Pov. ⒶⒹⓇⒾⒺⓁ
Corro por el campus y subo a las instalaciones de su residencia, Johnson Hall.
No sé a dónde voy ni cómo estoy aquí, pero mi instinto me lleva. Sé que está ahí. Cuando llego a su piso, el tercero, corro hasta la puerta 316 y la abro de golpe.
Una pequeña sala me recibe, pero sé exactamente dónde abrir, y lo hago.
Doy pasos lentos, mi corazón late muy fuerte. No sé qué me encontraré, pero ruego al cielo que no sea lo que imagino.
Con mi mano derecha giro el pomo de la puerta y mi peor pesadilla se hace realidad.
— Phoenix —grito y me enfurezco al ver la escena. Mi Phoenix monta a Jefferson como una valquiria, y la habitación está llena de gemidos de placer.
Ellos voltean a verme y lo peor es ver la cara de placer de mi mujer… Ella gime y sonríe.
No soporto la presión y me lanzo encima del maldito que profana el cuerpo de mi Cosita.
— Adriel, NO... —escucho gritos, pero la voz se distorsiona, y los jalones extraños me estremecen.
— Adriel, despierta, es una pesadilla —gritan. Miro a mi alrededor y la pesadilla se repite...
— Adriel, despierta —gritan, y de inmediato quedo sentado en la cama.
Sorya, Evelin, Adará, y hasta Aziel están en mi casa, o bueno, el penthouse que conseguí.
Por lo menos, Amerí no me quitó todo mi título y mi dinero sigue intacto.
Respiro fuerte, esto jamás me había pasado. Los ángeles no tenemos pesadillas.
— ¡Qué! ¿Qué fue eso? ¡Lo vi! —prácticamente grito. Pero Adará dulcemente contesta:
— Tranquilo, hermanito, fue una pesadilla. Ves, es cierto, Evelin tiene razón. Estás enamorado de ella y no te habías dado cuenta.
Mis hermanos me dicen y tratan de convencerme, pero lo que ellos no saben es que es cierto: he amado a Phoenix desde antes de conocerla y conquistarla. Por eso, su habitación es mi lugar favorito, no por el sitio, sino por ella.
Me recuesto contra la cabecera de la cama, respirando con fuerza mientras las palabras de mis hermanos siguen retumbando en mi cabeza.
"Estás enamorado de ella."Por más que quiera negarlo, ya no puedo. La evidencia está frente a mí: ahora en sueños, en pesadillas, en cada pensamiento que me invade. Phoenix no es solo alguien que me atrae, es mi todo, mi propósito.
Ya no puedo seguir aquí, encerrado en esta vida vacía. Tomo una decisión que me quema por dentro y, al mismo tiempo, me llena de esperanza: volveré por ella.
Este es el acertijo que llevo intentando resolver. Phoenix es la clave, y si tengo que mover cielo y tierra para estar cerca de ella, lo haré. Necesito encontrarla, estar en su mundo.
— ¿ seguro, Aziel? ¿Esa es su universidad? —pregunto por milésima vez.— Que sí, Adriel, yo mismo vi su expediente académico, son sus horarios —contesta Aziel.
Nos valimos de unos amigos de amigos y conseguí un puesto como profesor en la Universidad de City Kansas, en Missouri. No fue fácil, pero lo logré. Ahora soy parte del cuerpo docente de Kansas City University, en la facultad de derecho.
Es una ironía que alguien como yo, un ángel de la muerte, termine dando clases sobre justicia y moralidad. Sin embargo, eso no importa. Lo único que importa es ella.
Cuando piso el aula como profesor de Derecho Penal, siento cómo todos los ojos se posan en mí.
No me sorprende. Soy consciente de cómo me veo: 28 años, en el punto exacto entre la madurez y la juventud.
Mi cabello oscuro ligeramente despeinado, mi cuerpo trabajado por siglos de entrenamiento, y los tatuajes que cubren mis brazos y parte de mi cuello son suficientes para dejar una impresión duradera.
Las runas marcadas en mi piel cuentan mi historia, aunque los humanos las interpretan como simples diseños artísticos. Ninguno de ellos sabe que soy más que un hombre, pero puedo sentir su admiración y curiosidad.
Llevo un traje negro ajustado y una camiseta blanca lo suficientemente desabotonada para insinuar mis tatuajes. Me da un aire elegante y rudo. No es vanidad; simplemente sé cómo uso mi apariencia.
Sin embargo, no estoy aquí para ellos. Mi propósito está sentado en la tercera fila, junto a la ventana. Mi Cosita.
No la había visto en estos meses; el tiempo la ha embellecido aún más. Su cabello castaño cae en suaves ondas, y sus ojos, que solían ser traviesos, ahora tienen un destello de misterio.
Lleva una camiseta ajustada de color azul claro que resalta su figura y unos jeans que se amoldan perfectamente a sus curvas. No parece notar mi presencia al principio, lo que me irrita y al mismo tiempo me intriga.
Me aclaro la garganta, caminando hacia el pizarrón, y escribo:
“Adriel Caelestian”
Su voz es la única que quiero escuchar.
— Soy su nuevo profesor de Derecho Penal. Espero que estén preparados y entusiastas. —Mi voz es firme, calculada, cargada de la seguridad que siempre he tenido.Los murmullos cesan de inmediato. Incluso los estudiantes más distraídos parecen prestarme atención.
Camino despacio, observando a cada uno de ellos, pero mis ojos siempre regresan a ella. A mi Cosita.
Cuando paso cerca de su asiento, ella levanta la mirada. Al principio, sus ojos no me reconocen. Pero yo la veo. La observo como si nunca la hubiese obligado a olvidarme.
— Señorita Larrot... —hago una pausa, observándola con intensidad—, ¿podría quedarse un momento al final de la clase? Quiero hablar con usted.
Phoenix frunce el ceño, claramente sorprendida. Sus labios, ligeramente pintados de rosa, se entreabren antes de responder:
— ¿Yo? Eh... sí, claro.
Mi corazón late con fuerza, pero mantengo la compostura, cuando ella al final de la clase se acerca a mi.
— ¿Nos conocemos? —pregunto, como si ella no fuese lo más importante en mi vida.
Cierro el portafolio que tengo frente a mí y me inclino ligeramente hacia ella. Desde esta distancia, puedo oler su perfume, dulce y fresco, como siempre. Ella niega, y noto cómo el mocoso estúpido la espera en la puerta. Ella intenta evadirme.
— Con permiso, profesor. — No lo tiene, señorita Larrot. Necesito su presencia un momento —le hablo fuerte; no dejaré que te marches.
— Por favor, sígame —camino con pasos firmes hasta llegar a mi oficina. Le indico que siga, pues ella continúa tras de mí.
Le señalo una silla frente a mi escritorio y tomo otra en frente de ella.
— ¿Y...? ¿Qué es tan importante que no pudo decirme en el aula? —Sonríendo. Phoenix no puede dejar su altanería.
— Quiero que sea mi monitora. Le ayudará en sus notas.Ella me mira como si tuviera dos cabezas y es chistoso cuando voltea a mirar hacia atrás.
— No hay nadie más, señorita Larrot —le digo, y ella, como toda una hermosa tonta, vuelve a preguntar:
— ¿Yo? ¿Yo, la monitora?Asiento, pero ella me ve, frunce el ceño, se levanta de inmediato y me dice:
— ¿Qué es lo que quiere conmigo, profesor? Déjeme dejarle claro que tengo novio y no me acuesto con vejetez.
Ella se levanta de inmediato y me deja con la palabra en la boca.
•••☠𝓪𝓷𝓰𝓮𝓵乂𝓸𝓯乂𝓭𝓮𝓪𝓽𝓴☠•••
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ÁNGEL OF DEATH ¡Enamorado.!!!
Ficción GeneralANGEL OF DEATH: Adriel se las arregla para no casarse con Gomory una demonio quien poseera su alma, si se cazan y será su exclavo para siempre, este al su padre ya tener un contrato propone otro, rescatar a 1000 almas del libro de los imposibles, p...