Lucha contra tus temores.

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Las primeras clases eran las peores, sobre todo las de ciencias, con aquel profesor lento y aburrido, que se limitaba a recordarle cosas que ya habían aprendido en la escuela de primaria.
El aula estaba casi vacía, pocas personas habían escogido las ciencias como estudio aquel año.
El anciano profesor, se recorría nervioso de esquina a esquina la pizarra, charlando y escenificando con sus manos cada palabra que explicaba, como si sus alumnos no supieran lo que era el cuerpo humano, teniendo en cuenta que habían dejado atrás la adolescencia y, tal vez, llegaban a conocerlo más que aquel hombre.
Lucca se encontraba distraída, ya no se paraba en prestar atención hasta que escuchó su nombre y, fijó la mirada en el hablante.

-Para esta clase serán necesarias las molduras del cuerpo humano, ya que la señorita Lucca y la joven Alex prefieren hacer otras cosas que prestar atención, pueden ir a buscarlas ustedes al almacén.

Alex, sin soltar una palabra pero maldiciendo mentalmente a aquel hombre se incorporó mientras asentía, siendo acompañada por la chica desde atrás. El silencio que recorría los pasillos se vio roto por aquella suave voz, la cual llamó la atención de Alex.
-¿Te ha mordido la lengua el gato? Preguntó con cierta diversión Lucca, observando desde detrás a su compañera, tan callada, tan tímida, apenas conocía nada de aquella muchacha, verdaderamente solo sabia que le agradaban los libros, era todo lo que le había visto hacer, leer.

-Eh... N-no... -Nuevamente aquella voz tartamuda, la cual le robaba sonrisas con simplemente oírla.
No les costó demasiado bajar las escaleras y llegar a la planta baja, en esta, un par de carteles les informaron por donde se encontraba el almacén y, después de empujar aquella chirriante y pesada puerta metálica se encontraron con un cuarto oscuro, con solo una bombilla en el mismo centro, iluminado un montón de pasillos creados por estanterías.

-Es mejor que comencemos a buscar... -Añadió Lucca, asombrada por las dimensiones del lugar y, una por cada lado revisaron estantería por estantería, leyendo los carteles informativos de cada caja, buscando la que le habían comentado.

No llevaban más de tres filas  cuando una chirriante alarma comenzó a sonar, un tanto repetitiva. El susto, fue breve, pero justo para que Lucca terminase por dar un pequeño salto y, terminar por chocar su cabeza con el primer estante, añadiendo también que la luz terminó por desaparecer, dejando tan solo la luz de emergencia iluminando la entrada, marcando la puerta.
Lucca, con ayuda de la luz de su móvil logró iluminar su camino hacia la puerta, la cual intentó abrir un par de veces, cosa que le fue imposible ya que el pomo se negaba a girarse.

-Eh... ¿Qué tal te llevas con la oscuridad...? - Preguntó mientras intentaba iluminar la estancia, buscando a la muchacha con atención. A la primera visual no la encontró pero, después de mirar con más detenimiento se la encontró sentada en una esquina, frotándose una de las piernas ante un silencioso pero doloroso golpe anterior.

-Eh, ¿estás bien? -No se permitió dudar, si no que se apuró a acercarse a ella, mirándola con atención mientras colocaba el movil en el suelo, iluminando aquel pequeño espacio en el que se encontraban. Alex, sonrojada y un tanto temblorosa asintió con la cabeza mientras no cesaba de mirar aquel lugar sin llegar a pestañear.

-Espera... ¿Tienes miedo a la oscuridad? -Preguntó asombrada Lucca, y la simple respuesta de aquella muchacha, mirando hacia el suelo avergonzada fue lo que le bastó para suspirar y, sonreír.

-Creo que es la alarma de incendios, aquí no creo que nos pase nada, no te preocupes, anda. Dime¿Qué te gusta hacer? ¿Te gusta leer, no? Alex, sorprendida le dedicó una breve sonrisa antes de responder a su pregunta. -¿Te has fijado en mis libros?- Lucca contestó de inmediato, aun sonriendo. -¡Por supuesto! Si los tienes por todos lados en la habitación, si pudieras hasta te harías una cama de libros.
La sonrisa de aquella muchacha lograba tranquilizarla, por lo menos un poco y, así pasaron las horas, entre breves charlas, por culpa de las cortas respuestas de Alex, inquietas, terminaron por sentarse al lado de la puerta, cada vez mas cerca, más animadas, algo más cómplices hasta que lo que el movil llevaba avisando minutos atrás, sucedió. Con un 1% de batería la única luz que allí tenían se difuminó, dejándolas en una completa oscuridad. Lucca no permitió que aquella muchacha se asustase, si no que la rodeó con sus brazos, colocándola entre sus piernas aun sonriente, no podía ver sus labios, ni sus mejillas pero apostaría cualquier cosa, estaba segura de que se había sonrojado. El silencio tan solo duró unos minutos, ya que Lucca incapaz de quedarse callada preguntó. -¿Estás bien...?- A lo cual recibió una respuesta simple, pero necesaria, sintió la respiración de la muchacha sobre su hombro, junto a su clavícula y, aún en la oscuridad, podía imaginarse aquella estampa, Alex sentada sobre sus piernas, acurrucada como una niña, con la cabeza en su pecho y, sus brazos rodeándola, recibiendo el abrazo de la muchacha. Con aquella imagen en la cabeza, se dejó llevar por sus instintos y, descendió sus labios poco a poco hasta cerciorarse de que se encontraba cercana a ella, sintiendo su aliento contra su cara. Necesitó cerrar los ojos, coger aire y después atreverse, atreverse a fundir sus labios con los contrarios en un primer contacto, el cual tuvo la respuesta de un roce, aceptando el mismo beso, el cual, comenzó a crearse con algo de timidez y ápices de dulzura. Alex no se movía, pero Lucca ya había deslizado su mano derecha por la nuca de la muchacha, haciendo mas intenso aquel contacto y, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, acarició su lengua, recibiendo con gusto el escalofrío que recorrió todo su cuerpo. No quería separarse de aquellos labios que le sabían a gloria, lograba respirar contra estos, cogiendo bocanadas pequeñas, saboreándolos, mordiéndolos, degustándolos pero, aquello no iba a ser para siempre.
La luz volvió, y la tímida Alex saltó en ese instante, incorporándose mientras que nerviosa se removía entre aquellas cuatro paredes, revolviéndose el cabello mientras decía un simple "no". Su salvación llegó en cuanto el profesor abrió la puerta desde fuera, preguntando a las chicas si se encontraban bien. La única respuesta que recibió fue de Alex, la cual salió corriendo de aquel lugar, dejando atrás a aquella joven y a aquel beso que, tanto le había hecho sentir en unos segundos.
Lucca no sabía como responder a aquello, cogiendo su movil, asintió, saliendo también de aquel pequeño cuarto, y ahora, ¿cómo volvería a la habitación? ¿Debía disculparse? No, ella también la había besado o, eso creía, llegando a dudar si aquello, había sido un sueño más, o la verdadera realidad.

Con sólo una sonrisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora