Limpia

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—¿Hay algo que las chicas Device no sepan hacer? —pregunta discretamente haciendo un gesto señalando al cartel—. Además de seguir las normas de ortografía...

—Cocinar —responde el de negro sonriendo de lado por la pregunta—. Y no meterse en la vida de los demás, pero no les digas que te lo he dicho.

Aziraphale traga saliva con eso porque la verdad es que tiene hambre, cuando una mujer pelirroja y de mediana edad sale corriendo al encuentro de ambos al grito de "Anthony" para su sorpresa.

Crowley sonríe y desmonta de la yegua de un salto, acercándole las riendas del corcel marrón a esta.

—¡Tracy! ¡Es un gusto verte! —saluda mientras ella las toma y le pellizca un poco la mejilla a este.

—Uhm, señora —saluda Aziraphale con un gesto con el sombrero, mientras se baja también del caballo.

—Ya te echábamos de menos, gracias, querido —le sonríe—. ¿Quién es tu acompañante?

—Aziraphale Falafel, es un chico muy... —explica y se queda a medias sin saber cómo continuar esa frase.

—Ah, un gusto señor Falafel —interrumpe ella al notar la vacilación—. Pasen, pasen, yaya Agnes estaba haciendo gumbo.

—Ah, qué bien —comenta Crowley haciendo cierta sonrisa forzada y negando con la cabeza a Aziraphale, que frunce el ceño.

—D-De hecho, es Señor Fell. Aziraphale Fell —corrige el rubio mientras Crowley se va para dentro.

—Ah. Uhm, está bien, querido, no se preocupe —responde ella sin entender muy bien qué es lo que dice, pero estirando la mano hacia él para que le dé las riendas del caballo también.

—Le agradezco que nos deje... uhm... que nos invite —asegura, encajándole la mano sin darle las riendas y al notar que no era eso lo que ella quería carraspea y decide mejor seguir a Crowley, incómodamente.

Tracy se queda ahí con un palmo de narices y se va a acomodar los caballos al establo.

—¡El retorno del hijo pródigo! —exclama Crowley al entrar a la casa, que es de suelos de madera y paredes de mampostería, girando a la izquierda, siguiendo la luz de la lumbre y el olor fuerte y especiado hasta la cocina de armarios pintados de un amarillo brillante, donde hay dos mujeres, una anciana cocinando en una olla sobre un fuego y una muchacha de color estudiando en una mesa.

—¡Anthony! —exclama la menor levantándose y sonriendo para ir a abrazarle mientras Aziraphale entra pidiendo permiso a susurritos.

—Tú, ¡maleante! —ahí va la anciana también a saludar al pelirrojo, sonriendo y señalándole con una cuchara de madera del que gotea un mejunje de color indefinido.

—Oh, ¿traes a un amigo? —pregunta la menor al notar al otro hombre entrando, aunque Aziraphale está demasiado embelesado con la cantidad de ramilletes con plantas y botes de cosas que hay en las paredes de la estancia como para hacer caso.

—Es... Un amigo por otro, digamos —le hace un "cejas, cejas" a ella y esta se sonroja, porque... bueno, sí hasta hace un segundo le estaban echando la bronca por haber colado a un hombre en la casa.

—¡No somos amigos! —protesta Aziraphale sin que nadie le preste atención realmente.

—A ver cuánto me lo sacas de encima, voy a tener que subir el precio de la oferta—protesta la anciana agitando la cuchara hacia Crowley.

—Pero, Yaya...—lloriquea la menor.

—Ni yaya ni yayo, tú a estudiar —la riñe y da un golpe en la mesa con la cuchara, así que esta vuelve a sentarse—. Y tú —se gira a Crowley mirándole de arriba abajo—. Más te vale que comas que estás en los huesos y esta vez no me protestes —le riñe también y luego se gira a Aziraphale y vacila como si acabara de aparecer y obviamente sin saber quién es ni que hace en su casa—. Y tú...

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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