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El viento soplaba suavemente en Auradon mientras el grupo de villanos continuaba planeando su próximo movimiento. Aunque la ceremonia de coronación aún estaba a semanas de distancia, sabían que el tiempo era crucial. Cada paso debía ser cuidadosamente calculado para no levantar sospechas.

En el Ala Norte del Castillo...

Hyunjin, Minho, Bangchan y Changbin se reunieron nuevamente en su escondite habitual. Esta vez, la tensión era palpable. La presión aumentaba, y cada uno tenía un papel importante en el plan.

—Necesitamos acelerar el proceso —comenzó Minho, con los brazos cruzados—. No podemos simplemente esperar a que la ceremonia llegue.

Changbin asintió, apoyado contra la pared.

—Estoy de acuerdo. Cuanto más tiempo pase, más riesgos corremos.

Hyunjin, sin embargo, permanecía en silencio, perdido en sus propios pensamientos. Desde que había conocido a Felix, algo en su interior había empezado a cambiar, aunque intentaba ignorarlo.

—Hyunjin, ¿estás con nosotros? —preguntó Bangchan, rompiendo el silencio.

Hyunjin levantó la cabeza, sacudiéndose sus pensamientos.

—Sí, estoy aquí. Y tengo una idea...

Los demás lo miraron expectantes.

—Voy a lanzar un hechizo —continuó Hyunjin—. Un conjuro para que Felix se enamore de mí. Si está enamorado, será más fácil manipularlo para que me acerque a la varita.

Minho arqueó una ceja.

—¿Un hechizo de amor? ¿No es un poco extremo?

—No hay nada extremo cuando se trata de cumplir nuestro objetivo —respondió Hyunjin con firmeza—. Esto es necesario.

Bangchan dudó por un momento, pero luego asintió.

—Si crees que puedes hacerlo sin levantar sospechas, adelante. Pero ten cuidado. Si algo sale mal, podríamos perderlo todo.

—Lo sé —dijo Hyunjin, con los ojos brillando de determinación—. No fallaré.

Más tarde, en los jardines...

Felix estaba sentado bajo un árbol, disfrutando de la brisa fresca. Había estado sintiendo una extraña atracción hacia Hyunjin últimamente, y no sabía cómo manejarlo. ¿Era real o solo estaba confundido por la presión de todo lo que estaba sucediendo?

Hyunjin apareció detrás de él, con una sonrisa suave.

—¿Te importa si me uno? —preguntó, rompiendo el silencio.

Felix levantó la vista, sorprendido pero no incómodo.

—Claro, supongo.

Hyunjin se sentó a su lado, sacando un pequeño libro de su bolsillo. Aunque parecía un simple texto de poesía, en realidad era el grimorio donde había preparado el hechizo de amor.

—¿Te gusta leer? —preguntó Hyunjin, intentando sonar casual.

Felix asintió, mirando el libro con curiosidad.

—Sí. ¿Eso es poesía?

Hyunjin sonrió.

—Más o menos. Es... especial. ¿Puedo leerte algo?

Felix asintió, intrigado. Hyunjin abrió el libro, recitando en voz baja las palabras del conjuro mientras aparentaba estar leyendo un poema. Las palabras flotaron en el aire, casi como si tuvieran vida propia, y una suave brisa acarició a Felix, haciendo que su mirada se suavizara.

Cuando Hyunjin terminó, guardó el libro y lo miró directamente a los ojos.

—¿Qué te pareció?

Felix parpadeó, sintiendo un calor inexplicable en el pecho.

—Fue... hermoso.

Hyunjin sonrió, pero por dentro sentía una mezcla de triunfo y culpa. Sabía que el hechizo había funcionado, pero algo en la mirada sincera de Felix lo hizo sentir incómodo.

Días después...

Felix y Hyunjin comenzaron a pasar más tiempo juntos. Paseos por el castillo, risas compartidas y miradas furtivas se convirtieron en parte de su rutina. Mientras tanto, los otros villanos observaban con interés.

—Parece que el plan de Hyunjin está funcionando —comentó Changbin, observando a la pareja desde lejos.

Minho frunció el ceño, no del todo convencido.

—Demasiado bien, diría yo. Algo me dice que Hyunjin está cruzando una línea peligrosa.

Bangchan lo miró con seriedad.

—Si empieza a dudar, todo nuestro plan podría derrumbarse. Tenemos que mantenerlo enfocado.

En la Torre del Reloj...

Hyunjin y Felix se encontraban solos, admirando la vista de Auradon desde lo alto.

—Es hermoso, ¿no? —susurró Felix, apoyándose en la barandilla.

Hyunjin lo miró, su corazón latiendo con fuerza.

—Sí, lo es.

Por un momento, el hechizo pareció desvanecerse, y Hyunjin se preguntó si lo que sentía por Felix era realmente artificial o si algo auténtico comenzaba a surgir dentro de él.

Sin darse cuenta, Hyunjin acarició la mano de Felix, y este no se apartó. Sus ojos se encontraron, y el tiempo pareció detenerse.

—Hyunjin... —susurró Felix, sin entender por qué se sentía tan atraído por él.

Hyunjin estaba a punto de responder cuando recordó el verdadero propósito de todo. Se apartó bruscamente, con la culpa marcando su expresión.

—Debemos irnos. Es tarde.

Felix lo miró, confundido, pero asintió.

—Sí, claro.

Mientras descendían de la torre, Hyunjin no podía evitar preguntarse si había ido demasiado lejos. ¿Y si el hechizo ya no era lo único que mantenía su conexión con Felix?

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