Capitulo 7

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-Me dijeron que una humana había entrado en Aize, pero no pensé que podría haber sido la humana de Belial.

La humana de Belial... un escalofrío me recorrió toda la espalda y logré a tiempo no sonreír como una tonta, demasiado emocionada como para que esas simples frases no me sonaran como una dulce melodía en mis oídos.

Di un paso hacia él.

-Ayer ese lugar estaba aquí -dije, orgullosamente satisfecha de que mi voz sonara calmada, incluso indiferente, como si estar ante la cautivadora y subyugante presencia de Vassago no fuera nada especial para mí, algo que ni yo misma me creía, incapaz de mantenerme serena y no comenzar a hablar a trompicones, exigiendo, entre otras cosas, saber donde se encontraba Belial.

No... eso nunca. Por mucho que quisiera volver a verlo, una cosa era soñar despierta, suspirar por las esquinas pensando en él, fantasear con el momento de encontrarnos... y otra muy distinta demostrar ante una persona tan cercana a Belial mi desesperación por él.

Por él y por todo su mundo.

Vassago no miró la pared donde mi dedo seguía señalando y poco a poco bajé el brazo. Comenzaba a sentirme incómoda con aquella mirada de piedra fija en mí. Era enervante el poder que la presencia de alguien como Vassago podía crear en una sola persona y, aunque no estaba dispuesta a ceder, no podía evitar sentir el pánico de saber que Vassago sólo tendría que desaparecer -literalmente-, para que una vez más me encontrara sin respuestas, sin un camino a seguir... Di un paso más hacia él, posiblemente inconscientemente, como si mis piernas se movieran solas, como si esa otra parte de mi cerebro -la no racional-, me instara a adelantarme y acercarme a ese demonio, ignorando las advertencias que mi alarma interna llevaba gritándome desde que había aparecido.

-Aize no es un lugar donde alguien como tú pueda entrar.

Dejé de respirar por un momento, molesta. Comenzaba a hartarme de escuchar tanto ese aspecto de mi patética existencia. Sí, sí, era humana, lo admitía, lo aceptaba, ¿tenía que estar escuchándolo el resto de mi miserable vida como humana? ¿Es que alguien me había dado a escoger como quería nacer?

-¿Ah, no? -dije, arrastrando las palabras con un marcadísimo tono de reproche-. Vaya, pues ayer entré.

Vassago entornó un poco los ojos, lo suficiente para que decidiera morderme la lengua y desvié la cabeza, odiándome por ello.

-La sangre de dragón se ha mezclado con la tuya. Tú como humana, tu sangre, no puede revertir por sí sola una esencia tan poderosa. Ese es el único motivo por el que has podido encontrar esa puerta.

Pese a que Vassago no estaba tratando de decirme nada bueno sobre mí, sus palabras hicieron que me sintiera diferente, hasta el punto de casi poder emplear la palabra especial. Me daba igual que eso lo hubiera conseguido gracias a que una de las mutaciones de dragón hubiera estado a punto de terminar con mi corta existencia, como humana, vaya, ya que tanto esmero ponían todos los no humanos en recordarme. Si eso, si esa peligrosa cicatriz que adornaba mi costado me permitía continuar en el mundo que Belial me había presentado, entonces no volvería a quejarme de ella.

-Me da igual el motivo -solté con decisión, nada dispuesta a dejarme amedrentar por la figura imponente del demonio-, pero entré.

-Y preguntaste por Belial.

Guardé silencio unos instantes, permitiendo que los dos nos mirásemos -o más bien que él me observara mientras yo volvía a desviar la cabeza-. Era frustrante, pero al mismo tiempo reconfortante.

-Lo hice -solté, sin ganas de hablar sobre mis sentimientos.

-¿No crees que ya ha pasado demasiado tiempo como para que aún mantengas esa obsesión por la esencia que desprendemos?

Desire (Silence 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora