| Capítulo 3.- Deseos |

6.1K 513 111
                                    

Alexander

El silencio que nos envolvía en un ambiente pesado, sumado a la intriga y nerviosismo, estaban provocando en mí un sentimiento de culpa y arrepentimiento. Miré hacia el cielo, estaba por anochecer. Sebastián caminaba a mi lado, respetando una distancia. Él tenía sus manos dentro de los bolsillos del saco, observaba atento hacia el frente, como si su mirada estuviera perdida, como si pensara en todo y al mismo tiempo en nada. Quise romper el silencio

— ¿Habías venido a Los Ángeles con anterioridad? — Pregunté —. Bueno, supongo que la respuesta es obvia, debes de ir a cualquier lado del mundo cuando te plazca, ¿no es así?

— Es más complicado que eso, en realidad — sonrió levemente, aún no volteaba a verme —. Tengo una agenda bastante apretada, estoy en muchos lugares, todo por motivos de trabajo. Mis descansos son repentinos y cortos, no suelo viajar mucho por cuenta propia

— Lo imagino — de nuevo, el silencio

Él suspiró hondo, trataba de no mirarle lo suficiente para que no lo notara, pero su cambio me llenaba de dudas, ¿había rastro del Sebastián que llegué a conocer? Sus ojos celestes parecían cansados. Noté que la pequeña brisa que golpeaba en su cabello, lo hacía volar un poco, al menos eso me recuerda a él, al mismo que vive en mis memorias.

— ¿Cuál es su nombre? — Sacó una cajetilla de cigarros y un encendedor, me ofreció y negué

— ¿De quién?

— De la persona con la que estás — Lo encendió antes de posarlo entre sus labios —. Con la que vas a casarte — soltó el humo

— Isaac — le respondí —. Su nombre es Isaac

— Isaac — tomó el cigarrillo y lo golpeó con su dedo índice —. No imaginé que sería un hombre, ¿se conocieron en la universidad o algo así?

— Ajá, en la universidad. Isaac es cardiólogo, excelente en su área

— Puedo imaginarlo, debes agregar en su presentación que es un hombre con suerte — arrojó el cigarrillo a un lado, siquiera lo probó una vez más

— ¿Por qué? — Inicié la conjetura, él había girado su vista hacia mí, por fin

— Por tenerte, se casará contigo — de nuevo, la desvió hacia otra parte —. ¿Y cómo es él?

— Es una buena persona — respondí —, inteligente y atento

No sabía si él estaba escuchando, en algunos momentos Sebastián parecía ido, como si no estuviera en este espacio. Trataba de comprenderlo, pero no era el mismo, había cambiado.

— Eso es bueno — me dijo, sacó su teléfono celular y declinó una llamada, lo guardó —. ¿Conoces un lugar por aquí para cenar?

— ¿Cenar? — Me detuve —. Sí, conozco unos lugares

— ¿Tienes hambre? — no respondí —. Terminaste tu trabajo, no has comido nada. Supongo que tu horario de médico debe ser apretado, así que me pregunté eso, ¿has comido algo?

— No — le dije —, pero no es necesario. Cuando regrese a casa puedo cenar algo

— Yo invito — insistió —, ¿aún comes carne o te has hecho vegano? Han pasado casi diez años

— No soy vegano — reí nervioso —, pero insisto en que no es necesario

— ¿Te parece una pizza?

— ¿Una pizza?

— Hace tiempo no he comido una — frotó levemente su estómago —. ¿En dónde hay una pizzería por aquí?

Cenizas [YAOI-GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora