Capitulo 6

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A pesar de que las últimas semanas habían sido un torbellino emocional para ambas, Helena y Emma habían logrado encontrar un equilibrio frágil pero real. Habían comenzado a explorar lo que significaba estar juntas en un mundo que no entendía ni aceptaba completamente su relación. Sin embargo, el peso de la vida pública de Helena y las sombras del pasado de Emma seguían amenazando con separarlas.

Una tarde, después de haber grabado un video para su canal, Helena se sentó en su terraza, observando el atardecer. Mientras revisaba su teléfono, notó un mensaje en su bandeja de entrada. Era de uno de sus seguidores más cercanos, un joven llamado Lucas, quien siempre había sido su confidente digital. Aunque al principio Helena había disfrutado de su relación de amistad virtual con Lucas, las últimas semanas la habían hecho cuestionar hasta qué punto su vida privada podía seguir compartiéndose.

Lucas: Helena, he notado que últimamente no has estado tan activa en las redes. ¿Todo bien? He visto que compartiste una foto con alguien. ¿Quién es ella?

Al principio, Helena pensó en ignorar el mensaje. Pero, al mirar la pantalla de su teléfono, sintió una especie de presión en el pecho. ¿Debía seguir manteniendo su vida personal en secreto? Sabía que su relación con Emma no era algo que pudiera compartir fácilmente, pero no quería seguir ocultando lo que sentía.

Después de dudar por unos minutos, Helena escribió una respuesta:

Helena: Es alguien importante para mí, Lucas. Pero, por ahora, no quiero hablar de eso públicamente.

De inmediato, sintió una mezcla de alivio y ansiedad. Sabía que sus seguidores pronto descubrirían algo, y eso la aterraba. Pero también sabía que no podía seguir viviendo bajo las expectativas de los demás, ni continuar guardando su felicidad en una caja cerrada. No cuando Emma era parte de esa felicidad.

A unos miles de kilómetros de allí, Emma estaba pasando por una crisis interna diferente. Aunque había comenzado a disfrutar de los momentos tranquilos con Helena, la relación también la hacía revivir las heridas de su pasado. Emma nunca había compartido mucho de su vida con nadie, y menos con alguien tan expuesta como Helena. El miedo de ser rechazada, de no ser lo suficientemente buena o de perder a Helena, la mantenía despierta en las noches.

Una tarde, mientras paseaban por el parque, Emma finalmente rompió el silencio que había mantenido durante toda la semana. El aire fresco del atardecer rodeaba sus figuras, y los árboles caían en sombras largas, como si el entorno también sintiera la tensión que ambas cargaban.

— Helena, tengo que decirte algo... —dijo Emma con voz baja, casi vacilante.

Helena la miró, notando que Emma no solía hablar de esta manera. La inquietud en sus ojos la hizo detenerse y prestar atención. Sabía que esto no era algo trivial.

— ¿Qué pasa, Emma? —preguntó con suavidad, tomando su mano para darle seguridad.

Emma se detuvo, mirando al frente, como si buscara las palabras correctas.

— No soy quien crees que soy. —Su voz tembló ligeramente, pero estaba decidida a seguir hablando. Sabía que tenía que ser honesta—. Mi vida no es como la tuya. No tengo toda esa gente admirándome, ni viviendo a través de una pantalla. Pero, ¿sabes qué? Hay cosas que he hecho, cosas que no me enorgullecen, y... tengo miedo de que, si te enteras, todo esto termine.

Helena frunció el ceño, sorprendida por la confesión. ¿Qué podía haber hecho Emma que la hacía temer tanto?

— No tienes que contármelo si no quieres, Emma —dijo Helena, apretando su mano con ternura—. No necesito saber nada de tu pasado si no estás lista. Pero no quiero que eso te haga sentir que me alejo de ti. Yo te quiero por lo que eres ahora, no por lo que has sido.

Emma bajó la cabeza, pero la expresión en su rostro se suavizó un poco. Sabía que Helena estaba intentando ser comprensiva, pero el miedo seguía pesando sobre ella.

— La última vez que estuve en una relación, todo se fue al traste por culpa de mis inseguridades. Dejé que los miedos me controlaran, y la persona que amaba terminó alejándose por todo lo que no podía decirle. Y yo... no quiero que eso te pase a ti.

Helena no pudo evitar acercarse más, abrazando a Emma con una ternura profunda. Sabía que el peso del pasado de Emma la estaba agobiando, pero también entendía que su amor por ella podía ser la oportunidad de sanar esos miedos.

— Emma, no voy a alejarme de ti. No ahora. No después de todo lo que hemos compartido. Y no me importa lo que hayas hecho antes. Lo que me importa es que estamos aquí, juntas, ahora.

Emma se aferró a ella, como si temiera que cualquier palabra incorrecta pudiera hacer que la relación se desmoronara. Pero al sentir el calor de Helena envolviéndola, comprendió que, tal vez, al final del día, sus miedos no tenían tanto poder sobre ellas como pensaba.

El miedo seguía allí, pero las dos sabían que el amor también lo estaba. Y que, mientras estuvieran juntas, tendrían la fuerza para enfrentar cualquier sombra del pasado.

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