volviendo a la normalidad

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Después de pasar un largo tiempo recuperándose en el hospital, Blitz finalmente logró salir, aún con secuelas físicas y emocionales de la tortura que había sufrido. El proceso de adaptación a su vida después de ese año perdido no sería fácil. Había estado alejado de su empresa, de sus amigos y, sobre todo, de su familia: Stolas y sus hijos, quienes lo habían esperado pacientemente durante todo este tiempo.

Stolas, que había sido su apoyo inquebrantable durante su convalecencia, estaba allí para él en cada paso del camino. Mientras Blitz comenzaba a retomar su lugar en la vida diaria, Stolas lo acompañaba, asegurándose de que se tomara las cosas con calma. A pesar de la tristeza y la frustración que sentía Blitz por todo lo que había perdido, Stolas no lo dejaba rendirse.

—Tomemos un día a la vez, Blitz —le decía Stolas, abrazándolo por detrás mientras Blitz miraba por la ventana, perdido en sus pensamientos—. Lo más importante ahora es que estás aquí, con nosotros, y juntos superaremos cualquier obstáculo.

Loona y Octavia también estaban a su lado, aunque más calladas de lo habitual, sentían el dolor de ver a su padre tan frágil después de todo lo que había sucedido. A veces, Blitz notaba cómo su hija menor, Loona, lo observaba con preocupación, pero también veía en su mirada un destello de esperanza, una luz que lo empujaba a seguir adelante.

Durante los primeros días, Blitz apenas podía concentrarse en su trabajo. La empresa, I.M.P., había seguido operando sin él, pero se sentía desconectado de todo lo que había construido. Moxxie y Millie, con quienes había pasado tantas aventuras, lo apoyaban y lo motivaban a regresar a la oficina, aunque Blitz se mostraba renuente. A pesar de su deseo de reanudar sus labores, las cicatrices, tanto físicas como emocionales, seguían siendo un recordatorio constante de lo que había vivido.

Stolas fue quien lo impulsó a dar ese primer paso hacia la normalidad. Una tarde, mientras Blitz descansaba en el sofá, Stolas le ofreció una taza de té, como si fuera el gesto más sencillo del mundo.

—¿Te gustaría ir a dar un paseo? —le preguntó Stolas con una sonrisa suave, un gesto de apoyo, no solo físico, sino emocional.

Blitz lo miró con una sonrisa tímida, agradeciendo el esfuerzo de Stolas por hacerlo sentir bien, aunque aún sentía la pesadez de los recuerdos recientes. Aún así, aceptó.

Juntos, pasearon por el jardín de su mansión, disfrutando del aire fresco y del pequeño momento de tranquilidad. En ese instante, Blitz se dio cuenta de que aunque había perdido un año entero de su vida, aún le quedaba lo más importante: el amor y el apoyo de su familia.

Con cada día que pasaba, Blitz iba recobrando poco a poco su confianza. Empezaba a tomar las riendas nuevamente de su empresa, con Stolas a su lado, y sus hijos, que lo apoyaban más de lo que había imaginado. Aunque la tortura y el secuestro lo habían marcado, Blitz entendió que lo que realmente importaba era cómo seguir adelante, rodeado de su familia.

Un día, mientras Blitz caminaba con Stolas por la casa, se detuvieron frente a una ventana que daba al jardín. Blitz miró las flores que Stolas había plantado con tanto cuidado, luego miró a Stolas a los ojos.

—Gracias… por no darme por perdido —le dijo Blitz, con una sonrisa sincera y llena de gratitud.

Stolas sonrió con ternura y lo abrazó. —Nunca te dejé, Blitz. Y nunca lo haré.

Era un nuevo comienzo para ambos, y aunque el pasado seguía ahí, ellos sabían que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

Blitz miró a Stolas con una mezcla de gratitud y cariño, sintiendo que, a pesar de todo lo que habían pasado, lo único que realmente importaba era el presente, el aquí y el ahora. El aire se volvió más denso con la emoción que compartían, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera por un momento.

Nuestro Futuro Perfecto/STOLITZ 💕/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora