No tenía pensado en subir ahora un one shot pero acá esta. ✍️
Pasen un feliz 24 y noche buena. 👋🥰
Les mando un abrazo y muchos besitos, y tengan mucho cuidado con los fuegos artificiales. 🥺
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Las calles de la ciudad estaban cubiertas de nieve, decoradas con luces cálidas y coloridas que contrastaban con el frío del invierno. Las personas, envueltas en abrigos gruesos y bufandas, paseaban por los puestos navideños del mercado en busca de regalos o simplemente disfrutando el ambiente festivo. El aire olía a canela, chocolate caliente y castañas asadas. Entre la multitud, dos figuras destacaban. No por su atuendo, sino por sus características únicas.
Conterstine, un híbrido de conejo, avanzaba con pasos ligeros, sus orejas blancas temblando ligeramente con el viento. Sus ojos azules brillaban como el hielo bajo la luz de las farolas. Siempre había odiado el frío, pero la Navidad tenía algo especial que hacía que valiera la pena soportarlo. Conter llevaba un gorro tejido que intentaba cubrir sus caidas y largas orejas, pero estas sobresalían graciosamente.
Mientras tanto, en un rincón de la plaza, Aquino observaba el bullicio con tranquilidad. Era un híbrido de capibara, con cabello castaño desordenado y ojos color miel que reflejaban una calma innata. A diferencia de Conter, Aquino no parecía afectado por el frío. Su abrigo apenas abotonado dejaba entrever una bufanda de lana gruesa. Había aprendido a disfrutar de los inviernos con paciencia, igual que lo hacía con todo en la vida.
Conter y Aquino no se conocían, pero esa noche estaban destinados a encontrarse.
Conter se detuvo frente a un puesto que vendía adornos hechos a mano. Un pequeño conejo de cristal atrajo su atención. Era tan delicado y perfecto que parecía capturar la esencia de su propia existencia. Alargó la mano para tomarlo, pero justo en ese momento otra mano se extendió hacia el mismo adorno.
—Oh, lo siento —dijo Conter, mirando al dueño de la otra mano.
—No, tú primero —respondió Aquino con una sonrisa tímida.
Conter bajo un poco la vista y se encontró con unos ojos miel que le devolvían una mirada cálida. Por un momento, olvidó el frío, las luces y la música que llenaban el ambiente.
—Puedes quedártelo si lo quieres —ofreció Aquino, inclinando la cabeza ligeramente.