capitulo 2

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Reich llegó a su territorio con una enorme sonrisa de satisfacción que iluminaba su rostro

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Reich llegó a su territorio con una enorme sonrisa de satisfacción que iluminaba su rostro. Al cruzar la puerta de su hogar, la familiaridad del lugar lo envolvió como un cálido abrazo, y su mente se llenó de planes y estrategias.

En el umbral de la entrada, lo recibió su secretario, Berlín. Era un tipo callado, un beta que siempre mantenía una actitud complaciente y respetuosa hacia Reich. Cuando lo vio, le lanzó su maleta sin contemplaciones. Berlín apenas pudo reaccionar antes de que la bolsa le cayera encima, abriéndose y dejando escapar algunos documentos importantes. Sin embargo, Reich no se detuvo a pensar en eso; más bien, se dirigió rápidamente hacia la cocina.

El aroma del pastel de chocolate aún fresco llenaba el aire, y Reich sintió cómo su estómago respondía inmediatamente. Era su favorito, el premio perfecto por el esfuerzo. Se sirvió un enorme trozo y lo devoró con satisfacción, la mezcla de dulzor y el intenso sabor a chocolate haciendo que todo su ser se sintiera en casa.

Después de terminar su festín, Berlín se acercó, todavía alho aturdudo por el golpe y aun alisando los papeles que había recogido de la maleta. Con un tono cauteloso, le preguntó a Reich - ¿Cómo le fue? -

Reich, con la boca aún llena de pastel, comenzó a narrar todo lo que había hecho. Sus ojos brillaban mientras contaba cada detalle, como si reviviera la emoción de cada momento.

Y entonces, casi como si una revelación le hubiera surgido de repente, añadió: - Y mañana mismo partiré hacia el territorio ruso. Necesito hablar con el Urss sobre el tratado, y en si, converserlo de firmarlo -

Berlín lo escuchaba atentamente, asintiendo con la cabeza, aunque sus pensamientos se centraban más en cómo podría preparar lo necesario para el viaje. - Entiendo, mi señor. ¿Necesita que organice algo en particular para su viaje? -

- Sí - respondió Reich, limpiándose las manos con una servilleta. - alista mi maleta y mueve cualquier asunto que tuviera mañana para otro día, que todo esté listo. No quiero sorpresas esta vez -

Berlín, siempre diligente y hábil en su trabajo, se puso en marcha para cumplir con la orden. Mientras Reich lo observaba alejarse, una sensación de confianza y determinación se apoderó de él. La sonrisa en su rostro no se desvanecía, y en su mente comenzaban a bosquejarse los próximos pasos que lo llevarían de vuelta a la cima del poder.

 La sonrisa en su rostro no se desvanecía, y en su mente comenzaban a bosquejarse los próximos pasos que lo llevarían de vuelta a la cima del poder

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