𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐦𝐚 𝐬𝐞 𝐫𝐨𝐦𝐩𝐞.

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Ya eran las 12 de la tarde y aún no había despertado.
Escuché cómo abrieron la puerta de mi habitación y abrieron las cortinas ocasionando que el sol golpeara más fuerte mi cara. Me vi en la obligación de abrir los ojos y vi a mi mamá parada frente a la cama.

—Coño... ma. No me asustes así.— Dije sentándome de golpe.

—Ay, exagerada. Mejor levántate que ya me voy.

—¿Qué hora es?— Pregunté.

—Las 12.

—¿Y por qué vas tan tarde a trabajar?

—Me cambiaron el horario hoy.

—Ah... bueno. Déjame dormir un rato más.

—No, señorita. Angel salió y no tiene llave, quédate despierta para cuando el venga le abras.

No dije nada porque sabía que no tendría otra opción. Me levanté de la cama y me metí al baño. Me bañé, me cepillé y salí. Me puse algo casual para estar en la casa y bajé a prepárame el desayuno. Me hice una tostada de queso con un poco de jugo de limón. Me senté en la sala y me puse a ver una película en lo que comía. Luego de un buen rato, aún no habían señales de Angel. Me preguntaba a dónde salía con tanta frecuencia. Recogí un poco la cocina y la sala. Iba a subir las escaleras para irme a mi habitación, pero escuché toques en la puerta. Camine hacia ella y abrí la puerta pensando que era Angel, pero no. Afuera habían tres tipos con la cara cubierta y pistolas en mano. Me quedé en shock por unos segundos. Cuando reaccioné traté de cerrar la puerta, pero uno de los tipos interpuso su pie en ella. Empujó la puerta bruscamente, lo que ocasionó que yo cayera al piso. Uno de ellos se agachó y me tomó de la mandíbula.

—Tú debes de ser la hermanita de Angel, ¿no?—Preguntó aún agarrando mi mandíbula con firmeza. Yo no respondí, solo me limite a mirarlo.

—¿Con que no hablas...?, bien. Le dirás a tu hermano que me entregue lo que me debe, o tendré que cobrarle con otra cosa que no le gustará.— Dijo mirándome de arriaba a abajo. Me soltó y se levantó, camino hacia la puerta, susurró algo a uno de sus hombres, aún sin irse de la puerta.

—Idiota.— susurré.

—Ah, si hablas.— Me congelé al escucharlo. Me levanté del suelo y lo miré.

—Ya dijiste todo lo que tenías que decir, ya lárgate.

—Ay, muñeca... eres brava.

—Lárgate.— Él me miro y rio en voz baja.

—Nos vemos.— Dijo y salió de la casa.

Cerré la puerta y suspiré aliviada.
—Maldita seas, Angel.— Maldije mientras buscaba mi teléfono. Le marqué a Angel, pero no recibía respuesta de su parte. Me frustraba mucho ver que ni siquiera dejaba un mensaje. Tire mi teléfono a un lado y me recosté de la puerta intentando calmarme y pensando en que hacer. Al no recibir respuestas de Angel, decidí dormir un rato para relajarme. Subí a mi habitación y me acosté. Mi teléfono comenzó a vibrar, abrí mis ojos y vi que era Dd. Mierda, había olvidado que quedé con él. Me levanté de golpe de la cama y contesté.

—Hola.

—Hey... ¿Cómo estás?

—Estoy bien, ¿y tú?

-𝐂͜𝐥͜𝐚͜𝐧͜𝐝͜𝐞͜𝐬͜𝐭͜𝐢͜𝐧͜𝐨͜ - 𝐃͜𝐝͜ 𝐎͜𝐬͜𝐚͜𝐦͜𝐚͜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora