𝐀𝐥𝐠𝐨 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐬 | 𝐇𝐄𝐂𝐓𝐎𝐑 𝐅𝐎𝐑𝐓

𝟎𝟒. 𝐋𝐀 𝐈𝐃𝐀

「 ✦  𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟒 ✦ 」
⌗ 𝘭𝘢 𝘪𝘥𝘢!

• 𝘔𝘢𝘪𝘢. 𝘫𝘶𝘯𝘪𝘰. 𝟤𝟢𝟤𝟦.

El domingo amaneció gris, como si el cielo mismo supiera que estaba a punto de dejarlo todo atrás. La decisión de mudarme a Barcelona o quedarme en Girona me rondaba la cabeza sin parar. Desde que Mónica y Sergio me propusieron trabajar con ellos cuidando a Marc, cada parte de mí estaba dividida entre la comodidad de lo conocido y la necesidad de algo nuevo. Apenas había dormido, pensando en todas las implicaciones de irme o quedarme. Sabía que, antes de hacer nada, tenía que hablar con mi papá.

La cocina olía a café recién hecho cuando bajé, y mi papá ya estaba ahí, en pijama y con su taza en la mano, mirándome con la tranquilidad de siempre , sin saber que hoy iba a escuchar algo que quizás no estaba listo para aceptar.

—¿Tienes un rato para hablar, papá? —pregunté, tratando de sonar casual, aunque la ansiedad se me escapaba en la voz.

Él asintió, dejando la taza en la mesa y mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Claro, hija. ¿Qué pasa?

Respiré hondo y le conté lo que Mónica y Sergio me habían ofrecido. Las palabras me salieron atropelladas, como si al decirlo en voz alta, yo misma estuviera dándole forma a algo que había mantenido guardado dentro de mí. Cuando terminé, sentí un peso menos, pero también el miedo de no saber cómo reaccionaría él.

Mi papá se quedó en silencio, mirando el suelo mientras procesaba todo. Luego, levantó la vista y me miró, sus ojos llenos de comprensión, pero también con una nostalgia que me partió el alma.

—Maia, sabes que te apoyo en todo. Estás lo suficientemente grande para tomar tus propias decisiones. —Hizo una pausa, suspirando—. Pero eres lo único que me queda. Sé que no estarás tan lejos, pero... es otra ciudad, Maia. No sé si estoy listo para verte ir.

Sus palabras me golpearon profundamente, y al ver la tristeza en su rostro, me di cuenta de cuánto significaba para él mi presencia. Sin decir nada, me acerqué y lo abracé, sintiendo que, aunque me iría, siempre habría un lazo que nos mantendría unidos.

—¿Eso es que te vas? —preguntó suavemente.

—No lo sé... esto no estaba en mis planes. —Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero mantuve la voz firme. Sabía que esto era necesario.

—¿Y cuándo te irías? —su voz se quebró apenas, pero rápidamente trató de recomponerse.

—Termina el año escolar y rindo el examen que me queda. Luego... pues, iría preparando las cosas para mudarme, pasar el verano en Barcelona con Marc... —Hice una pausa, mirando sus manos, fuertes y curtidas de años de trabajo, que ahora sostenían su taza con tanta delicadeza. — Y he pensado en inscribirme en una universidad allí. Sería un cambio, pero uno necesario.