Roja carmesí es la sangre que se torna si declaras ser una bruja. Atrapado en un castillo hecha de carne y órganos, Kaveh, un amo de llaves, deberá buscar la manera de escapar de las manos de un Dios desconocido que lo asecha hasta en sus pesadillas
Todos los eventos que suceden en la tierra y anomalias tienen un inicio y un final, aunque este aún no lo tiene. Un día un niño ascendió del cielo, muchos de los rumores que se recorrían en las bocas de los demás decía que no era un niño, si no una criatura inmortal o el mismo Dios. La sociedad en ese momento estaba colapsando, habían reconocido aquella profecía y con toda la fé creyeron que aquel niño que ascendió era el ser místico.
Ellos lo creyeron fielmente y poco a poco les entregaron sus almas, dejando el plano terrenal sus carnes inútiles qur se desperdiciaron, pero pronto toda esa basura se convirtió en un castillo donde los horrores jamás iban a terminar. Las personas que estaban en contra de aquella filosofía fueron despojados al vacío y los más vulnerables se convirtieron en sujetos de experimentos, la felicidad se acabó rindiendose y dió pie a la melancolía del hombre y más lujuria, algo aún estaba fallando y el plan tuvo que retrasarse. En el castillo se hacían sacrificios, los corazones humanos son el alimento fundamental para aquel Dios, aunque había mucha fé nadie jamás conoció su rostro, y todos aquellos que son sujetos de experimentos acabarán al final siendo sus presas.
Antes de eso, debían investigar las anomalias que traían el mundo con el poder de las brujas, aquel Dios aún no podía revivir por completo sin que todo el mundo creyera en él, anhelaba el saber y todo el conocimiento del mundo y luchó por tenerlo, sin embargo toda aquella minoría había uno solo que no consideraba que él estuviera correcto. La gente murió y los animales también, solo quedaba la devastación del mundo, no había ningún Dios que pudiera ayudarlos porque había fallecido, a causa de que la humanidad decidió alejarse de él. Los sueños que anhelaban, la libertad y el cariño de un rebosante amor se esfumó para dar comienzo al infierno ardiente en vida, rasgando la tierra como si fuera débil y vulnerable, construyendo un sistema donde los humanos tendrían dos roles: ser sujetos experimentos o realizar macabros experimentos y echar la culpa a quienes no estaban de acuerdo con aquellos roles.
Las influencias lastimosamente fueron fatales, millones de felicidades fueron dañadas y en consecuencia, quitaron miles de memorias y la desesperanza gobierna en este mundo dando solo la opción de creer en aquel Dios.
Mientras Kaveh escuchaba cada palabra quedaba petrificado, él siempre supo que había algo oscuro detrás sin embargo, siempre quiso creer en aquellas mentiras, ahora mismo era denominada una "Bruja" en la sociedad del castillo, seguramente su versión del pasado, ignorante y ajeno ante estas creencias consideraría que es un asco ser una bruja, pero lo pensó bien y aquel título le encajaba perfectamente bien.
—Y bien, eres el único capaz de regresar allá y cambiar las cosas, ojalá lo logres. —Prefiero morir antes de que más lagrimas de dolor salgan por culpa de mi ignorancia.
Después de cenar con las brujas se dirigieron hasta una puerta de cristal con grabados de rosa, en él interior se hallaban unas escaleras que lucian infinitas que llegaban hasta el cielo, Nilou le dijo que aquellas escaleras lo llevarían de nuevo al castillo y por supuesto que Kaveh sin ninguna vacilación comenzó a pisar cada peldaño atreviendose a enfrentar al Dios desconocido y destruir el sistema. Pero cayó en un sueño profundo antes de subir casi todos los peldaños.
Cuando despertó estaba en la habitación de Alhaitham, él estaba desnudo durmiendo plácidamente, confundido observó la pared donde se encontraba la ventana pero se sorprendió al hallarse frente al frio concreto, se levantó de la cama y sentó en el tocador para cepillar su cabellera rubio ceniza intentando que sus pensamientos negativos le provocaran nervios, esa podría ser la última vez que pudiera verse precioso en el espejo así que aprovechó toda la semana que podría para vivir al máximo.
Era un día normal en aquel castillo, los gritos, los tormentos y la sensación de incomodidad inundaba el lugar, ocurrió otro suicidio como era de esperarse, sin embargo nadie se habia percatado de su ausencia, era como si se hubiera detenido el tiempo podría ser que la multitud vivieran en la ignorancia pero él aún mantenía esos recuerdos fríos e intactos, había cambiado mucho desde que se encontró con la filosofia de las brujas, no podía detenerse a pensarlo, era en 3 días que ocurriría su plan de liberarlos a todos.
Y cayó la noche, sigilosamente la luna apareció en las nubes y Kaveh se hallaba pintando un cuadro antes de acostarse a dormir, Alhaitham que estaba en el rincón de la cama lo observaba de vez en cuando mientras leía un libro. Solo las brochas del pincel resonaban en la habitación, Kaveh le dió un poco de miedo hablar con ese Alhaitham, consideraba que tal vez era una ilusión engañosa, ni siquiera había podido alcanzar todas las escaleras no tenía sentido que pudiera haber llegado al castillo real. Sin embargo, a pesar de que no recordara nada, en toda su infancia se dedicó a contemplar a Alhaitham, podría saber exactamente todas sus cicatrices y el color exacto de su pelo, aunque su personalidad era un verdadero misterio.
—Sí tuvieras el poder de los milagros, ¿qué desearias? —rompió el hielo del ambiente, mientras se soltaba el pelo preparándose para dormir. —Sería mejor para mí investigar cómo funciona ese poder. —Qué aburrido, bueno... Piensa que funciona con el poder de la fé. ¿Cuál sería tu deseo? —reposó sus brazos sobre los hombros de Alhaitham para darle un abrazo y luego acariciar su melena.
—Primero me gustaría saber... —deslizó un pequeño diario desde sus bolsillos—. ¿Por qué tienes esto?
Era el diario donde guardaba las fotos de algunos de los hombres que espiaba, se había olvidado de aquello desde la llegada de Alhaitham, su excusa podría ser simple: es un simple pasatiempo, no hay mucho detrás de ello así que le sonrió nerviosamente y le contestó.
—No vas a empezar un alboroto, son solo musas.
Alhaitham se calló y no le concedió más importancia, se revolcaron en la cama para llenarse de besos salvajes y apasionados.
—Aún no me has contestado —habló Kaveh mientras Alhaitham le abría lentamente el cierre del vestido. —Solamente quiero matar al Dios y estar a tu lado.
Entonces se mordieron los labios tanto que se llenaron de sangre los edredones, comenzó a elevar la temperatura en sus cuerpos fríos y los gemidos inundaron aquella penumbra en la habitación.
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¿Cuantos capítulos llevamos? Perdón si todo se ve confuso, intentaré arreglarlo, o no lo sé, tal vez no lo haga. De todos modos hay dibujito nuevo de los bebés Alhacen y Kaveh
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