Le prometí a mi abuela seguir bailando sin importar lo que volviera a pasar en el camino, pero no volví a bailar después de su muerte.
No hasta que soñé con ella, casi dos años después de su muerte. Sentada en su sillón, en el patio delantero de la casa. Observándome llegar. Con una sonrisa me pregunta cómo me fue en la clase, a lo cual le devuelvo la sonrisa y me recuerdo a mi misma que ella ya no está.
Creo que, producto del estrés y la ansiedad por la cual estuve medicada por mucho tiempo, mi cerebro me permitió el control de mis sueños, sin poder descansar aún cuando lo estoy intentando, soy consciente de que estoy dormida, algo así como un sueño lúcido.
Le explico, sentándome en el piso junto a ella, como solía hacerlo de niña, que dejé de bailar, que estudio letras, que no pude volver a hacerlo desde su fallecimiento, porque quería que ese fuese mi último recuerdo junto a ella.
Pero no le gustó la respuesta.
Soy consciente de que no hablé con ninguno espíritu, y que probablemente solo fue una parte de mi subconsciente proyectandose en su imagen, pero preferí ignorar ese hecho a la mañana siguiente, despertándome con sus palabras aún en mis oídos, como si realmente la hubiese escuchado."Me lo prometiste"
Y claro que recordaba la promesa, ella quería verme allí, en el escenario, era la única que realmente tenía fe en que lo voy a logra.
Así que luego de tantas crisis que me brindó su muerte, en cuanto las inscripciones abrieron, me anoté a la carrera, para dedicarme profesionalmente a lo que tanto amo (...)Fueron casi tres años sin presentarme en ningún escenario, hasta que llegó el día de la muestra, no recordaba lo bien que se sentía.
Hoy en día, más adulta, más consciente. Ya no sentía nervios, sino emoción, estaba feliz y no asustada, esperaba con ansias, ya producida para llegar al lugar.
Detrás del escenario, entre otros tantos bailarines, escuchando los ensayos, las canciones a bailar, las risas, los nervios de los novatos, era como vivir nuevamente algo que viví siempre. Y espero de ahora en más que eso nunca termine.
Baile y probablemente ni lo hice bien, pero sentía esa confianza en mi, vi las caras de quienes vinieron a observar nuestro show, los aplausos, los saludos y felicitaciones, el cariño del grupo en aquel momento tan tenso, sin importar las demás situaciones externas.
Realmente supe que todo volvía a encajar, como si así hubiese debido ser siempre.
Y no pienso parar ahora.