| Prólogo |

15.8K 530 38
                                    

Algunas veces los sentimientos son tan fuertes que no tenemos control alguno sobre ellos, llegando a superarnos en cuerpo y alma. Cuando te apasionas tanto con algo, cuando sientes que tus manos no pueden más, es una advertencia, hay que detenerse.

Los seres humanos estamos diseñados para la melancolía de las cosas, ser dramáticos y estáticos. Permanecer en este ambiente vacío me ha llenado de la manera que jamás pensé, ahora, con este lapiz entre mis dedos juro que no he sentido ninguna otra chispa con anterioridad, no he encontrado las respuestas suficientes ante los hechos de mi vida. Pero si he puesto n alto en mis acciones, decidí que mis pasos ya no deberían ser contados, estaba excediéndome, estaba lastimándonos.

Aquella noche, no respondí a tu llamado. Estaba cansado, había pasado tanto tiempo y nuestras palabras eran secas y sin sentido, no podía encontrar una manera que me hiciera darme cuenta de nuestra realidad actual. Estaba ciego, forzado a sostener el lazo de un amor que ya no estaba presente, tenía que soltarlo de alguna  manera pero siempre he sido terco y perseverante. Temía por el final, temía por qué pasaría con nosotros, contigo.

La rutina es dolorosa, no debíamos continuar así, torturandonos a sentir, a permanecer, a estar. El tiempo era nuestro mayor enemigo, alguna vez prometimos detenerlo o, al menos buscar una forma de no sentir que está pasando. Los minutos que carcomían y contaban nuestro desenlace, que ingenuos.

Te llevaré en mi corazón hasta el último de mis alientos. Pero es hora de continuar, tenemos que soltarnos.

Las llamas de este amor nos están quemando en vida.

¿Qué puedo decir que no hayas dicho ya? Me siento de la misma forma que tú, pero ambos lo sabemos.

Es hora de conocer un mundo nuevo, con nuevas personas y ambientes distintos. Mi egoísmo no te detendrá.

Por favor, sé feliz.

Pero no me olvides en el proceso, ya que, de eso no podría se capáz. El olvidarte y borrarte de mi corazón no está en mis planes.

- Sebastián, 23 años.

Pero nadie me dijo que este proceso sería el más difícil que me tocaría vivir. No te he olvidado, ¿tú sí?

Cenizas [YAOI-GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora