C A P Í T U L O - D I E C I S I E T E

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Jungkook

Jungkook acomodó su corbata, se miró en el espejo corroborando que su cabello luzca impecablemente peinado hacia atrás. Tomó un rolex de su colección que combinara con el tono oscuro de su corbata.

— Te vez bien — Hansen le dice desde la cama. El chico está acostado con las piernas hacia arriba en la pared. — ¿Quieres lucir guapo para tu suegro? — le pregunta con burla.

— ¿Recuérdame porque sigues en mi casa?

— Porque soy tu hermano favorito, obvio — el menor se levanta de un salto, y cuando se acerca a Jungkook, el abogado da un paso atrás. — Te pareces mucho a papá, me dan escalofríos.

— Es porque soy su hijo de verdad, no como tú.

— Auch — Hansen se toca el pecho, fingiendo ser apuñalado justo en el centro.— pensé que ya había quedado en claro que sí soy su hijo.

— Ujum, claro.

— ¡No te atrevas a decirme ujum! — responde el menor. — ¡Además, el bastardo es Minho!

Jungkook pasó por su lado saliendo de la habitación e ignorando el berrinche de Hansen.

Le gustaba joderlo con el tema. Hace años, la mamá Jeon reveló que las enfermeras se confundieron en el hospital y cambiaron de bebé. El falso hijo estuvo con los Jeon cerca de un mes hasta que recuperaron a Hansen. Desde entonces, a Jungkook le gusta decir que el menor es un Jeon falso.

Lo de Hansen era una broma de mal gusto por supuesto, pero no lo de Minho. Ese muchacho si era un bastardo, y por eso a Jungkook no le gustaba recordar que había otro niño Jeon con el que debía compartir la herencia. Suficiente tenía con Hansen y Jooha.

Y apenas podía soportar al par.

Salió del departamento seguido por Hansen.

Mientras que Jungkook vestía su usual e impecable traje a la medida, Hansen iba vestido con jeans y camiseta negra, pulseras ostentosas en ambas manos y collar de púas, varios aretes en las orejas y sus piercings en los labios.

A Jungkook le gustaba creer que si se confundieron de niño en el hospital, porque no había manera de creer que ese sujeto era un Jeon. Tan diferente a la normativa que rodeaba a todo heredero, incluso al bastardo de Minho.

— ¿Porque carajos me estás siguiendo?— Jungkook le pregunta una vez que están en el estacionamiento.

— Mi deber como tú hermano menor es protegerte.

— No quiero guardaespaldas.

— No seas gruñón — Hansen le responde, ignorando la mala mirada en la cara de Jungkook. — Agradece que ignoré a mi cita de anoche y estoy aquí contigo.

Jungkook desbloquea el Jaguar blanco. Y antes que abra la puerta, Hansen le detiene.

— No quiero explotar — le dice el menor. Y procede a agacharse para buscar algún objeto extraño debajo del auto. — todo limpio, vámonos.

— No vendrás conmigo, Han. Lárgate a tu cita o lo que sea que debas hacer.

— ¡Hermano!— se queja el menor, y hace pucheros como si así pudiera comprar la decisión de Jungkook. — ¡Quiero ir contigo! ¿Quién te protegerá si no soy yo? ¿Y si una pandillita de malos quiere golpearte? ¿¡Y si ponen una bomba en tu auto!?

Jungkook miró hacia el lado, y su ceño de frunció cuando vio un Mercedes aparcado, y dentro, una cabellera rubia conocida.

— Puedo defenderme perfectamente. Pero tú tienes compañía — Jungkook señala hacia el auto y la expresión de Hansen cambia totalmente. El abogado no pasa desapercibido la seriedad de su hermano, y quiera o no, su lado sobreprotector sale a la luz. — ¿Que coño te hizo?

LAS REGLAS DE LA MAFIA ¹ | KOOKMIN | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora