La música resonaba en sus cascos, obligándole a cerrar los ojos para disfrutarla, para perder en cada nota, lenta, pausada, junto a aquella voz suave, la compostura, todo lo que escondía en su interior se exteriorizaba mientras que su corazón latía desbocado contra su pecho y, las lagrimas se atrevían a acariciar aquellas pálidas mejillas, hundiendo mas a su persona. ¿Por qué utilizamos la música como tortura? Pensaba, pero no se atrevía a cambiar de melodía.
Aquel sonido de piano estaba tan alto, que ni tan si quiera escuchó el chirriar de la puerta al abrirse, ni la luz del pasillo iluminar aquella estancia.
Lucca, se tomó un breve periodo de tiempo en observar a su compañera antes de reaccionar, acercándose a ella a paso lento. Con atrevimiento se acuclilló frente a ella y, su dedo pulgar fue directo a secar una de sus lagrimas, hecho que asustó a la muchacha, obligándola a saltar sobre la cama, abriendo los ojos, parpadeando un par de veces mientras sorbía por la nariz y de deshacía de la música.-¿Te encuentras bien...?- preguntó directamente, aun con su dedo sobre su suave mejilla, sintiendo el calor de esta. Con desgana, se separó de su piel, aun a su altura, buscando la estabilidad de la cama para así no perder el equilibrio.
No recibió palabra alguna, si no que simplemente observó como asentía antes de atreverse a adueñarse de su espacio, sentándose a su lado de la cama, volviendo a acariciar aquella mejilla, acercándose peligrosamente a aquel rostro perlado con miles de pecas las cuales le resultaban hermosas.-No deberías dejar que las lagrimas arruinasen esa mirada... - Aquello no fue mas que un susurro, no había pensando en aquella frase, se había limitado a decirla, cada vez mas cerca de aquella piel. Era la primera vez que disfrutaba de aquel aroma frutal que desprendía, se deleitaba lentamente con aquello pero aquella muchacha volvía a no responder a sus palabras, simplemente la observaba, intercalando la mirada entre sus labios y sus ojos.
Lucca comenzaba a ponerse nerviosa en aquel estado, ¿le incomodaba tanta cercanía? ¿Y por qué su cuerpo deseaba más?
Un simple impulso le llegó, con solo eso se acercó a sus labios, con el latir desbocado y los ojos cerrados disfrutó del calor de su aliento contra los labios, tomándose unos segundos para crear un simple roce de labios, algo que le había llegado a poco. La otra muchacha, por la misma inercia, permitió que sus párpados se cerraran y, que sus labios se entreabrieran, encajando segundos después sus labios con los contrarios, sin moverlos. Aunque aquello no duró demasiado. Lentos movimientos, húmedos, sensuales y intensos comenzaron un beso, un beso que a Lucca, le sabia a gloria. Se atrevió a morder el inferior, mientras que sobre la cama, sin separarse de aquella zona tan suave buscaba la manera de recostarla, terminando así su cuerpo sobre el contrario, manteniendo ahora mas roce. Sus manos fueron temblorosas pero directas al borde de su camiseta y, después de colarse por debajo de esta, con sus yemas, recorrió la piel de sus costados, piel que con cada simple roce se erizaba, mientras que aquel cuerpo se arqueaba en busca de más, el calor de su cuerpo ascendía, al igual que el de la habitación mientras que sus lenguas tomaban las medidas necesarias para los húmedos y alocados roces que ahora creaban.El sonido de un constante timbre le obligó a abrir los ojos, haciéndola saltar de su cama. Habían pasado ya tres semanas desde lo ocurrido en el pabellón y, una y otra vez, aquel sueño se adueñaba de sus noches, haciéndola despertar cada mañana en aquella habitación, con aquel cuerpo se mi desnudo en busca de algo que ponerse pero, sin el atrevimientos necesario de acercarse a ella y, como un día normal, después de una necesaria ducha se disponía a vestirse para así retomar sus clases de nuevo. A primera hora era incapaz de concentrarse, solían de llamarle la atención por ello pero, en realidad, poco le importaba, se limitaba a recordar aquel sueño, aquel sabor, a buscar una explicación que aun no había encontrado.
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Con sólo una sonrisa.
RomanceSus ojos verdes marcaban la diferencia entre las demás jóvenes, al igual que las miles de pecas que recorrían aquella pálida piel, que con cualquiera piropo llegaba a sonrojarse. Alex era una chica tímida, callada y solitaria, que centraba las tard...