Veamos el amanecer, nuestro amanecer.

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Como si de una película romántica se tratase ambas chicas caminaban de la manos por los pasillos de aquella universidad sin que las miradas atónitas de los estudiantes les importasen. ¿Qué importaba si te juzgaban por algo que te hacia sentir increíble? Porque aquello lograba hacer que Alex se sintiese así, increíble.

Las clases les habían ido bien, ya había pasado dos semanas desde el primer beso y habían perdido la cuenta de los que se habían dado a las escondidas, en la habitación, en los baños en el cambio de clase, en la cafetería gracias a los descansos. Habían decidido dejar de ocultarse, no eran pareja pero disfrutaban la una de la otra como nadie lo hacía, como adolescentes, se perdían entre caricias, entre besos y ahí terminaban las noches, una abrazada a la otra, compartiendo cama, dejando su olor la una en la ropa de la otra y viceversa.

La universidad los fines de semana solía estar tranquila, pasillos vacíos, clases vacías, un silencio placentero la recorría ya que la mitad de los universitarios que vivían cerca se iba a casa para descansar aquellos dos días. Lucca había hecho lo mismo, antes de disfrutar con Alex cada día, por lo cual, nada mas despertar en una cama deshecha Alex se sorprendió al encontrarse sola, aunque siendo sincera que Lucca no hubiera avisado, que no se hubiera despedido llegó a bajarle los ánimos, tal vez aquello no era tan increíble como esperaba.

Después de ducharse, con buena música de fondo se vistió en el mismo baño y, con sus mojadas rastras enrolladas en su toalla observó el suelo de la habitación, se había fijado al despertarse, lo había pisado y no había encontrado nada, absolutamente nada por lo cual, aquellos pétalos rojizos creando una fina línea, aparentando un pequeño camino fue lo que le sobresaltó.
Descalza, no se tomó el tiempo en pensar si avanzar o quedarse mirándolos si no que, a la derecha de estos evitando pisarlos recorrió uno de los pasillos vacíos del recinto, dirigiéndose al exterior por la parte de atrás, cercano a los parques de la universidad que ante la humedad de Londres mostraban hermosos tonos vivos y verdes, un paraje realmente hermoso.

Pasó bajo los sauces llorones con cuidado de que las hojas de estos no se enganchasen en su pelo, ya suelto desde que había salido de la habitación. Continuando el camino que ahora intercalaba los pétalos rojizos por aquel tono negro.
No le costó demasiado encontrarse con el final de aquel hermoso camino, en este, se topó con dos tazas de café recién hechas junto a sus dulces favoritos y, frente a ella, a la persona mas hermosa que había visto, con aquella sonrisa sobre los labios que le inducía felicidad y unos deseos de besarla que carecía de saber controlar.
Sin poder creérselo, corrió hacia ella, aquello podía parecer una locura, tan solo habían estado dos semanas de tonteo, de besos, caricias y simples abrazos pero, cuando alguien te cala tan hondo, cuando con un roce te hace sonreír, cuando con una mirada te tranquiliza y con un abrazo es capaz de protegerte hasta de ti misma, cuando eso ocurre, no hay lógica exacta que explique lo que sientes, porque los sentimientos cuando llegan a cierto punto no se pueden explicar.

Y allí, plantadas en el interior de aquel corazón hecho de pétalos, fundiendo loss labios con los contrarios, besándose como habían hecho mil veces, con dulzura y locura, con control y descontrol se demostraban lo que sentían la una por la otra, conectando sus respiraciones, acelerando sus pulsos a la par, uniéndose no solo con los labios, si no con la mente y el corazón. Ambas sonrieron contagiadas la una por la otra en aquel beso, rompiéndolo, creando un dulce gesto, una caricia de narices mientras abrían los ojos y Lucca llevó la voz cantante, acariciando la mejilla ajena, acariciando su mentón, recorriendo las pecas que cubrían la blanca piel de aquella muchacha antes de atreverse a abrir la boca.

-Sé que me pediste ir despacio, y prometo que estoy intentándolo, intento enamorarte a cada hora, cada día, intento hacerte sentir especial, tanto o más como me haces sentir a mi pero, lo necesito, necesito pedirte esto y que tu respuesta sea positiva. ¿Quieres dejar de ser mi pasado para ser mi presente? Alex, ¿quieres ser mi novia...?

Labio contra labio, caricia sobre caricia, cada palabra que salía de los labios de Lucca a Alex le parecían increíbles, su cuerpo se estremecía por cada roce y sus ojos no cesaban de parpadear para así impedir que las lágrimas saliesen en un momento tan especial.
No respondió con palabras, no podía, había visto aquello mil veces en películas, lo había leído en libros y ahora le pasaba a ella. Sus labios se fundieron con los ajenos como respuesta, permitiendo en ese momento que sus saladas lagrimas se mezclasen en el beso, en el cual intentó demostrar todo lo que sentía, algo que vio incapaz de demostrar con palabras.
Cuando se separaron, Alex no podía dejar de sonreír y, como si no fuera suficiente con aquel beso, respondió con su entrecortada voz por culpa de una rápida respiración mezclada con nervios.

-¡Sí quiero! ¡Por supuesto que quiero!

Aquello había parecido un grito efusivo, el cual hizo sonreír a Lucca, la cual besó a su pareja lentamente de nuevo y, entre besos y caricias, desayunaron juntas, disfrutando del amanecer, del primer amanecer de sus vidas juntas.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2015 ⏰

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