Expresso

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La empresa Lawrence era un imperio en muchos sentidos. Conocida por su carácter privado y su alcance internacional, esta compañía dominaba diversos mercados, produciendo una amplia gama de productos que se exportaban al extranjero. Su reputación era impecable, tanto por la calidad de sus bienes como por su estricta política de innovación. En el país, Lawrence no solo era un nombre, sino un sinónimo de éxito, perseverancia y legado.

Al frente de todo estaba Johnny Lawrence, el fundador y jefe indiscutible, un hombre conocido por su enfoque directo y su determinación para superar cualquier obstáculo. Justo detrás de él, ocupando una posición estratégica y clave en la organización, estaba su hijo, Robby Keene. Aunque Robby había demostrado ser un líder brillante y el segundo al mando ideal, había tomado una decisión firme que sorprendía a muchos: no llevar el apellido de su padre. Para él, ese gesto representaba su independencia y la construcción de su propio camino, incluso dentro de la empresa familiar.

Bajo su dirección, Lawrence se había convertido en un gigante de la industria, con oficinas en los principales puntos del mundo y contratos millonarios que aseguraban su hegemonía. Sin embargo, detrás de todo el lujo y las cifras astronómicas, había una historia de luchas, sacrificios y secretos que pocos conocían, secretos que incluso amenazaban con desestabilizar todo lo que la familia Lawrence había construido.

Robby Keene, a pesar de ser un hombre brillante en los negocios, apenas había alcanzado los treinta años. Su juventud contrastaba con la carga de responsabilidades que llevaba sobre sus hombros, no solo dentro de la empresa, sino también en su vida personal. Había crecido bajo la sombra de Johnny Lawrence, un hombre con una visión inflexible y un carácter imponente, lo que lo había obligado a madurar más rápido de lo que cualquier joven podría desear.

Sin embargo, lo que más marcaba su vida no era su éxito empresarial, sino un compromiso al que nunca tuvo la oportunidad de renunciar. Hacía apenas un año, Robby había sido obligado a casarse con Zara Malik, la hija de David Malik, el mejor amigo de su padre y uno de los principales socios estratégicos de Lawrence. La unión había sido presentada como una "alianza perfecta" entre las dos familias, una forma de consolidar aún más el poder y la influencia de ambas en el mundo empresarial.

Zara era todo lo que cualquier hombre podría desear: hermosa, inteligente y ambiciosa. Pero para Robby, no era más que una extraña con la que compartía un apellido en el papel. Su matrimonio era una transacción, un contrato firmado por conveniencia, sin un rastro de amor o elección. Aunque se mostraban como la pareja perfecta en los eventos de la alta sociedad, detrás de las puertas cerradas había una distancia insalvable, una fría formalidad que a menudo se transformaba en tensión.

Para Robby, el matrimonio no era más que otra obligación impuesta por su padre, otro recordatorio de que su vida no era realmente suya. Y aunque Zara parecía aceptar su destino sin demasiadas quejas, había momentos en los que sus miradas cargadas de reproche le dejaban claro que ella tampoco había tenido opción. Ambos eran prisioneros de un acuerdo que les prometía todo excepto libertad.

Pero Robby no sabía que aquel matrimonio, pensado para fortalecer el legado Lawrence-Malik, sería el comienzo de una cadena de eventos que pondría a prueba todo lo que creía saber sobre lealtad, ambición y el precio real del poder.

Ese día, en particular, Robby Keene estaba en su oficina, rodeado de archivos que necesitaban ser revisados con urgencia. Los documentos, contratos y reportes se apilaban sobre su escritorio, demandando su atención. Pero por más que intentaba concentrarse, sus ojos se desviaban continuamente hacia el ventanal que daba al área de trabajo de su secretaria.

Tory Nichols.

Ella había sido su secretaria durante el último año, y aunque Robby nunca lo admitiría en voz alta, era más que eficiente en su trabajo. Tenía una manera única de moverse, como si siempre estuviera un paso por delante de todo, manejando incluso las situaciones más caóticas con una calma envidiable. Sin embargo, esa no era la razón por la que Robby no podía quitarle los ojos de encima en ese momento.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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