Capitulo 1. por qué yo?

91 9 7
                                    

No me pertenece los personaje de Rwby todos sus derechos a su autor.

Comenzamos.

+++

El sonido del impacto fue lo último que recuerdo con claridad. Un frenazo agudo, el chirrido del metal retorciéndose, y luego... nada. Todo se desvaneció en una quietud abrumadora. No hubo dolor prolongado, ni despedidas, ni tiempo para procesar lo que estaba ocurriendo. Un segundo estaba allí, en ese momento frenético, y al siguiente, un vacío total.

Lo acepté, o al menos creí haberlo hecho. La muerte es algo que todos sabemos que llegará algún día, pero nadie está realmente preparado para afrontarla. Cerré los ojos, convencida de que sería el final, de que me sumiría en una oscuridad eterna o, quizás, en algo más. Pero entonces, la luz regresó.

Abrí los ojos de golpe, jadeando como si me hubieran arrancado de las profundidades de un sueño. Lo primero que noté fue la claridad de la habitación. Las paredes eran de madera cálida, y la luz del sol entraba suavemente por una ventana. Intenté incorporarme, pero algo se sintió... diferente. Mi cuerpo era pequeño, más frágil de lo que recordaba, y cuando levanté las manos para mirarlas, me quedé helada.

Eran pequeñas y regordetas, como las manos de un niño. ¿Qué está pasando?, pensé, mientras mi respiración se volvía más rápida. Miré alrededor, intentando entender dónde estaba, pero no había nada que reconociera. Solo una habitación modesta, ordenada, con juguetes dispersos aquí y allá. Había un espejo al otro lado de la habitación, y, reuniendo valor, me acerqué a él tambaleándome.

Lo que vi me dejó helada. Reflejada en el cristal estaba el rostro de una niña de diez años, con cabello rubio despeinado y ojos azules que no eran del todo desconocidos, pero que ciertamente no eran míos. Me llevé las manos al rostro, sintiendo la suavidad de unas mejillas infantiles. Ese reflejo... era yo.

El pánico se instaló en mi pecho, pero antes de que pudiera hacer algo, la puerta de la habitación se abrió con un golpe suave. Una mujer entró, su rostro lleno de calidez y alegría.

—Joan, querida, ya es hora de desayunar —dijo, sin notar mi confusión.

¿Joan? Quise protestar, explicar que había un error, que no era esa persona. Pero mi voz no salió. Mi mente seguía luchando por comprender lo imposible. Antes de darme cuenta, ella ya me había tomado de la mano y me estaba llevando fuera de la habitación, hacia lo que parecía ser una casa familiar.

La semana siguiente fue una mezcla de confusión y caos interno. Nadie parecía notar nada extraño en mi comportamiento. Me llamaban Joan, y actué lo mejor que pude para no levantar sospechas. Estaba rodeada de personas que parecían ser mi familia: padres amables y varias hermanas que no dejaban de hablar y reír. Sus rostros me resultaban extraños y familiares al mismo tiempo, pero no podía entender por qué.

Sin embargo, había algo en este mundo que no terminaba de encajar. Los paisajes, las estructuras, incluso las palabras que usaban... eran distintas. Había armas decorando las paredes, mapas con territorios que no reconocía y una atmósfera que me hacía sentir fuera de lugar.

Fue al sexto día desde mi despertar que todo comenzó a encajar. Había estado explorando la casa en silencio, intentando encontrar algo, cualquier cosa, que me ayudara a entender dónde estaba. Fue en la sala de estar donde encontré un álbum de fotos. Lo abrí con cuidado, esperando encontrar respuestas.

En las primeras páginas, vi fotos familiares: una pareja sonriente sosteniendo a una bebé rubia, rodeada de niñas mayores. Pasé las páginas con rapidez hasta que encontré una foto que me dejó paralizada. Era de un chico joven, con cabello rubio y una mirada tímida, sosteniendo una espada de madera.

Si no vas a Beacon, tendré que ir yo?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora