El sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Lucifer, iluminando el desorden que había dejado la noche anterior. La resaca lo golpeó con fuerza, un recordatorio punzante de los excesos que había permitido en su intento de ahogar el dolor. Se revolvió en la cama, tratando de encontrar consuelo en las sábanas arrugadas, pero el eco de su propia tristeza lo mantenía atrapado en un estado de confusión.
El sonido de un golpe repentino en la puerta lo sacó de su letargo. Era Eva, su amiga y confidente, quien no se detendría ante nada para asegurarse de que estuviera bien. Su voz resonó en el aire, llena de preocupación y determinación.
“¡Lucifer! ¡Abre la puerta! ¡Sé que estás ahí!”
Con un suspiro resignado, Lucifer se levantó, sintiéndose como si el mundo estuviera girando a su alrededor. Se arrastró hacia la puerta y la abrió, encontrándose con la mirada intensa de Eva. Ella entró sin esperar invitación, sus ojos recorriendo la habitación desordenada antes de posarse en él.
“No has ido a trabajar.” Dijo Eva, cruzando los brazos. “Eso no es propio de ti.”
Lucifer se encogió de hombros, incapaz de articular una respuesta. La culpa lo abrumaba; había dejado las cosas en un estado tan frágil con Alastor. La noche anterior había sido un torbellino de emociones, y ahora se sentía como un náufrago en medio de una tormenta.
“Vamos, necesito que salgas de aquí.” Insistió Eva, tomando su mano y arrastrándolo hacia el pasillo. “Te llevaré a desayunar.”
Él dudó, pero al final asintió con renuencia. La idea de salir al mundo exterior le resultaba agotadora, pero sabía que Eva no se detendría hasta que lo hiciera. Así que se vistió rápidamente, sintiendo el peso del día anterior aún pegado a su piel.
En la cafetería, el aroma del café recién hecho y los panqueques dorados flotaba en el aire. Eva charlaba sobre trivialidades, hablando del clima y de un nuevo libro que había comenzado a leer, mientras Lucifer se sentaba frente a ella, luchando por concentrarse. Su mente estaba atrapada en un ciclo de pensamientos oscuros; cada palabra de Eva era un eco distante.
“¿Has probado los panqueques aquí? Son increíbles.” Dijo ella con una sonrisa entusiasta.
Lucifer apenas movió el tenedor, picoteando distraídamente sus panqueques. “Sí… supongo que sí.” Respondió con voz apagada.
Eva lo miró con preocupación. “Lucifer, ¿Estás bien? No tienes que actuar como si todo estuviera bien.”
Él levantó la vista y vio la preocupación en sus ojos. “Solo estoy cansado…” Murmuró, sintiendo cómo la tristeza lo envolvía como una manta pesada.
Justo en ese momento, la puerta de la cafetería se abrió y tres oficiales entraron, su presencia atrajo la atención de todos los presentes. El bullicio se desvaneció mientras todos miraban hacia ellos, expectantes.
Uno de los oficiales se acercó al centro del lugar y habló con voz clara y firme. “Atención, por favor. Venimos a informar y a solicitar su ayuda, oficialmente se ha declarado una embarcación perdida en el mar. El velero del joven Alastor H. ha estado desaparecido desde hace tres días y no hemos recibido noticias sobre su paradero, si alguien tiene una información sera recompensado.”
El aire se volvió denso y frío; el corazón de Lucifer pareció detenerse por un momento. Las palabras del oficial resonaron en su mente como un eco aterrador. "El velero de Alastor".
No, no, no podía ser.
Comprendió de inmediato que esos días pasados no habían sido solo salidas comunes; había estado viendo e interactuando con el espíritu de Alastor.
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Más allá del cielo -RadioApple, AppleRadio-
FanficLucifer, sumido en la profunda tristeza tras la pérdida de su hija en un trágico accidente automovilístico, se encuentra atrapado en un abismo de soledad y odio propio. Su vida, marcada por el dolor, parece carecer de sentido. Sin embargo, un encuen...