El calor húmedo de São Paulo era una bienvenida nostálgica que abrazaba a Valery tan pronto como bajó del avión. Los recuerdos de su niñez y las visitas esporádicas a su padre en Brasil llenaban su mente mientras ajustaba la mochila de Azul sobre su hombro. Levi, por su parte, corría entusiasmado delante de ella, sin poder contener su emoción.
—¡Mamá! ¡Mira esto! ¡Hay árboles gigantes por todos lados! —gritó Levi mientras señalaba la vegetación desde el taxi que los llevaba a casa de su abuelo.
Valery sonrió, observando cómo sus ojos brillaban de entusiasmo.
—Sí, cariño. Brasil tiene paisajes hermosos. Pero no te emociones demasiado; todavía tenemos que llegar y desempacar.
Azul, medio dormida en su regazo, abrió apenas un ojo para mirar por la ventana antes de volver a apoyarse en el pecho de su madre. El trayecto hasta la casa de su padre fue corto, pero cada esquina le traía a Valery un destello de familiaridad. Cuando el taxi se detuvo frente a una casa pintada en azul cielo, con un porche amplio decorado con plantas, la puerta se abrió antes de que ella pudiera bajar.
—¡Valery! ¡Mis nietos! —la voz del abuelo resonó desde la entrada mientras corría hacia ellos con los brazos abiertos.
Levi fue el primero en saltar del taxi y correr hacia él.
—¡Abuelo! ¡Mira cómo corro rápido como un coche de carreras! —gritó, extendiendo los brazos como si fueran alas.
—¡Eres más rápido que un Fórmula 1! —rió su abuelo, levantándolo en brazos. Luego dirigió su atención a Valery, quien descendía del taxi con Azul todavía dormida.
—Hija, bienvenida a casa.
—Gracias, papá. Azul está agotada, pero creo que con un poco de descanso estará bien.
El abuelo los llevó al interior, mostrando cada rincón de la casa mientras Levi exploraba emocionado. Valery sintió una sensación de alivio. Después de meses de estrés constante, finalmente tenía un lugar donde podía bajar la guardia, al menos por unos días.
Esa noche, después de haber acostado a los niños, Valery se dejó caer en el sofá con una taza de café en las manos. Mientras revisaba su teléfono, vio un mensaje que le arrancó una sonrisa. Era de Oliver.
"¿Cómo está Brasil?"
Se detuvo un momento antes de responder, pensando en cómo resumir lo que sentía. Finalmente escribió:
"Caluroso, pero familiar. Levi está encantado de estar con su abuelo."
La respuesta de Oliver no tardó en llegar.
"Perfecto. Oye, este fin de semana es el GP de Brasil. ¿Les gustaría venir a la carrera?"
Valery se quedó mirando el mensaje, considerando la propuesta. Sabía lo emocionado que estaría Levi, pero también pensaba en lo complicado que podría ser exponerse más a la cercanía con Oliver en un lugar tan público. Mientras pensaba qué responder, Levi apareció de la nada, espiando la pantalla de su teléfono.
—¿Es Oliver? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—¿Qué haces despierto? —Valery intentó cambiar el tema, pero Levi ya había visto suficiente.
—¡Dile que sí! ¡Quiero ver una carrera de cerca!
Antes de que pudiera objetar, Levi corrió hacia su abuelo.
—¡Abuelo! ¡Oliver quiere que vayamos a verlo correr!
Valery suspiró, viendo cómo su hijo no le dejaba otra opción. Finalmente, envió un mensaje de respuesta.
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Getaway Car ─ Oliver Bearman
ФанфикUn choque, una llamada perdida, y un Ferrari con la carrocería abollada. Para Oliver, conocer a esa misteriosa chica fue una suerte, pero ella lo ve como un desastre caro. Cuando descubre que no tiene idea de quién es él, Oliver decide aprovechar el...