la primera grieta

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La tarde era cálida, como la mayoría de las que pasaban entrenando en la academia Jujutsu. Satoru Gojo caminaba por los pasillos con su sonrisa característica, esa que siempre dejaba claro que el mundo no tenía nada que ofrecerle que pudiera desafiarlo. Sin embargo, ese día algo le inquietaba. Algo pequeño, pero lo suficiente para que, por un instante, sus pensamientos se desordenaran.

A su lado, Suguru Geto caminaba en silencio, como de costumbre. Siempre sereno, siempre calculador. Gojo siempre lo había admirado por eso. Geto era… diferente. Era el único con el que compartía todo, y su presencia era lo único que lo mantenía anclado a la realidad en medio de tanta arrogancia y poder.

Pero algo había cambiado últimamente. Geto estaba más callado, más ausente. No había la misma chispa en sus ojos, esa que siempre lo hacía tan intrigante. Gojo lo notaba, y aunque intentaba ignorarlo, esa sensación de vacío lo inquietaba de maneras que no podía explicar.

"¿Todo bien, Geto?", preguntó Gojo mientras se apoyaba despreocupadamente contra una pared. Su tono era casual, pero había algo en su mirada que delataba la preocupación.

Geto, como siempre, le lanzó una sonrisa tranquila. "Sí, todo bien. Solo pensando."

Gojo frunció el ceño, pero no dijo nada más. Sabía que Geto no era de compartir fácilmente lo que pensaba, y aunque él también tenía su propio caos interno, siempre encontraba la manera de dejarlo atrás en cuanto se trataba de misiones o entrenamientos. Pero hoy... no era igual. La atmósfera entre ellos había cambiado.

"Vas a hacerme pensar que tienes algo guardado, Geto," bromeó Gojo, tratando de aligerar el ambiente. Pero Geto solo le dedicó una sonrisa breve, casi forzada, antes de seguir adelante.

A medida que llegaban al campo de entrenamiento, Gojo no podía evitar notar cómo sus pasos coincidían con los de Geto, pero por una extraña razón, esa sincronización ya no le resultaba tan reconfortante. Había una distancia invisible entre ellos que no podía ver, pero sí sentir.

Comenzaron el entrenamiento, y Gojo desbordaba energía, como siempre. Su poder era infinito, pero algo no se sentía bien. Cada vez que veía a Geto, su mente se nublaba por un segundo, como si algo en su interior estuviera tratando de decirle algo que no lograba comprender.

Golpe tras golpe, movimiento tras movimiento, Gojo se dio cuenta de que estaba distraído. Geto, con su postura seria, con su mirada fija y casi distante, no parecía estar completamente presente. Pero lo que más desconcertaba a Gojo era cómo su amigo, por más indiferente que intentara parecer, parecía tener una energía diferente a la de antes. Algo que lo atraía, aunque él no lograba identificarlo.

"Geto, ¿qué te pasa?" Gojo dijo, su tono ahora menos juguetón y más directo. "Tienes la mirada perdida. Es como si estuvieras en otro mundo."

Geto se detuvo y lo miró por un momento. Los ojos de Gojo no podían evitar buscar algo en su expresión, pero algo en la mirada de Geto lo descolocó. No era enojo, no era tristeza... era algo más profundo, algo que no podía identificar.

"Lo siento, Gojo. Solo estoy pensando," respondió Geto, su voz tranquila pero vacía. "Es solo que... a veces las cosas cambian."

La declaración de Geto resonó en el aire por unos segundos. Gojo frunció el ceño, pero en lugar de preguntar más, un pensamiento incontrolable apareció en su mente: ¿Y si eso incluye a mí?

Pero no dijo nada. No podía admitir lo que sentía, ni siquiera ante sí mismo. Y lo que era aún más extraño, era que no sabía si lo que sentía por Geto era solo una profunda admiración, o algo más que no entendía aún.

"De acuerdo," dijo Gojo finalmente, tratando de ocultar la creciente sensación de incomodidad. "No me hagas caso. Vamos a terminar esto."

Pero, mientras continuaban con el entrenamiento, algo había cambiado en Gojo. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de Geto, un extraño nudo se formaba en su pecho. No sabía qué era, pero definitivamente no era algo que hubiera sentido antes.

sombras del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora