Un humano sin nombre avanzaba tambaleante por un bosque, con un brazo gravemente herido. Sus ojos estaban cubiertos de sangre que emanaba de una herida en su cabeza. Tropezando y con la visión borrosa, finalmente llegó a una ciudad llamada Ponyville...
El humano avanzaba sin rumbo definido por un bosque oscuro, su brazo herido colgando a su lado. La sangre fluía lentamente de una herida en su cabeza, cada gota marcando su camino en la penumbra. Jadeando y quejándose por el dolor constante, se movía sin saber cómo había llegado a ese lugar ni qué había ocurrido.
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"No cierres los ojos..."
Se repetía mentalmente, mientras sus párpados pesaban con el cansancio y el dolor. Sentía que no podía continuar, pero sabía que debía encontrar un lugar seguro, aunque no tuviera idea de adónde dirigirse. Cada paso que daba dejaba manchas de sangre en el pasto del bosque, un testimonio silencioso de su sufrimiento.
"Vamos, sigue adelante, no es momento de rendirse"
Se decía a sí mismo en un intento de aliento, aunque no podía evitar maldecir en voz baja, preguntándose cómo había terminado en semejante situación.
Al salir del bosque, el humano herido llegó a una pequeña ciudad. La oscuridad de la noche se cernía sobre las calles vacías, otorgándole un aire de soledad y abandono. Las luces tenues que se filtraban por algunas ventanas eran su única compañía, mientras avanzaba tambaleante, sus pasos resonando en el silencio nocturno.
A medida que caminaba por la ciudad, observaba las casas coloridas que parecían tan ajenas a su dolor. Sus pensamientos estaban centrados en encontrar ayuda, aunque su voz apenas podía elevarse por encima de un susurro debido a la debilidad.
"¿Hay alguien ahí?"
Murmuraba, esperando que alguna alma caritativa lo escuchara y saliera en su auxilio. Finalmente, sus pasos lo llevaron hasta una estructura imponente, una casa en forma de árbol gigante que se alzaba majestuosa en medio de la ciudad.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, apenas pudo articular un llamado de auxilio antes de que sus rodillas cedieran. Cayó al suelo, sus ojos cerrándose lentamente mientras su conciencia se desvanecía en la tranquilidad de aquella noche solitaria.
...
..
.
En la penumbra de su inconsciencia, el humano escuchaba fragmentos de conversación, voces que flotaban a su alrededor como ecos distantes.
"Twilight, no sabemos qué es...
Dijo una voz infantil, cargada de incertidumbre. Aunque no podía ver nada, esas palabras penetraron en su mente confusa.
"No importa, Spike... aún así, debo decirle a la Princesa Celestia"
Respondió una voz identificada como Twilight, resuelta y decidida a informar a la misteriosa Celestia. En su estado, el humano solo podía escuchar, atrapado en un limbo entre la realidad y el olvido, mientras aquellas voces tejían un nuevo capítulo en su historia.
El humano, aun sintiéndose débil e inmóvil, logró abrir lentamente los ojos. Lo que vio le resultó sorprendente: frente a él, las figuras que hablaban no eran humanas. Una pony de color violeta, con un cuerno en la frente que indicaba su naturaleza de unicornio, lo miraba con interés.
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Junto a ella, un pequeño dragón con escamas púrpuras y verdes, evidentemente Spike, reaccionó con sobresalto.
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"¡Ah! Twilight, esa cosa despertó"
Exclamó Spike, retrocediendo rápidamente para refugiarse detrás de Twilight. La unicornio, por su parte, solo suspiró ante la reacción del dragón.
Con una mezcla de curiosidad y precaución, inclinó la cabeza mientras observaba al humano, intentando descifrar qué o quién era exactamente este extraño visitante en su mundo. Twilight, sintiendo una mezcla de curiosidad y cautela, dio un paso adelante. Con su voz suave y firme, le preguntó al humano.
"¿Quién eres? ¿Qué eres?"
Sin embargo, el humano permaneció en silencio, su mente atrapada en un torbellino de confusión. No podía dejar de asombrarse ante la inusual presencia de una pony y un dragón que hablaban, cuestionándose si todo esto era real o producto de su delirante estado.
Mientras sus pensamientos giraban, su mirada se desvió hacia su propio cuerpo. Las vendas en su pecho y cabeza eran evidentes, y el dolor punzante que sentía era demasiado real para ser ignorado.
A pesar de la incomprensión que lo rodeaba, la certeza de su situación lo mantenía anclado. Sin embargo, las palabras que intentaban salir de su boca se negaban a formar, dejando a Twilight con la inquietante sensación de que había más en este humano de lo que parecía.
