La voz de Gustavo maldiciendo me sacó de mi sueño profundo, parecía estar dentro de la ducha. Me asusté y entré de golpe al baño, ahí estaba apretando su dedo que al parecer había lastimado con una navaja para la cara. Reí.
-Qué lenguaje.- dije con la voz entrecortada por el sueño. Agitó su cabeza con molestia.
-Que me corté la mano, viste. Cómo lo odio.- Casi respondió como un niño pequeño.
-Traigo banditas en mi bolso, ya te doy una, Gustavo.- Me fui a buscarlas.
Cuando volví ahí estaba como si nada, esperando por mí. Me causó ternura que se enfadase tanto por una cortada tan chiquita. Me quedé parada esperando que saliese, pero parecía no entenderlo. Miró al rededor buscando la respuesta a mi acción.
-¿Por qué te quedás ahí?
-Bueno, no te pondré la bandita mientras estés mojado, no tendría sentido.- Hizo una mueca mientras salía de la ducha y volvía a sostenerse el dedo, me lo acercó. Le coloqué la bandita y reí.- Ni siquiera fue una herida grande Gustavo.
-No me gusta lastimarme las manos, con ellas toco la guitarra y es bastante seguido.-Bufó. Yo asentí y volví a abrir la ducha, el me miró extrañado.-¿Nos meteremos a la ducha?
-Yo me meteré, tú ya estás listo.- Reí. El sonrió por primera vez en toda la mañana.
-Me puedo duchar otra vez para quedar doblemente limpio.- Yo negué con la cabeza riendo.
-No quieres dejar nada a la imaginación.
-Sí ya te he visto hasta el alma, mujer.-Insistió como un niño pequeño.- Bueno yo te voy a dejar esta vez viste, pero a la otra no te voy a preguntar.- Rió y salió del baño mientras cerraba la puerta.
Cuando acabé salí con las toallas enrolladas y buscaba algo de ropa, pero de verdad no traía nada.
-Supongo me iré a mi habitación, Gus. No traigo nada de ropa acá.
-¿Y te vas a ir así?
-Bueno, no es como si quedara tan lejos, además es una emergencia.-Tomé mi bolso dispuesta a salir en seguida pero me tomó del brazo suavemente.
-¿y mi beso?.- dijo rozando mi nariz con la suya. Le di un beso cortito en la mejilla y sonreí. El se extrañó, miró como la puerta de la habitación ya estaba abierta y había gente pasando, asintió.-Chau, amor.
Agité mi mano en señal de despedida y bajé a mi habitación. Ordené todo lo que tenía y me cambié para ir a almorzar. Por alguna razón hoy me sentía extraña, había estado pensando en Carlos. Sentía que esto con Gustavo había ido muy rápido y lo percibía como el mismo abismo oscuro en el que me metí con Carlos hace unos años atrás. Quizá era incluso mi mente jugándome una mala, o quizá por primera vez mi cerebro le estaba jugando al corazón.
No salíamos a Buenos Aires si no hasta mañana. Estaba esperando mi comida en el restaurante del hotel, Gustavo no me había contactado durante todo el día y aunque me llenaba de ansiedad disfrutaba mi espacio para pensar.
Mi teléfono sonó y era otra llamada de Carlos, dudé como de costumbre pero decidí contestar.-¿sí?
-¿Cómo va todo?.-sonó juguetón de algún modo.
-Todo bien. ¿Para qué llamas?
-Tu cheque ya fue depositado, también tu compensación por tu arduo trabajo en esta empresa. Es todo.- asentí aunque el no podía verlo.
-Gracias.
-¿Ya te coges a tu nuevo jefe?
-No es tu problema.-Dije suspirando.
-No no, para nada. Recuerda que mientras más sentones das más lejos llegarás, mira dónde estás ahora.
-Eres un completo imbécil, espero nunca te toque vivir algo como esto.- terminé la llamada. Algunas lágrimas salieron. Me sentía tan avergonzada de haber hecho lo que hice, de estar en este restaurante con todo esta gente probablemente viéndome que no esperé la comida y me fui a mi habitación.
Me senté en la cama y tomé mi teléfono.
¿Qué haces?
Pensando en ti. Gus.
¿Y qué piensas? ;)
Siendo honesto en hacerte muchas cosas, pero lo principal es en verte ahora mismo. Gus.
Tú mente está corrompida por el sexo. :/
Mi mente está corrompida con tu cara gritando mi nombre, pero te prometo que hay más que sólo hacerte gemir en mis intenciones. Gus.
Este hombre me paralizaba por completo, siempre tenía algo que decir, no tenía filtros para expresar lo que sentía. Supongo que eso me gustaba, y me gustaba muchísimo. Tenía algo de irreal esta situación para mí. Sobretodo porque aunque me despreciaba a mí misma venía este hombre y me hacía sentir como la más poderosa diosa del Olimpo.
Tocaron mi puerta, cuando abrí era un empleado del hotel con un bouquet de rosas azules con brillos dorados, un espectáculo. El muchacho sonrió y al darme las flores se retiró.
Tenía una dedicatoria, escrita a mano."Por mi cabeza ya pidieron recompensa, pero no hay precio por robar tu corazón."
Suspiré. Todo era precioso, irreal. Las rosas de alguna manera hablaban de quién las enviaba. Lo llamé.
-¿sí?
-Están preciosas, Gus.
-¿Qué cosas?.-Dijo serio pero terminó riendo.
-Éstas flores casi huelen a ti.
-Qué divino hablas de mí. Casi no lo merezco.
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Sweet Sahumerio
Romance"Yo merezco lo que sueño. No sé qué tan espiritual podría considerarme en estos momentos pero no necesité prender inciensos ni hacer rituales de amor para atraerte. Estabas ahí, en mi santuario, como un sahumerio, dulce, divino."