Un humano sin nombre avanzaba tambaleante por un bosque, con un brazo gravemente herido. Sus ojos estaban cubiertos de sangre que emanaba de una herida en su cabeza. Tropezando y con la visión borrosa, finalmente llegó a una ciudad llamada Ponyville...
Light se levantó con determinación, sabiendo que hoy sería un día trascendental. Tras un rápido aseo, se puso el elegante traje que Rarity había confeccionado especialmente para él. El día prometía ser especial, pues recibiría enseñanzas de las princesas Celestia y Luna, quienes lo esperaban en el emblemático castillo de Canterlot.
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Con todo en orden, salió de la biblioteca, despidiéndose con una sonrisa de Twilight y Spike. Se dirigió a la estación de tren con paso decidido, aunque sintiendo un ligero nudo de nervios en su estómago. Sin embargo, optó por mantener la calma y serenidad, sabiendo que era crucial controlar la oscuridad que residía en su interior.
Mientras esperaba el tren, reflexionó sobre la importancia de las lecciones que recibiría de Celestia y Luna. Nadie mejor que ellas para guiarlo en su camino de autodescubrimiento y en el manejo de sus poderes. Con una mezcla de emoción y respeto, Light estaba listo para enfrentar los desafíos que el día le presentaría.
Mientras el tren avanzaba hacia Canterlot, Light se acomodó en su asiento y cerró los ojos, dejándose llevar por pensamientos de estrategia. Imaginaba cómo podría mejorar en el entrenamiento con espadas contra la princesa Celestia, quien, con miles de años de experiencia, era toda una experta en combate.
"Tengo que saber sus patrones"
Se dijo, repasando mentalmente posibles movimientos y tácticas. Recordaba con claridad la última vez que se enfrentó a ella; había sido un desastre. En apenas 10 segundos, Celestia lo había vencido sin esfuerzo. Fue un golpe a su orgullo, pero también una lección importante.
Mirando por la ventana, Light se recordó a sí mismo que lo importante era mejorar. No era solo cuestión de ganar, sino de aprender y adaptarse. Las enseñanzas de Celestia eran una oportunidad para crecer, y estaba decidido a sacar el máximo provecho, entendiendo no solo las técnicas de combate, sino también la sabiduría que venía con ellas.
Finalmente, el tren llegó a la estación de Canterlot. Al descender, Light fue recibido por algunos guardias que le hicieron una reverencia, un gesto que aún le resultaba un poco extraño pero al que comenzaba a acostumbrarse. Mientras avanzaba por las calles de la ciudad, notó que los ponis lo observaban con interés, aunque ya más habituados a su presencia humana en Equestria.
Caminó con paso seguro hacia el castillo, disfrutando del ambiente majestuoso de la ciudad. Al llegar a las imponentes puertas del castillo, las abrió con decisión y se adentró en los amplios pasillos, sintiendo la familiar serenidad del lugar. Su destino era la sala del trono, donde las princesas Celestia y Luna lo esperaban para la sesión de entrenamiento.
Al llegar finalmente a la sala del trono, Light intentó hacer una reverencia, aunque de manera algo torpe, pues nunca se había sentido del todo cómodo con las formalidades elegantes. Sin embargo, no dejó que eso lo detuviera y saludó a las princesas con su habitual cordialidad.
