—¿Qu-Qué haces aquí? —pregunté.
—Oí lo que le dijiste a Verónica. De hecho, creo que lo oyó todo el mundo —explicó ella, con una risita nerviosa. Genial, mi reputación está arruinadísima. Puse los ojos en blanco —. Y no parecías estar mintiendo... Kurt, aunque tú no confíes en mí, yo te creo. Mi abuela siempre decía que nuestros seres queridos no se van, sinó que se quedan para cuidar-
La interrumpí.
—Mira, nena, no me empieces a contar tu vida. Y sí, "cuidar", una puta mierda.
—L-Lo siento, solo quería ayudarte. ¿Te vas a levantar o...?
—Ah, eh... sí, sí.
Me levanté de un salto y me dí cuenta de que Ram y Heather ya no estaban. Supongo que se habían ido a no sé donde. Y menos mal.
Me giré hacia ella, la miré de arriba a abajo y me rasqué la parte trasera de la cabeza.
—Supongo que debería agradecerte por no creer que estoy loco.
—No estás loco, estás tan sano como yo.
No sé si eso es bueno o malo. Tampoco me creo que esté tan desesperado como para aceptar ayuda de la bicha de Martha Dumptruck.
—Y ¿cómo pretendes ayudarme?
—Me dijiste que no te contara mi vida.
Rodé los ojos.
—¿Qué tiene que ver? Bueno, ¿sabes qué? ¡Da igual, cuéntame tu vida!
—Okay. Pues, verás, yo solía tener una gata llamada Jennifera...
—¿Por qué? Si Jennifer ya de por si es femenino, ¿por qué le añades la A?
—Eso da igual. El caso es que se murió y yo me entristecí. Entonces comencé a buscar información sobre lo paranormal para ver si podía pues, ya sabes, revivirla de algún modo.
Esta perra está loca, definitivamente. Bueno, al parecer, sí estoy tan sano como ella: nada sano. Dos locos en un mismo banco. En fin, ¿ya qué? No tengo nada que perder, ni siquiera la cordura.
—Vale, ¿y qué quieres a cambio?
—Nada, en realidad.
—¿Seguro? ¿Ni dinero ni nada?
—Seguro.
—¿Ni siquiera slushies?
—Bueno, sí hay algo: que seas amable conmigo. Te estoy ayudando y me gustaría que me trataras de modo decente al menos.
Suspiré. Supongo que tenía razón; me estaba ayudando, no podía tratarla como lo había hecho hasta ese momento, molestándola.
Nos dimos un apretón para cerrar el trato (aunque luego froté mi mano en la mesa como para "limpiarla", cuando no miraba).
—¿Quieres que nos veamos el sábado por la tarde en la biblioteca?
—Vale. ¿A las 13:30 te parece? Es que por la tarde tengo que entrenar y por la mañana no madrugo.
—Vale, todo bien. En la biblioteca a las 13:30.
Nos despedimos. Ram aún no aparecía y eso empezaba a preocuparme. Como diría Heather, Ram es como la regla: cuando está, molesta; y cuando no está, preocupa.
El tiempo de descanso había terminado y fui a mi taquilla a coger mis libros para la siguiente clase. Encontré ahí una nota....
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El fantasma de mi amigo {Kurt x Ram}
FanfictionRam se suicidó creyendo que su mejor amigo Kurt jamás le correspondería su amor y que, si alguien descubría su atracción hacía los hombres, lo juzgarían hasta la muerte, cosa que llegó antes de lo que debía para él. Kurt estaba devastado. Su mejor a...