Park Jimin y Min Yoongi, un matrimonio feliz, una supuesta infidelidad, envueltos en una red de engaños y mentiras.
Jimin "De ángel a demonio" , su viaje está lleno de emociones desgarradoras. ¿Podrá encontrar la fuerza para sanar y luchar por lo qu...
Después de ese amargo momento en la reunión familiar, Jimin y su familia llegaron a la imponente Mansión Park Kim, donde los esperaba una grata sorpresa: su primo Taehyung, acompañado de su pareja y cuñado Jungkook. La atmósfera cambió de inmediato.
—¡Taehyung! ¡Qué sorpresa! Creí que llegarías dentro de dos días —exclamó Jimin, con una mezcla de alegría y confusión.
—Quería sorprenderte —respondió Taehyung, esbozando una sonrisa enigmática que hacía que las alarmas de Jimin sonaran. —Tenemos mucho de qué hablar.
—Hola, mi Kookie. ¿Qué tal el evento de Calvin Klein y la grabación del nuevo videoclip? —preguntó Jimin, intentando desviar su mente de lo que realmente le preocupaba.
—Todo excelente, príncipe. Como siempre, lo que organizas es pura magia —dijo Jungkook con su habitual carisma—. Pero luego conversamos, debo encontrarme con mi Hyung.
Después de los saludos iniciales, Jimin llevó a Taehyung a su habitación. La tensión en el aire era palpable mientras se sentaban. Con la voz entrecortada, Jimin le narró los últimos acontecimientos. Cada palabra que salía de su boca parecía cargar un peso insoportable. Taehyung escuchó atentamente, su expresión endureciéndose con cada detalle.
Tae ya tenía el dominio completo de su demonio, desde la muerte de su madre y era fácil acceder al de Jimin.
—Esto no se quedará así —afirmó Taehyung, su voz resonando con una determinación feroz.
—Sé que algo no cuadra en todo esto. ¿Sabes qué? Voy a hacer que esa víbora pague por lo que te ha hecho —agregó, sus ojos destilando fuego.
Jimin asintió, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar.
—Quiero que se arrepientan de todo lo que han hecho.
—Sí... esos infelices pagarán por lo que no hicieron. Ya le destruí el estudio al infiel... (demonio).
—¡Oh Dios! ¿De lo que me perdí? ¡Min llorando en el rincón por su templo! —exclamó Taehyung con una risa burlona.
—No te preocupes, Min te ama —lo consoló Taehyung, colocando una mano en su hombro—. Nos encargaremos de ella. Pero primero, quiero que te sientas mejor. ¿Qué te parece si nos olvidamos de todo esto por un rato y disfrutamos de nuestra cena?
En el fondo, Taehyung pensaba: Esa mal nacida de mi suegra es una ambiciosa. Estoy seguro de que todo esto es obra de ella. Y Seon Ho... pobre diablo...
Taehyung, un maestro en el arte de la manipulación, sabía que, para enfrentar a su enemigo, Jimin necesitaba recuperar su fuerza. Con su habitual encanto, comenzó a distraer a su primo con anécdotas hilarantes y planes futuros llenos de locura.
—Tengo que hacer que el príncipe sea fuerte —pensó el demonio que habitaba en él.
Debes tener paciencia. Aún no domina el poder que tiene; necesitas calmar su dolor. Haz que esté con Min; ambos lo necesitan.
La conexión del cuerpo y alma, hace que tanto el ángel como el demonio estén calmados y satisfechos, lo que le permite equilibrio y engranaje entre sus ideas y acciones.
Pero había un obstáculo: el ángel lo rechazaba. Sus atenciones, sus invitaciones, sus flores... Min no paraba de buscarlo, de rogarle y él lo rechazaba.
—Tranquilo, te ayudaré. Esta noche será de ustedes...
—¡Qué delicia! Al fin... ya estábamos cansados del aparato.
—Recuerda, Demon: nada puede romper el amor de una pareja eterna.
Minutos después:
Taehyung y Jimin compartían una cena tranquila. La conversación fluía como el vino en la mesa, y Jimin comenzó a sentirse más relajado. Sin embargo, una sombra de preocupación aún persistía en sus ojos.
—Permíteme hacer una llamada a Kookie —dijo Taehyung, sacando su teléfono.
—Jungkook, escucha con atención lo que te voy a decir... —su voz se tornó seria mientras hablaba.
La conversación duró solo unos minutos, pero fue suficiente para encender una chispa de esperanza en el corazón de ambos.
Con la ayuda de Jungkook, Taehyung puso en marcha su plan maestro. Jimin se sentía más tranquilo entre chistes y comida; la presencia de su primo lo hacía olvidar sus problemas por un rato. Sin embargo, media hora después, un sonido interrumpió su momento de paz: el teléfono de Jimin sonaba insistentemente.
—¡Hola Jimin! Príncipe, ¿puedes venir al bar por favor? –Yoongi está muy ebrio.
—¡Grrr! Enseguida voy —respondió Jimin con un tono entre frustrado y decidido.
—Gracias, Taehyung —dijo sinceramente—. No sé qué haría sin ti. Pido disculpas; debo ir por Yoongi.
—Tranquilo, príncipe. Siempre estaré aquí para ti —respondió Taehyung con ternura, aunque sus ojos brillaban con un destello travieso.
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En el siguiente capítulo...
Seokjin comenzó a desmantelar el imperio financiero de la suegra de Jimin. Acciones que, aunque dolorosas, eran necesarias para proteger a su sobrino y preparar el terreno para la batalla que se avecinaba.