Alex Summers

687 38 11
                                    

-Advertencia: este capítulo contiene escenas para adultos (?). Si es menor de edad, asegúrese que nadie lo descubra.
Lea bajo su propia voluntad.-


Suspiró.
La piel sobre él lo tenía loco, y era sencillo notarlo en sus constantes roces.
El castaño ahogó un gemido en su boca, puesto que la tenía atrapada.
Mordió ligeramente el labio inferior. Luego con brusquedad para marcarlo como su propiedad. Para terminar su marca, dió una suave lamida y comenzó a atacar el cuello ajeno mientras sus manos se hundían en el trasero de su amado.
El contacto directo de la piel sobre su cuerpo lo excitaba, sólo eso bastaba para tener su cuerpo ardiendo.

Oyó la voz ronca de Hank llamándolo por su nombre, tentándolo a subir al siguiente nivel. Volteó a la vez que estampaba los brazos ajenos en la almohada con fingida torpeza, ahora él estaba arriba.
La visión de su presa se le hizo tan deliciosa que no pudo contenerse, lamiendo con fuerza uno de los pezones mientras su mano sostenía el miembro del otro, estimulando con lentitud y firmeza.
Otra vez lo oyó gemir su nombre. Otra vez estaba al borde de perder los estribos, pero quería que ambos disfrutasen. Su lengua bajó con lentitud exasperante por el torso a su disposición y se detuvo centímetros antes de llegar al miembro, deteniéndose para oírle sufrir. Su cabeza se dirigió al muslo derecho y lo mordió ligero en la cara interna, sacando un fuerte quejido por parte del otro.
De inmediato lamió el falo para seguir oyendo ese sonido que se le hizo exquisito.

-Alex... ¡Alex!-

Se podía palpar la insistencia en las palabras, pero las ignoró por completo. Sin darle tiempo a volver a abrir la boca, engullió todo lo que pudo el pene de McCoy, arrancándole un suspiro impaciente.
Casi sin dejar de succionar y lamer el miembro, usó sus brazos para acomodarse entre las piernas del castaño mientras la otra mano estimulaba su propio falo.
Sintió las manos de Hank -estúpido Hank, que manos tan grandes.- a cada lado de su cabeza, marcando un ritmo considerablemente rápido.
Alex sabía qué venía, por lo que no se sorprendió cuando sintió el semen ajeno en su boca. Sólo cuando terminó dejó de tratarlo para seguir un poco con el suyo, pasando su lengua por el borde de su labio en gesto provocativo.
Su propio miembro ya estaba bastante lubricado, pero aún así pasó un par de dedos por su boca y lo humedeció con su saliva, para luego acariciar la entrada del castaño.

-Cuando comience, te dolerá un poco... pero te acostumbrarás.-

Susurró al oído de Hank, para seguir adelante. Alzó una de las piernas por su hombro y metió los dos dedos al mismo tiempo, girándolos y separándolos unos momentos, siendo reemplazados por su virilidad en unos pocos segundos.
La estocada con que lo penetró obtuvo un "¡Ey!" inmediato de respuesta. Respiró con fuerza unos momentos, y luego comenzó a moverse pese a los quejidos ajenos. El sudor recorría la frente de ambos, pero McCoy llevaba la peor parte. Estaba rojo y comprimido en sí mismo, como si la cama de Alex no estuviese lista para él. El rubio comenzó a aumentar la velocidad, sintiendo que estallaría en cualquier momento.
Sentía el "TOCTOCTOCTOC" de la cama de madera contra el muro, y a Hank gritar su nombre con fuerza, y...

Abrió los ojos con dificultad. McCoy llevaba ya un buen rato golpeando la puerta.

-¡Alex! ¿Cuánto más dormirás? ¡Charles trajo panquesitos!-

Tenía ganas de decirle que se metiese los panquesitos todos juntos en la boca, dar media vuelta y seguir durmiendo, pero sentir húmeda la entrepierna lo molestó. Y palpar las húmedas sábanas lo hizo teñir de rojo sus mejillas.
Debería rogar a los santos que el castaño de lentes no estuviese a cargo de lavar la ropa ese día.

-Mh, ya, estoy despierto... Ya salgo, mamá...-

La respuesta de Hank no tardó en llegar.

-¡¿Estabas despierto?! ¡LLEVO VEINTE MINUTOS AQUÍ AFUERA LLAMANDO "ALEX, ALEX"!-

Diablos. En ese momento no estaba seguro de qué lo atraía del jodido nerd. Luego recordó.

Asomó apenas la cabeza por el espacio de la puerta entreabierta, regalando una de sus más deslumbrantes sonrisas.

-Ya voy Bola de Pelos. Dame unos minutos.-

Hank suspiró.

-De cualquier modo debo recalentar el café... a propósito, hablas dormido, ¿Sabías? O gritas, porque desde aquí se oyó un "Cuando comience, te dolerá un poco... pero te acostumbrarás."...-

Quiso hacer estallar todo en ese instante, pero el gesto del otro le dió a entender que no escuchó sus pensamientos. Eso era bueno.

-P-puede ser, debe ser por algún trauma. Ya sabes, la guerra y eso.-

"Alex, irás al infierno por mentir tan mal". Murmuró su conciencia. La calló de un manotazo.

-¿Seguirás aquí toda la mañana? Si quieres puedes pasar y ver como me cambio...-

Ironizó sonriente sabiendo que no aceptaría. O eso esperaba.

-Vete al demonio... Te despierto para que tomes un buen desayuno y recibo esto...-

Un Hank muy decepcionado-con-la-vida desapareció por el pasillo para alegría del rubio, por lo que finalmente logró escabullirse con sus sábanas hasta el cuarto de lavado.

Pero Charles lo pescó. Jodida suerte.

-Alex, te estuvimos esperando para desayunar... ¿Y Hank?-

Preguntó el telépata mientras masticaba un panquesito.

-Esto... Creo que está en la cocina. Sí, sí, en la cocina.-

Charles alzó una ceja, pero le dió la espalda para ir al comedor.

-Lo que sea. ¿Sabes que hablas dormido?-

¿Acaso alguien más en esa casa lo había oído? ¿O es que Sean le transfirió su ruidoso poder?

Daba igual. Por ahora, su mente sólo tenía espacio suficiente para asegurarse de que la mancha saliera, y para pensar en cómo conseguir el -cada vez más lejano- perdón de Hank.

Salvaje y azul lejanía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora