Capítulo 2: Noche especial

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El ruido del bar parecía desvanecerse poco a poco mientras Freen y Becky seguían hablando, cada palabra cargada de algo más que simples intenciones. Aunque ninguna lo admitiera en voz alta, ambas sentían que la noche tenía algo diferente, algo que no habían experimentado en mucho tiempo, si es que alguna vez lo habían hecho.

Freen giró su copa suavemente entre los dedos, su mirada fija en Becky.

—Entonces, ¿Becky siempre tiene respuestas rápidas o es solo parte del espectáculo de esta noche?

Becky sonrió con un aire de confianza tranquila, pero el leve sonrojo en sus mejillas traicionaba lo mucho que Freen estaba logrando desconcertarla.

—Digamos que me adapto al público —respondió, tomando un sorbo de su vino. Luego agregó con un toque juguetón—. Y hasta ahora, el público parece estar bastante interesado.

Freen soltó una risa breve, inclinándose hacia ella.

—Interesado es poco. Diría que estás haciendo un gran trabajo manteniendo mi atención.

La conexión entre ellas era innegable. No se trataba solo de las palabras, sino de cómo sus miradas se encontraban en cada pausa, de cómo las sonrisas parecían decir más de lo que ambas se atrevían a expresar.

Becky, que rara vez se dejaba llevar por momentos así, sintió un impulso repentino.

—¿Y tú, Freen? —preguntó, apoyando un codo sobre la mesa mientras la miraba directamente—. ¿Siempre logras que alguien cruce un bar entero para hablar contigo?

Freen se encogió de hombros, su sonrisa ampliándose ligeramente.

—No siempre. Pero supongo que hay algo en ti que me hace querer ver qué más hay detrás de esa primera impresión.

Las palabras de Freen tenían un peso que Becky no podía ignorar. Era como si cada frase estuviera diseñada para provocarla, para desafiarla a responder, a participar en un juego que ambas parecían disfrutar.

La noche avanzaba, las copas vacías eran reemplazadas sin que ninguna de las dos notara el tiempo pasar. Las conversaciones superficiales dieron paso a confesiones inesperadas, pequeños fragmentos de sus vidas que se entrelazaban con risas y miradas que parecían durar un poco más de lo necesario.

En un momento de la conversación, Freen se inclinó hacia adelante, reduciendo la distancia entre ambas.

—¿Sabes? Hay algo en ti que me recuerda al mar.

Becky arqueó una ceja, divertida.

—¿Al mar? Esa es nueva. ¿Es tu manera poética de decir que soy impredecible?

Freen negó lentamente con la cabeza, su sonrisa tornándose más suave, casi seria.

—No, es mi manera de decir que podría perderme fácilmente en ti.

Las palabras dejaron a Becky sin habla por un instante. Había algo en la manera en que Freen las decía, con una honestidad cruda que la hacía imposible de ignorar.

Finalmente, Becky se inclinó un poco más cerca, reduciendo la distancia que quedaba entre ambas.

—¿Y eso te asusta? —preguntó en voz baja, sus ojos buscando los de Freen.

Freen sonrió de lado, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y atracción.

—No. Creo que es justo lo que necesito esta noche.

El bar seguía lleno, pero para ellas, el mundo se había reducido a ese pequeño espacio entre ambas. La tensión era palpable, como el momento justo antes de que una ola rompa contra la orilla. Ninguna se movió, pero la energía entre ellas hacía que todo pareciera inevitable.

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