Melodías para ella |Canciones de verano 2

19. Sin besos

19. Sin besos

Ilay

Lara se ha encerrado en la habitación y yo llevo toda la tarde aburrido. No pensaba que se fuese a molestar tanto, solo ha sido un comentario tonto, pero ahora tendré más cuidado con las gilipolleces que suelto.

Aunque ella también me provoca de forma consciente, lo de hace un rato no ha sido solo una amenaza. Y ella se veía jodidamente caliente.

En cuanto escucho música, me falta tiempo para salir de la habitación e ir en busca de la vecinita para chincharla un poco.

Está en la cocina, buscando algo en la nevera y, como no parece haberse percatado de mi presencia, me cruzo de brazos y me quedo apoyado en el marco de la puerta, escuchándola cantar con entusiasmo como siempre. La canción es de Lady Gaga, su voz es inconfundible.

Lara se vuelve y no se sobresalta al verme, de hecho, una sonrisita maliciosa adorna sus bonitos labios mientras canta con la vista fija en mí.

—'Cause I know you love me, baby. I know you love me,baby. —Esa forma de mirarme delata sus malas intenciones, me está provocando con descaro y sin dejar de sonreír, como si ella fuese intocable y esto no fuese a tener consecuencias. No logro contener una ligera sonrisa—. Hooker, yeah you're my hooker.

Vuelve a centrar su atención en la nevera mientras sigue cantando, pasando de mí como si nada.

¿Acaba de insinuar que soy su puta?

—¿Qué vas a hacer? —pregunto haciendo un gran esfuerzo por controlarme y me siento en una de las banquetas. Cierra la nevera tras sacar algunas cosas que pone sobre la encimera.

—Había pensado en unos filetes y acompañarlos con una tortilla, ¿te parece bien?

—De lujo —respondo sin apartar la vista de ella, el buen culo que le hacen los leggins que se compró me tiene absorto, hasta que ella se da la vuelta y tengo que fingir.

—¿Tortilla de patatas o de espinacas?

—Ambas me gustan —respondo encogiéndome de hombros y dejando la elección en sus manos.

—La de patatas está más rica —determina y concuerdo.

Me levanto dispuesto a ayudarla, así que empiezo a pelar las patatas mientras ella corta la carne para los filetes.

La música sigue sonando y Lara canta animada, de vez en cuando hasta hace algún que otro bailecito.

Yo me encargo de empañar los filetes mientras ella pica la cebolla y posteriormente corta las patatas en rodajas; la forma temeraria en la que lo hace me está poniendo nervioso porque en lugar de apoyarse en la tabla de madera, está cortando las patas en el aire y se puede llevar un tajo.

Casco los huevos en un cuenco al que posteriormente añadimos la cebolla frita y las patatas, y ya es Lara quien se encarga de mezclarlo todo y echarlo en la sartén. Yo me siento en la banqueta para no estorbar y observo con diversión la expresión concentrada de su rostro cuando llega el momento de darle la vuelta a la tortilla.

—¿Quieres que lo haga yo?

—No —rechaza mi oferta, ofendida, antes de poner el plato sobre la sartén y voltearla sin ningún problema. Vuelve a poner la tortilla en la sartén para que se termine de cocinar y me da una mirada cargada de suficiencia acompañada de una sonrisa arrogante, yo aplaudo un par de veces, lo que hace crecer su sonrisa, ahora con diversión.