Gojo no había dormido. Desde que recibió la noticia, los minutos parecían estirarse interminablemente, arrastrándolo a un abismo de pensamientos que no podía silenciar. Se encontraba solo en la azotea de la academia, donde el viento frío de la noche despeinaba su cabello. El cielo estaba despejado, pero no había consuelo en las estrellas que brillaban indiferentes.
Suguru Geto había sido mucho más que un amigo. Para Gojo, él era su equilibrio, la única persona que podía entenderlo de verdad, ver más allá del brillo y la arrogancia que mostraba al mundo. Y ahora, ese equilibrio se había roto.
"No entiendo cómo llegamos aquí," murmuró Gojo, como si hablara con la noche misma. "¿En qué momento dejé de ser suficiente para él?"
Los recuerdos lo golpearon como un torrente. Las risas compartidas, los sueños que construyeron juntos, las conversaciones que duraban hasta el amanecer. Y ahora, esas memorias eran un recordatorio cruel de todo lo que había perdido.
Al día siguiente, Gojo recibió un aviso. Geto había sido visto en un pequeño restaurante en la ciudad. Y aunque todo en su ser le decía que no fuera, que dejarlo ir era lo más sensato, no podía evitarlo.
Cuando entró al lugar, lo vio de inmediato. Geto estaba sentado junto a la ventana, su figura iluminada por la luz cálida del sol que entraba. Parecía tranquilo, como si nada hubiera pasado, como si no cargara con el peso de sus acciones. Pero Gojo sabía que era una fachada.
Caminó hacia él, y aunque sus pasos eran firmes, su corazón latía con fuerza. Cuando llegó, Geto levantó la vista y lo miró. Sus ojos se encontraron, y por un momento, fue como si el tiempo retrocediera, como si nada hubiera cambiado.
"Satoru," dijo Geto, con una voz tranquila, pero con un trasfondo de melancolía que no podía esconder.
Gojo se sentó frente a él, sin apartar la mirada. "¿Por qué?" preguntó, directo, sin rodeos.
Geto desvió la mirada, mirando por la ventana como si buscara una respuesta en el mundo exterior. "Sabes por qué," dijo finalmente. "No puedo seguir fingiendo que este mundo es justo. No puedo seguir luchando por algo que está podrido desde sus raíces."
"¿Y eso justifica lo que hiciste?" Gojo replicó, su voz subiendo apenas un tono. "Matar a personas inocentes... ¡Suguru, no eras así!"
Geto sonrió, una sonrisa triste que no alcanzó sus ojos. "Tal vez no era así antes. Pero la verdad es que siempre tuve esto dentro de mí. Tú simplemente no lo viste."
Gojo golpeó la mesa con la palma de la mano, su frustración palpable. "¡No digas eso! Te conozco mejor que nadie, Suguru. Sé que aún hay algo de ti... algo del Suguru que amaba este mundo."
El uso de la palabra amaba hizo que Geto se tensara. Sus manos descansaban sobre la mesa, y por un momento, Gojo vio cómo temblaban. Pero Geto no respondió de inmediato.
"Eso fue antes, Satoru," dijo finalmente, su voz apenas un susurro. "Antes de que todo se desmoronara. Antes de que me diera cuenta de que nunca podría salvarlos."
"¿Salvar a quiénes? ¿A los no hechiceros? ¿A los hechiceros? ¡Podrías haber salvado a todos si hubieras dejado que te ayudara!" Gojo inclinó su cuerpo hacia adelante, como si intentara acortar la distancia emocional entre ellos. "No tenías que cargar con esto tú solo."
Geto lo miró entonces, y en sus ojos había algo que Gojo no había visto antes: resignación. "Siempre estuvimos en caminos diferentes, Satoru. Tal vez intentamos caminar juntos, pero al final, nuestros destinos nunca fueron los mismos."
Las palabras golpearon a Gojo como un puñetazo. "¿Eso es lo que crees? ¿Que simplemente estábamos destinados a separarnos?"
"No solo lo creo," dijo Geto, poniéndose de pie lentamente. "Lo sé."
Gojo también se levantó, sus manos apretadas en puños. "Si das un paso más lejos, Suguru... juro que haré todo lo que pueda para detenerte."
Geto sonrió de nuevo, una sonrisa llena de tristeza. "Y yo haré todo lo que pueda para seguir adelante."
El silencio que siguió fue insoportable. Finalmente, Geto dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.
"Suguru," dijo Gojo, su voz temblando ligeramente. Geto se detuvo, pero no se dio la vuelta.
"Esto no tiene que terminar así," continuó Gojo. "Siempre habrá un lugar para ti... conmigo."
Por un momento, pareció que Geto iba a responder, que tal vez cambiaría de opinión. Pero en lugar de eso, simplemente dijo: "Gracias, Satoru. Por todo."
Y con esas palabras, se fue, dejando a Gojo solo en un lugar que ahora parecía vacío, incluso con todas las mesas llenas de personas.
Gojo se quedó de pie, mirando la puerta por la que Geto había salido. Sabía que era el comienzo de algo más grande, algo que podría destruirlos a ambos. Pero en ese momento, lo único que podía sentir era la pérdida de la única persona que alguna vez había significado todo para él...
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sombras del infinito
RomanceEn un mundo donde el poder y la lealtad se mezclan en la oscuridad de los hechiceros, Satoru Gojo y Suguru Geto fueron una vez compañeros inseparables. Juntos, soñaban con cambiar el destino del mundo jujutsu, pero a medida que el tiempo pasa, las g...