Freen se encontraba de pie en el puerto, mirando cómo su barco se preparaba para zarpar. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un color anaranjado cálido, pero su mente estaba lejos de las vistas familiares de la costa. Pensaba en Becky, en su última noche juntas, en las promesas que se hicieron, y en el dolor que sentía por haber dejado algo tan real y único atrás. Aunque el mar siempre había sido su refugio, esta vez no le ofrecía la misma paz. Las olas, el viento y el horizonte abierto solo le recordaban lo que había dejado atrás, como si una parte de ella hubiera quedado anclada en la orilla con Becky.
"Cada vez que navego, siento que el mar me llena", pensaba Freen, ajustándose la chaqueta mientras subía a bordo. "Pero el mar nunca me ha dado lo que tus abrazos me daban."
Las palabras de Becky, aquella promesa de un futuro incierto pero lleno de esperanza, resonaban en su mente, y el anhelo por ella crecía en su pecho, más fuerte que cualquier deseo por el océano que se extendía ante ella. Aun estando rodeada de la familiaridad de la tripulación y el sonido del mar, se sentía sola.
Por otro lado, Becky había vuelto a la rutina que, aunque dolorosa, le permitía seguir adelante. Pasaba las noches en bares cerca del puerto, como si el destino pudiera sorprenderla y hacer que se encontrara con Freen por casualidad. No importaba cuán irracional fuera su esperanza, algo dentro de ella la mantenía en ese lugar. Algo en su corazón no podía dejar ir la idea de que, quizás, si seguía esperándola, Freen regresaría.
Becky se encontró nuevamente en el bar donde todo comenzó. La música sonaba baja, las luces suaves creaban un ambiente relajado, pero en su interior, Becky seguía sintiendo la tormenta. Se apoyó en la barra, mirando fijamente la copa que sostenía en sus manos. Cada vez que alguien entraba al lugar, su mirada se iluminaba por un segundo, solo para apagarse nuevamente al ver que no era Freen.
"Sabía que esto iba a doler", pensó, tomando un sorbo de su bebida. "Pero nunca imaginé que dolería tanto."
Había días en los que se sentía fuerte, como si pudiera superar lo sucedido. Pero había otros, como esa noche, en los que todo lo que quería era escuchar la voz de Freen una vez más, o sentir el roce de sus labios, como si todo lo que había compartido con ella fuera un sueño del que no quería despertar.
En el silencio de la madrugada, mientras el mar rugía en el fondo de sus pensamientos, Becky dejó escapar una pequeña sonrisa triste. Se estaba preparando para un futuro sin Freen, pero no podía dejar de preguntarse: ¿Y si se volvían a encontrar? ¿Y si, al igual que el mar siempre regresa a la costa, Freen también regresaba a ella?
Freen, en el barco, al mirar hacia el horizonte, también se hacía la misma pregunta. Aunque el mar le ofreciera libertad y aventura, nunca sería lo mismo sin la calidez de Becky a su lado. Sabía que su vida, en algún lugar entre el agua y el viento, siempre la había conectado con algo más grande: su deseo de volver a ver a Becky.
El destino estaba en sus manos, y mientras las olas golpeaban el casco del barco, ambas sabían que la distancia solo las separaba físicamente. En el fondo, sus corazones latían al mismo ritmo, deseando que el destino les ofreciera una nueva oportunidad.
El tiempo pasó, y las semanas se convirtieron en meses. Freen se encontraba en medio de mares desconocidos, navegando hacia nuevos destinos, pero su mente nunca dejó de regresar al puerto donde todo había comenzado. En cada puerto en el que se detenía, en cada tierra nueva que pisaba, una parte de ella siempre buscaba algo que la hiciera sentir completa, pero nada se comparaba a lo que había sentido junto a Becky. Las noches solitarias bajo las estrellas, cuando el viento era suave y el mar calmado, Freen cerraba los ojos y recordaba su última noche en el puerto, las promesas, el dolor, y el susurro de Becky pidiéndole que la buscara si alguna vez volvía.
Por su parte, Becky seguía con su vida en la ciudad, pero la espera la consumía lentamente. Aunque intentaba seguir adelante, las sombras de la separación siempre estaban presentes. Había noches en las que despertaba y, por un segundo, creía que Freen estaba a su lado. Pero al abrir los ojos, la realidad la golpeaba de nuevo. Sin embargo, algo dentro de ella seguía intacto: la esperanza.
Un día, después de haber pasado semanas sin ir al bar, Becky decidió volver a ese lugar que, aunque le recordaba tanto a Freen, también había sido el punto de partida de algo que no quería dejar ir por completo. Se sentó en la misma barra, en la misma esquina, pidiendo la misma bebida. No sabía si lo hacía para seguir con su vida o porque, en el fondo, esperaba que el destino la encontrara allí, como si la magia de esa noche pudiera repetirse.
Esa noche, algo distinto ocurrió. Alguien entró al bar, y Becky, como siempre, levantó la mirada. Esta vez, no era cualquier persona. Sus ojos se encontraron con los de una mujer que, aunque no era Freen, compartía algo familiar en su presencia. La mujer sonrió y, por un momento, Becky se sintió invadida por una sensación agridulce. No sabía si se sentía aliviada por la presencia de alguien nuevo o si, en el fondo, seguía esperando a Freen.
El sonido del mar nunca dejaba de acompañarla, como si el océano la llamara. La esperanza de encontrar de nuevo a Freen seguía viva, flotando en el aire, como una corriente que nunca dejaba de moverse.
A bordo, Freen también luchaba contra su propia corriente interna. Sabía que su vida en el mar siempre la llevaría lejos, pero, al mismo tiempo, se preguntaba qué tan lejos podía ir antes de darse cuenta de que lo único que realmente quería estaba en tierra firme. Becky.
El viento golpeaba con fuerza las velas del barco, y aunque su destino estaba claro, el corazón de Freen seguía dividido entre su deber y el deseo de regresar a donde había dejado una parte de su alma. Las aguas abiertas le ofrecían libertad, pero las olas siempre parecían empujarla hacia un puerto que nunca dejaba de llamar.
Esa noche, mientras el mar continuaba su eterno movimiento, las dos mujeres, aunque separadas por kilómetros de agua, sentían que algo en el aire las unía de nuevo, como si el universo estuviera esperando el momento adecuado para reunirlas una vez más.
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Sailor Song
FanfictionUna marinera errante y una mujer de estabilidad se encuentran por azar, desatando un amor intenso que desafía la distancia y el miedo. Entre separaciones y reencuentros, descubren que su hogar no está en un lugar, sino en el corazón de la otra.