Capitulo 15

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Esperé a que Vassago se apartara lentamente para parpadear, desviando la mirada del demonio. Desde que había descubierto la procedencia de la misteriosa esencia de Vassago me sentía incomoda, extraña y el aroma parecía haberse adherido a mi piel, a todo mi entorno e, incluso, a mi cabeza.

—¿Estás bien?

Traté de sonreír sin mucho éxito.

—Hm —acepté sin entusiasmo.

Vassago me estudió con atención. Su mirada volvía a ser de hielo, perdiendo esa pizca de calidez que había tenido hasta sólo un instante.

—¿Animada para conocer a Sus majestades, señorita Brooks?

Levanté una ceja, incrédula y luego traté de encontrar valor para darme la vuelta y mirar las expresiones y miradas que seguramente me estaban dirigiendo, pero pensar en Belial y en su reacción al verme hacía que no encontrara ánimos de girarme y encararlo.

—¿Tus padres, Alteza? —me burlé, dando una marcadísima entonación al título.

—Exactamente.

Bueno, ¿no había ido a ese mundo con la idea de hacer amigos no humanos? Era bueno tratar de relacionarse con gente tan prestigiosa... sin lugar a dudas, si sobrevivía tendría historias para contar a mis nietos... —vale, mejor no entraba en ese tipo de pensamientos. ¿No había acordado ya terminar sola, amargada y con ocho gatos?—, aunque fuera en un psiquiátrico.

—Habías mencionado algo de que me protegerías, ¿verdad? —No necesité levantar la cabeza para saber que a Vassago le hacía gracia la observación—. Aunque igual deciden matarte a ti primero.

—Eso sería digno de ver.

Esta vez sí levanté la cabeza para mirarlo, sorprendida por el tono alegre de sus palabras pero fue lo único que hice. Antes de que alcanzara a ver su rostro, sentí como un brazo me rodeaba con fuerza y tiraba de mí hacia atrás, haciendo que todo a mi alrededor comenzara a deformarse y dar vueltas hasta que finalmente fui capaz de enfocar el paisaje de mi alrededor.

Alarmada, y aún desorientada y mareada, me giré dando varios traspiés hacia atrás.

—Veo que has estado muy entretenida.

—Belial —Odié que mi voz no sonara con la suficiente fuerza y erguí la cabeza, recordándome lo que acababa de suceder en la fiesta — o lo que fuera aquello a lo que Vassago me había llevado—, y puse las manos en las caderas, de pronto sintiéndome incomoda de llevar un vestido así y no algo más practico como unos pantalones. Sabía lo que Belial opinaba de mí de todos modos y eso sólo hacía que se inflamara mi rabia—, ¿qué quieres?

Mis ojos buscaron a la figura del demonio, tratando de que mi cabeza dejara de dar vueltas y cesaran las ganas de vomitar, observando el Pailahueque me rodeaba. Estaba muy lejos de seguir dentro del palacio donde Vassago vivía y donde yo había estado viviendo los últimos días. Me encontraba rodeada de diversas lagunas, pequeñas, como charcos o grandes extensiones de agua pero todas ellas estaban cubiertas de un gran manto de nenúfares dándole al agua una apariencia verde y sobre todo de flores rosas que flotaban en el agua. Podía notar bajo mis pies la tierra blanda y la manera desagradable que los tacones se hundían en ella. Me moví torpemente y me giré para encararme a Belial que me observaba no muy lejos, a la orilla de la laguna más próxima. Ni siquiera hice por acercarme; me crucé de brazos y lo miré todo lo enfadada que pude.

—¿Querer? ¿De quién?

Belial dio un paso hacia mí y noté como cada músculo del cuerpo se tensaba, pero me obligué a mantener la cabeza erguida y sobre todo a no moverme —algo bastante peligroso teniendo en cuenta la cantidad de lagunas y mi desconocimiento sobre la profundidad de aquellas aguas—, negándome a mostrar ninguna clase de temor.

Desire (Silence 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora