Connor
Estudiar con Drake era como desarmar un rompecabezas con la ayuda de un experto. Tenía una forma de explicar las cosas que hacía que incluso los temas más confusos parecieran manejables. Me sentía más seguro con los conceptos que antes me habían parecido imposibles, pero había algo en él que no podía ignorar.
Drake estaba distraído, como si estuviera librando una batalla interna. Aunque se esforzaba por mantenerse concentrado, sus suspiros y su mirada perdida lo delataban. Algo lo estaba afectando, pero no sabía si debía preguntar.
Al final, no pude evitarlo.
—Drake...¿estás bien? —pregunté, dejando el lápiz sobre la mesa y mirándolo directamente.
Él levantó la vista, como si no hubiera esperado esa pregunta.
—¿Por qué lo dices?
—No sé... Pareces triste. Si te pasa algo, puedes contármelo. Así como tú me ayudas con esto, yo también quiero ayudarte.
Por un momento, pensé que iba a responder. Sus ojos reflejaban un conflicto interno, como si quisiera abrirse pero no supiera cómo hacerlo. Finalmente, cerró su libro con un movimiento rápido.
—Es tarde. Deberíamos dejarlo por hoy.
Miré mi teléfono y vi la hora. Era casi medianoche. Me quedé en silencio, pensando que tal vez era su forma de decirme que debía irme. Comencé a recoger mis cosas, aunque no podía ignorar esa sensación de incomodidad en el aire.
—Gracias por todo, Drake. No quiero molestarte más, así que...
—Connor.
—¿Sí?
—Es muy tarde para que vuelvas solo —dijo, apoyándose en el respaldo de su silla—. Deberías quedarte aquí.
Parpadeé, sorprendido por su sugerencia.
—¿Quedarme?
Él asintió, encogiéndose de hombros como si no fuera algo importante.
—Sí. Podemos seguir estudiando mañana.
—¿No te incomoda?
—No, puedes usar mi cama, yo dormiré en el sofá.
Negué rápidamente.
—No, no es necesario. Puedo dormir en el sofá, no hay problema.
Drake suspiró y rodó los ojos, claramente impaciente.
—Connor, no voy a dejar que duermas en el sofá. Quédate en la cama.
Sentí que mis mejillas se calentaban. No quería discutir, pero tampoco quería que él se incomodara. Finalmente, dije lo primero que se me ocurrió.
—Podemos compartir la cama. No es la primera vez que lo hago así que hay problema para mí.
Él me miró, claramente sorprendido por mi respuesta.
—¿Estás seguro? Podría ser incómodo.
—No lo será, enserio
Drake dudó por unos segundos antes de suspirar.
—Está bien, pero si te incomodas, me avisas.
Antes de irnos a dormir, fuimos al baño a cepillarnos los dientes. Drake sacó un cepillo nuevo de su estuche y me lo ofreció, junto con una camiseta y un pantalón suyo para dormir. Cuando me los puse, noté que la ropa me quedaba enorme.
—No sabía que eras tan pequeño —bromeó desde el marco de la puerta, cruzándose de brazos.
Lo miré con una sonrisa, tratando de no rodar los ojos.
—Y yo no sabía que eras un gigante desproporcionado.
Él rió suavemente, y por un momento, el ambiente se sintió más ligero.
Nos acomodamos en la cama, cada uno en su lado. Había suficiente espacio entre nosotros, pero no pude evitar sentir cierta incomodidad al principio. Sin embargo, antes de apagar la luz, decidí intentarlo una vez más.
—Drake... ¿de verdad estás bien?
Él se quedó en silencio por unos segundos antes de responder, con la mirada fija en el techo.
—Personas que deberían quedarse en el pasado están intentando volver. Y... yo desearía que se quedaran donde pertenecen.
Su voz estaba cargada de una tristeza que no podía ignorar. No sabía exactamente a qué se refería, pero sentí la necesidad de consolarlo.
Me acerqué y lo abracé suavemente.
—No estás solo, Drake. Si necesitas apoyo, aquí estoy.
Él no respondió de inmediato, pero lentamente sentí cómo me devolvía el abrazo. Su rostro se apoyó en mi hombro, y permanecimos en silencio por unos segundos que se sintieron eternos. Finalmente, ambos nos acomodamos nuevamente en la cama, y apagué la luz.
No sé cuánto tiempo pasó cuando me desperté. Algo cálido me envolvía, y me tomó unos segundos darme cuenta de que era el brazo de Drake. Me estaba abrazando mientras dormía.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza. ¿Debería despertarlo? ¿Apartarme? Pero había algo en su abrazo que me hacía sentir... seguro. Decidí quedarme quieto.
Sin embargo, entonces lo escuché murmurar.
—Madeline...¿Por qué?
Su voz era apenas un susurro, rota por el dolor. Luego, un sollozo escapó de sus labios. Sentí algo húmedo en mi brazo y me di cuenta de que estaba llorando.
—Drake... —murmuré suavemente, preocupado.
Me giré para quedar frente a él. Su rostro estaba marcado por lágrimas, incluso mientras dormía. Instintivamente, llevé mi mano a su mejilla, limpiándola con cuidado.
—Todo está bien... —susurré, aunque sabía que no podía escucharme.
Drake se movió ligeramente, abrazándome con más fuerza. Ahora estábamos frente a frente, nuestras respiraciones mezclándose en la oscuridad.
Su rostro se relajó poco a poco, y su respiración se volvió más tranquila. Me quedé mirándolo por unos segundos, asegurándome de que estaba bien antes de cerrar los ojos. Y cuando Drake parecía más calmado, dejé que el sueño me venciera, todavía sintiendo la calidez de su abrazo.
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Promesas en Ruinas
Teen FictionUn impulso prohibido, una promesa rota y un amor que nunca debió ser. Dos chicos atrapados en un torbellino de emociones deberán enfrentarse al deseo, la culpa y las consecuencias de sus decisiones... En las ruinas de lo que fueron, ¿podrán perdonar...