Capitulo uno

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—Entonces, la hija de los Chang ahora está internada porque su alma gemela no la quiere reconocer como tal —comentaba su padrino angustiado.

Harry no podía creer que aquel hombre, su padrino, creyera en esas mentiras y patrañas. El cuento de "alma gemela" no era más que eso, un cuento para niños. Y, por supuesto, Harry no era ningún niño.

Era simplemente absurdo pensar que, si tu alma gemela está en peligro o se niega a creer en ti, podrías morir o que te salgan amorfos pétalos en el cuerpo. El sistema de almas gemelas era tan estúpido como las clases de Snape, ese maldito viejo.

—Sirius... eso es una completa mentira —dijo Harry, revoloteando los ojos, mientras su padrino, indignado, dejaba los cubiertos a un lado—. Seguro que a Cho Chang le dio una indigestión. No debe ser muy gra-

—Eso lo dices porque todavía eres muy joven. Espera a encontrar a tu alma gemela, y luego me entenderás.

El tono de Sirius era meramente enojado, con el ceño levemente fruncido.

—Black...

Harry hablaba en tono de reproche.

—"Black" nada, jovencito. Si tu alma gemela es alguien a quien detestas, ¿dejarás que muera solo por no creer en un "tonto cuento"? —Sirius parecía realmente afectado por la posición de su sobrino ante la situación—. Pareces uno de esos tontos muggles que prefieren creer en el tarot, pero no en las hadas y los duendes. El sistema de almas gemelas existe, Harry. Y deberías creer en él.

Su padrino había llamado a su sobrino aquella mañana, como solía hacer cada cierto tiempo, y, casualmente —aunque no lo era tanto, su tío se preocupaba demasiado por el bienestar amoroso de Harry—, la conversación terminó con ellos discutiendo nuevamente sobre el sistema de almas gemelas.

—Eso nunca sucederá, primeramente, y dudo que Malfoy sea mi alma gemela —se burló Harry.

Por supuesto, nunca le sucedería aquello... ¿cierto?

—No subestimes el poder del amor, Harry.

—¡Ay, ya! Jamás me enamoraré, ni siquiera tengo tiempo para hacerlo.

—Pues, podrías comenzar a disponer de algo de tiempo.

—¿Cómo crees? Participar en los partidos de Quidditch tiene sus responsabilidades —dijo Harry, levantándose de la mesa y llevando su plato y cubiertos hacia el lavabo—. Y por eso no puedo descuidarlo ahora.

—Como tú digas, cariño —respondió Sirius, resignado, despidiéndose de Potter.

Harry creía que aquello de las almas gemelas era una menuda farsa, pues hacía varios meses había visto el mismo tatuaje de pétalos rosados rondando por alguna que otra tonta revista

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Harry creía que aquello de las almas gemelas era una menuda farsa, pues hacía varios meses había visto el mismo tatuaje de pétalos rosados rondando por alguna que otra tonta revista. Aquello no era más que una mentira, poco piadosa, para asustar a las personas; para mantenerlas presas en una realidad alterna.

Alquimia de Almas -Drarry  (@soonheego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora