Capítulo 1: Encuentros inesperados

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Valmira tenía un ritmo propio, una mezcla entre lo moderno y lo nostálgico. Devone pasaba las tardes en el café de la esquina, trabajando desde su laptop y disfrutando de la música suave que siempre parecía encajar con su estado de ánimo. Ese día no era diferente, o al menos eso pensó hasta que una figura desconocida entró apresuradamente al lugar, llevando consigo una cámara al cuello y un aire despreocupado.

Pat buscó una mesa libre, pero el lugar estaba lleno. Sus ojos recorrieron el café hasta detenerse en Devone, quien estaba sentada sola frente a una taza de café y una pila de notas.

—¿Te molesta si me siento aquí? —preguntó, señalando la silla frente a ella.

Devone levantó la mirada, sorprendida por la interrupción. No era común que alguien rompiera su rutina de esa manera.

—Claro, adelante —respondió con una ligera sonrisa, intentando concentrarse de nuevo en su pantalla.

Al principio, cada uno se mantuvo en lo suyo. Pat revisaba sus fotos en la cámara, murmurando ocasionales quejas sobre la luz, mientras Devone intentaba concentrarse en su trabajo. Pero la curiosidad pudo más.

—¿Fotógrafo? —preguntó Devone, rompiendo el silencio.

—Algo así. Documentalista, en realidad. Estoy trabajando en un proyecto sobre ciudades costeras como esta —respondió él, girando la cámara para mostrarle algunas imágenes. Eran fotos de Valmira, pero no las típicas. Cada toma parecía capturar una emoción, como si la ciudad misma tuviera algo que decir.

La conversación fluyó con una naturalidad que sorprendió a ambos. Hablaron de música, libros y películas, saltando de un tema a otro sin esfuerzo. Devone se encontró riendo más de lo que recordaba haberlo hecho en meses. Pat, por su parte, se sintió cómodo en una forma que no había experimentado en años.

Al despedirse, Pat dejó una tarjeta en la mesa.

—Si alguna vez necesitas un fotógrafo, ya sabes dónde encontrarme.

Devone tomó la tarjeta sin decir mucho, pero algo en su pecho le dijo que este encuentro no sería el último.

Esa noche, mientras revisaba sus notas, encontró la tarjeta y, por impulso, buscó su perfil en Instagram. Las fotos eran tan impresionantes como había imaginado, pero lo que más le llamó la atención fueron los pies de foto. Eran melancólicos, casi tristes, como si cada imagen estuviera hablando de algo perdido.

Sin darse cuenta, Devone había pasado horas recorriendo su perfil, con la sensación de que acababa de abrir la puerta a algo que cambiaría su vida para siempre.


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