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Tras una reunión breve pero crucial con los líderes tribales, los héroes y los antiguos héroes, se llegó a una conclusión inevitable: atacarían al amanecer. La decisión había sido rápida y unánime. Todos coincidieron en que el plan de Mavuika era no solo la mejor opción, sino la única. Había poco margen para el error, y el tiempo jugaba en su contra. El Capitán también estuvo presente en la reunión, acompañado de sus fieles guardias Fatui. Durante toda la discusión, permaneció en silencio, observando desde las sombras, imperturbable. Para sorpresa de muchos —aunque no de Mavuika—, aceptó participar en el plan. Había decidido posponer los acuerdos diplomáticos que habrían sellado el resultado de la larga batalla que ambos habían librado durante meses.

Su aprobación silenciosa dejó claro que el conflicto ahora tenía un nuevo propósito. La guerra ya no era solo una cuestión de poder; era una prueba de resistencia, de estrategia... y de voluntad.

La Arconte había regresado a casa con un nudo en la garganta y un torbellino de pensamientos rondando su mente. No tenía certezas, solo dudas, y el miedo al desenlace del plan la seguía como una sombra. Había depositado su confianza en sus héroes, en la espada de sus enemigos y, sobre todo, en su propio poder. Pero en el fondo, no estaba segura de que fuera suficiente para enfrentar el Abismo. Sin embargo, había algo más que la atormentaba, un pensamiento persistente que no podía ignorar: el hombre enmascarado. Su pasado, sus misterios, y la forma en que, durante los últimos meses, había forjado un vínculo extraño con él. No podía definir qué tipo de relación los unía, y esa incertidumbre le pesaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Siempre había tenido certezas en su vida, pilares a los que aferrarse. Ahora, no tenía nada estable. Todo era inestable, frágil, y eso la desorientaba.

No sabía qué sucedería al día siguiente, y la tentación de ahogar sus preocupaciones en unas copas era fuerte. En realidad, lo que más deseaba la Arconte era no pensar en nada. Solo quería un par de días más, solo un poco más de tiempo para pensar, para encontrar certezas antes de continuar. Pero el tiempo se había acabado. Ahora, todas sus decisiones habían regresado para exigir cuentas.

Intentó abordar la situación con la racionalidad que la había caracterizado siempre. No tenía sentido entrenar esa noche y llegar exhausta al amanecer. Tampoco tenía sentido ahogar su desesperación en alcohol y enfrentar inconsciente el combate final. Solo le quedaban dos opciones.

La primera, confiar en sus héroes y en su ejército. En el viajero, en su fuerza. Y, por último, en el poder oculto que había reservado para la batalla, ese poder que podría cambiar el rumbo del enfrentamiento... pero que también la destruiría. No sabía si saldría con vida después de la batalla del día siguiente. Por eso, había hecho que el viajero le prometiera continuar las prácticas de la peregrinación y asegurar que un nuevo Arconte ascendiera al poder en caso de que ella cayera. Confiaba en esa extraña, en esa fuerza externa que había llegado a su vida, y estaba segura de que cumpliría su última petición.

La segunda cosa que debía hacer era cumplir una última petición, antes de que fuera demasiado tarde.

Caminó lentamente por las calles de su nación, grabando cada detalle en su mente. No sabía si lo hacía por desesperación o por necesidad, pero decidió que no importaba. Lo hacía porque, de algún modo, le hacía bien. El tiempo avanzó, y la noche cayó. Su destino eran las Aguas Termales, donde planeaba tomar un último baño en las cálidas aguas, sola.

No se quedó mucho tiempo; sabía que el reloj jugaba en su contra. Se sumergió en el agua caliente, dejando que sus preocupaciones se disolvieran en la alta temperatura, intentando reavivar la llama que ardía dentro de ella. Ese lugar le era muy querido, y esa noche la llevó de regreso al pasado. Nadó sin rumbo en el agua, como lo había hecho años atrás, entregándose a la familiar sensación de entumecimiento, antes de decidir que era hora de marcharse.

The Last Glimpse | MavuitanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora