C A P I T U L O - V E I N T I T R E S

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Jimin

caminó lentamente por la enorme mansión. Tenía más habitaciones vacías de lo que nunca había visto en su vida. El personal estaba en la cocina la mayor parte del día, y los guardias de seguridad rondaban la casa pero adentro había unos pares.

Era deprimente y desolada. No había ninguna foto familiar, no había nada que diera aires al señor Jeon o algo que hiciera notar su gusto particular por la música clásica. Los pasillos y paredes eran tétricos.

El único lugar donde Jimin había visto algo relacionado con el señor Jeon fue la oficina, misma donde hicieron el amor.

Pensar en ello le hacía poner las mejillas sonrosadas, mordía sus labios e inconcientemente llevaba una mano a su cuello, recordando las visibles marcas que adornaban la misma.

Esa mañana despertó solo en la habitación del señor Jeon con una nota avisando que saldría a resolver unos asuntos importantes y que volvería lo más rápido posible. Dándole la libertad de ir a donde quisiera siempre y cuando sea dentro de la casa.

El cabello platino desayunó con Jessi, no hablaron mucho porque ella seguía sintiéndose enferma, y porque Jimin estaba molesto y dolido. No hizo el intento por formar alguna conversación entorno a los acontecimientos de los últimos días.

Así que al salir del comedor, Jimin recorrió la casa hasta refugiarse en la enorme biblioteca que encontró al final del tercer piso. No parecía que alguien pasase sus tardes allí, pero por suerte estaba libre de polvo gracias a los cuidados del personal de limpieza.

Se sentó en uno de los sofás, observando las enormes hileras de estantes de libros a su alrededor.

Sonrió.

Jimin siempre amó leer, desde pequeño le gustaba embarcarse en lecturas largas y dichosas. Su pasatiempo favorito se resumía en leer e investigar.

Tomó varios libros, y por primera vez en años, ocupó su tan diferente capacidad mental y leyó con rapidez. Tenía la habilidad de leer rápido y podía entender completamente su lectura si se concentraba lo suficiente.

No supo cuánto tiempo estuvo allí, pero cuando la puerta se abrió, Jimin levantó la mirada encontrándose con Jessi.

- Te busqué por todas partes - ella le dice en un reclamo. Cierra la puerta a sus espaldas y camina lento hacia él. Jimin no se mueve y tampoco hace el ademán de cerrar el libro para concentrarse en ella. - ¿Que lees?

- El señor Jeon tiene una interesante colección del Marqués de Sade - señala Jimin.

- Él es un pervertido - Jessi le responde con una pequeña sonrisa, intentando hacer una broma de esas que siempre suelen hacer al azar.

Jimin no se ríe, y tampoco hace el intento de seguir la conversación. Más bien, regresa su atención al libro y se obliga a leer más lento, solo para no tener que cambiar de página más rápido.

Jessi se muerde los labios, no sabe cómo abordar a su hermano menor, e internamente se siente como la peor persona del mundo por haber ocultado algo tan importante. Pero Jessi nunca creyó que ese día llegaría.

- ¿Cuando me vas a perdonar, Jiminie?

El mencionado no le responde. Se acomoda mejor en el sofá y estira las piernas en el brazo de la misma. Suelta una respiración lenta, y no voltea a mirarla cuando Jessi suspira.

- Jimin...

- No quiero hablar de eso, Jess - le responde el menor. - Prefiero olvidarlo. Y ojalá que el señor Jeon pueda convencer a esas personas de dejarnos en paz. Estoy perdiendo muchos días de universidad, a este paso reprobaré el año.

LAS REGLAS DE LA MAFIA ¹ | KOOKMIN | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora