Capítulo 2

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Ibamos en el coche, y yo estaba muy nerviosa, porque sabía que iba a llegar tarde y que me iban a regañar en clase. Además, como soy tan tímida, me iba a poner roja y todos se reirían de mí.
-Ve más rápido, por favor. -le dije alterada viendo que quedaban 3 minutos para las 8.
-Eso intento, hija, relájate. -me dijo en un tono de voz suave y tranquilo.
-¡Podrías haber pasado este semáforo! ¡Aún estaba en en ámbar y te has parado! ¡Qué no voy a llegar! -dije gritando muy alterada cuando mi madre se paró en un semáforo que aún podía haber pasado.
-Hija, tranquilízate, sí vas a llegar, y si hace falta, pues le escribo una nota al profesor que tengas a primera hora. -dijo con el mismo tono de antes.
-Vale...-dije suspirándo y en voz baja.
Por fin llegamos, sólo quedaba 1 minuto para las 8, el tiempo justo para llegar a mi clase. Le di un beso a mi madre y me despedí de ella, abrí la puerta del coche, me bajé y rápidamente fui a abrir el maletero para coger mi mochila que la había dejado ahí, porque no me apetecía llevarla encima de las piernas durante todo el trayecto.
Corrí calle abajo hasta llegar al paso de peatones para cruzar a la acera de en frente, que era en la que se encontraba mi instituto. Aquel semáforo era muy injusto, tenía más de un minuto para que pasaran los coches, y menos de 20 segundos para que pasaran las personas. Por suerte, cuando yo llegué, sólo le quedaban 10 segundos para que se abriera para los peatones. Se abrió y yo crucé rápidamente. Todas las mañanas había chicas y chicos en la calle del instituto, algunos comprando chuches en el quiosco que había al lado, otros hablando, y otros llegando, pero aquella mañana no había absolutamente nadie, porque ya todos habían entrado a sus respectivas clases. Entré a toda prisa al instituto, y fui directamente a las escaleras, ya que mi clase estaba en la penúltima planta, que era la quinta, más concretamente. Arriba solo teníamos a las 4 clases de Bachillerato. Mi clase era 4°A de la ESO, aunque solo había dos clases de cada curso, la A y la B.
Subí las escaleras corriendo, saltándo algunos escalones de dos en dos. Cuando llegué arriba estaba casi sin aire, porque entre mi peso y el de la mochila con todos los libros y cuadernos, acabé agotada, así que me paré un instante para respirar cuando llegue a mi planta. No podía entretenerme así que salí corriendo hacia mi clase, sin pasar por la taquilla, ya que no tenía nada que coger. En el pasillo aún se escuchaban voces y gritos que salían de dentro de mi clase, y eso me alivió mucho, porque significaba que aún no había llegado el profesor. Llegué a mi clase por fin y me encontré con la puerta abierta, entré, y por suerte para mí, estaba todo el mundo de pie y hablando.
Fui más tranquilamente hacia mi sitio, y allí bajé mi silla y dejé mi mochila junto a mi mesa. Me quedé un rato allí de pie mirándo al suelo y respirando para recuperarme y volver a tener la respiración normal. Yo no suelo hacer mucho deporte, así que me canso rápido, pero esas escaleras ya estoy acostumbrada a subirlas, solo que aquel día lo había echo más rápido de lo normal, y por eso me había cansado tanto. Iba a ir a donde estaban mis amigas hablándo, pero no me dio tiempo, porque llegó el profesor, así que tuve que sentarme en mi sitio. El profesor caminó lentamente hacia su mesa, que estaba justo delante de la pizarra, y se sentó, mirándonos fíjamente a todos y cada uno de nosotros, como si buscara cada uno de los detalles de cada uno.
-Buenos días a todos -dijo con su grave voz, pero a la vez alegre.
-Buenos días, señor Martínez. -dijímos toda la clase a coro.
-Os veo con ganas de empezar un nuevo trimestre, que ya venís descansados de las navidades, ¿no? -dijo simpático.
-Bueno... -dijeron algunas personas en voz baja.
-Pensad, que cuando acabemos este trimestre, ¡sólo nos quedará uno para las vacaciones! -dijo intentándo darnos ánimos para empezar bien.
"Bueno, por mucho que quiera que llegue ya el verano, hay que esperar" pensé para mis adentros.
El resto de la clase transcurrió normal, bueno, como siempre que empezamos un nuevo trimestre y venimos de las navidades. El profesor nos preguntó que nos habían regalado, que habíamos echo, que si habíamos viajado a algún sitio, etcétera. Todos contaron algunas anécdotas de sus navidades, es decir, todos tenían algo que contar, yo me limité a decir que lo había pasado bien y que no, que no había viajado.
En las 3 horas siguientes, se repitió la misma escena, los profesoras y profesoras venían muy felices preguntándonos a todos los regalos y siempre lo mismo, y lógicamente, yo siempre respondía lo mismo.
Por fin llegó el recreo. Cogí algunos libros, me levanté de mi sitio y fui al de mi amiga Alice, que estaba sentada aún recogiendo algunas cosas. Alice era una chica muy risueña y divertida, siempre que estaba con ella acabábamos riéndonos todo el rato, también era buena persona y humilde, pero además, tenía sus defectos, como todos, era poco responsable y no estudiaba mucho, así que sacaba malas notas. Era guapita, tenía el pelo castaño claro, liso y corto, los ojos verdes grisáceos, y además estaba muy delgada y era alta.
Todas mis amigas y yo, formábamos como un grupo, aunque yo era la menos importante en el grupo, es decir, yo estaba ahí, sí, pero ellas eran más amigas entre sí y yo sólo estaba ahí para no sentirme sola. Por otra parte, no éramos el grupo de las populares ni tampoco el de las frikis, por así decirlo, éramos un grupo más, estábamos ahí y ya está. Éramos 5 en total: yo, Alice, Diana, Suzanne y Gemma.
Diana era una chica más alocada y que estaba todo el tiempo sonriendo, pero cuando se enfadaba se ponía muy borde y luego costaba reconciliarse con ella. Tenía el pelo castaño, corto y rizado, y los ojos de color marrón miel, estaba delgada y era de estatura normal.
Suzanne era una chica más seria, que le hacían gracia pocas cosas, no como a Alice y a mí. Era bastante borde muchas veces, sin necesidad de estar enfadada, pero se podía confiar más en ella que en otras, y cuando cogía confianza era más simpática. Tenía el pelo de color negro y rizado, pero ni largo ni corto, normal, y los ojos marrones oscuros. Estaba rellenita y era de estatura normal.
Y por último, Gemma, era también muy risueña y graciosa. A veces era demasiado pesada con la gente, pero ella no se daba cuenta, y se molestaba cuando algo no era como ella decía y encima salía mal. También, sacaba muy buenas notas. Tenía el pelo castaño, liso y cortito, y los ojos de color marrón, era de estatura normal y estaba delgada.

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