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"¿Podrías abrir la puerta, Sisss?" Preguntó Naruto, que estaba sentado en el sofá hojeando canales, sin pensarlo mucho mientras la miraba y volvía a la tele con un bostezo.

Habían pasado dos días desde aquel pequeño y loco incidente con los gemelos. No los había visto ni sabía nada de ellos, ni había intentado ponerse en contacto con ellos, a pesar de tener teléfono.

Para ser justos, necesitaba tiempo para calmarse antes de hacer algo precipitado. Tuvo suerte de salir de aquella situación como lo hizo, sobre todo porque los gemelos tuvieron que cambiarse de ropa antes de salir aquel día.

Riko, con su astucia habitual, había decidido ser un poco tonta y volver a ponerse sus propias bragas, eligiendo en su lugar los calzoncillos que él le había regalado.

Dado que llevaba pantalones de yoga ajustados, era fácil ver por qué no podía salir así.

Si alguien se enteraba, todos lo sabrían.

Para ser honesto, era un poco molesto en ese momento, esa mirada terca que ella tenía, ¡pero al menos salió sin que su reputación fuera corrompida como un desviado que rezaba sobre chicas bonitas de pelo rojo!

Naruto, esperando una respuesta de su hermana, negó con la cabeza y la miró, preguntándose qué estaba pasando. Ella levantó una ceja, mirándolo con cara de incredulidad. Sintió que sus mejillas se calentaban a cada segundo que pasaba.

Sus ojos violetas brillaron, e inclinó la cabeza hacia la puerta como si estuviera dando órdenes a un soldado.

Oh, ¿ella era consciente de que él estaba viendo tanto a Riko como a Ako? Bueno, eso era una sorpresa. No podía esperar que ella lo superara, ¿verdad? Eso fue un poco decepcionante.

Bajando la cabeza en señal de derrota y escuchando el timbre sonar de nuevo, Naruto se levantó, decidiendo seguir la corriente.

"Buena imitación. ¿Quién sabe? Tal vez el ejercicio te ayude con algún problema de resistencia." Naruto sonrió ante la broma, pero decidió que era mejor que ella se burlara de él.

Además, se sentía aliviado de que ella hubiera dejado atrás la incomodidad que habían estado evitando durante tanto tiempo. Ni él podía mirarla a los ojos ni ella podía hablarle.

Afortunadamente, su madre (que estaba al tanto del chantaje) era experta en facilitar la reconciliación y podía discernir rápidamente cuándo un desacuerdo era simplemente un malentendido.

Básicamente, los metió en una habitación juntos y esperó a que solucionaran las cosas. Al estilo Uzumaki.

Naruto sólo podía decir que las cosas se pusieron más incómodas antes de mejorar.

"¡Ya voy!" llamó mientras se acercaba a la puerta, una sonrisa jugueteando en sus labios pues ya tenía una buena idea de quién podría ser.

Abrió las cinco cerraduras, olfateó rápidamente para hacerse una idea de lo que pasaba en la cocina y abrió la puerta de un tirón. Le brillaron los ojos.

El alto adolescente aún tenía que inclinar la cabeza para mirar a su padrino a los ojos.

Enarcó una ceja ante la inusual mirada y se encogió de hombros, sabiéndose un poco excéntrico.

"¡Eh, pervertido!" Parpadeó cuando dos manos se posaron en sus hombros.

"¡Mocoso! ¿Muslos, pechos o culo?" Naruto escuchó el suspiro cansado del mundo detrás del hombre mientras lo miraba como si fuera el salvador del mundo.

"¿Seguimos con esto?"

"¡Mocoso!"

Naruto dejó escapar un suspiro, preguntándose por qué este viejo no podía ser normal. Entonces pensó en su respuesta.

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⏰ Última actualización: Nov 14 ⏰

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Naruto - Y Sus MellizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora