debes costillas bañadas con tu salsa especial y secreta.

—¡Ah! Por supuesto.

—Sin prisas.

El pelinegro por fin también le sonrió. Se había imaginado que ocurriría lo peor después de traer su dolorosa verdad a la superficie, pero le daba gusto haberse equivocado.

Wriothesley le pidió a Neuvillette que se quedara esperando ahí para sorprender a Sigewinne, aunque lo que en realidad deseaba más que nada era evitar que el mayor escuchara todo lo que los padres de familia murmuraban acerca de él.

—No tardaré.

—Está bien. Mientras regresas, yo... supongo que arreglaré mi cabello —decidió con un solo vistazo que dio a su reflejo en el espejo retrovisor—. La caminata cerca del mar lo desordenó un poco.

—¿Tú crees? Te ves muy bien —pensó en voz alta y se bajó del vehículo en medio segundo, como si quisiera huir, mas no arrepentirse de las palabras que recién habían salido de su boca.

Sigewinne se emocionó cuando vio a Neuvillette y al instante quiso saber si él cuidaría de ella ese día o si los tres estarían juntos para compensarla por el domingo que perdieron, aunque no se podía quejar tanto de éste, pues había disfrutado mucho de su tarde de chicas con Lumine y todavía admiraba de vez en cuando el bonito esmalte color rosa pálido que la rubia puso en sus uñas.

Wriothesley le explicó a la pequeña que Neuvillette solamente había pasado a saludar y que él volvería a su trabajo en Epíclesis tan pronto como la dejara con Lumine.

Cerca de ti | WrioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora