Capítulo 5: Asténicos.

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Los Dioses, reconociendo la debilidad de los humanos, crearon una dimensión donde estos podían habitar a salvo de los malvados.

Así, la dimensión Arcadiana quedó separada del mundo corriente. Eternamente dependientes de la otra, pero imposibles de mezclarse por su propia supervivencia.

—Sagradas escrituras Arcadianas.

—Eliot...

Clavó sus ojos en él, el mundo cambiando en un segundo, dejándola confusa. Estiró las manos tomando su rostro, manteniéndolo cerca. El alivio mezclándose con el entendimiento. La herida de la traición borrándose tan rápido que incluso se sintió ridícula por haberlo odiado.

—Eliot...

—¿Recuerdas? —su voz sonó vacilante, un poco esperanzado. Lo atrajo capturando su boca en un beso liberador.

Quizás pedía perdón, o tal vez solo le agradecía. En ese momento no importaba la diferencia entre una u otra, lo único que importaba era mantenerlo cerca y aferrarse.

Un mundo en pedazos, la vida que conocía destruida... Era demasiado para asimilar, pero tenerlo de su lado la hacía sentir que estaría bien, pese a todo el miedo que sentía.

El beso sabía a sangre. Se dio cuenta que eso le gustaba mientras acariciaba sus labios y su respiración se aceleraba. Estaba desesperada por él, por tenerlo cerca. Eliot la miró por un momento, respirando el mismo aire, una sonrisa aliviadora escapándose de él, su pecho subía y bajaba, como si todo su cuerpo también hubiese sido liberado.

—Lo siento... No me di cuenta lo que iba a hacer, Esme, te lo juro...

—Lo se... —lo besó— Lo sé, yo no sabía que el perfume tenía grisáceos, te lo juro... —Él acomodó su cabello, sosteniendo su rostro.

—Lo sé, lo sé, mi amor...

Fue él quien la besó ahora, la desesperación tiñendo sus movimientos, tocándola con más fuerza, como si ya no tuviera miedo a que se desvaneciera. Lo respiró, sintiendo como si su corazón exigiera más de él...

—Ustedes de verdad, de verdad son muy raros...

Eliot se alejó, y Esme pudo ver a un chico parado en la puerta.

—Jack... ¿Qué haces aquí? —Eliot apenas lo miraba sobre su hombro, no parecía contento.

—Venía a ver si necesitabas ayuda... —contestó dando unos pasos, miró la sangre en el piso haciendo una mueca— Veo que tenemos a una salvaje —Esme observó avergonzada la escena— Oh, no, No. No pongas esa carita, Esme. A todos nos pasa.

—¿Cómo sabes mi nombre?

Jack se agachó, ahora Esme podía observar su rostro. Se sorprendió al notar el parecido con Eliot. Le había dicho que tenía un hermano.

—Todos aquí saben tu nombre, no te preocupes por eso... —su sonrisa era diferente a la de Eliot, algo más aniñada. De hecho, todo él tenía un aire juvenil y fresco— Y para mi eres casi una vieja conocida.

—Basta...—Eliot lo empujó un poco— La estas confundiendo —se levantó, fue hacia un rincón oscuro donde no llegaba la luz, Esme escuchó un dulce sonido metálico, luego arrojó algo a su hermano.

Jack la agarró en el aire, era una llave. Eliot también se acercó con otra, y en silencio, ambos la desencadenaron.

—¿Seguro que está lista? —ya no había diversión en su voz— Puede estar abrumada por los sentimientos —no le gustaba que hablaran como si no estuviera ahí. Molesta, intentó levantarse, pero sus piernas le fallaron, Eliot la sostuvo.

Despues de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora