Capítulo 6.5

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Vera Ophira tiene nueve años. Su cuerpo se remueve en la cama, atrapada en un sueño. Su respiración es pesada, y un leve gemido escapa de sus labios.

Cuando abre los ojos, lo primero que ve es un techo de madera cálido y familiar. La luz del sol entra suavemente por la ventana junto a su cama, iluminando un cuarto que su corazón reconoce de inmediato. El suelo y las paredes de piedra emanan una sensación de seguridad, y una alfombra de piel suaviza el ambiente. Una punzada de confusión la invade, pero al observar la pequeña estantería llena de cuentos que solía leer, algo en su pecho se relaja. Las voces desde el piso de abajo son como un eco del pasado, y un delicioso olor invade sus fosas nasales, trayéndole recuerdos que creía perdidos.

—Mamá... no puede ser... —susurra con incredulidad mientras sus manos tiemblan al aferrar la sábana que la cubre. Mira a su lado y encuentra su vieja muñeca de trapo, desgastada pero intacta. Un hilo de esperanza se enreda en su pecho—. ¿Todo fue un sueño? ¿Significa que están vivos?—.

Salta de la cama con una energía que no sentía desde hacía tiempo. Corre descalza por el cuarto, bajando las escaleras con el corazón desbordado, y se adentra en un pasillo. Todo parece intacto: las fotos familiares en las paredes, rostros felices que una vez llenaron sus días. Los de sus bisabuelos, abuelos, padres, hermanos... y ella. Un nudo se forma en su garganta al ver esas imágenes de un pasado que se siente tan real y, al mismo tiempo, inalcanzable.

—¡Mamá! ¡Mamá! —grita, con la voz quebrada.

Entra en la cocina y allí la ve. Una figura femenina, de cabello rubio platino oscuro recogido en una trenza, le da la espalda mientras prepara algo. La escena parece casi etérea, como un cuadro pintado por su subconsciente.

—Buenos días, Vera-chan... Hoy te has despertado más tarde de lo habitual —dice la mujer mientras se gira con una sonrisa. Su rostro está iluminado por una calma maternal, sus ojos azules cálidos como el cielo de primavera.

—Mamá... —Vera apenas puede contenerse. Sus piernas se tambalean mientras corre hacia ella y la abraza con fuerza, hundiendo su rostro en el delantal que lleva puesto. Las lágrimas comienzan a brotar como un río imparable—. ¡Mamá! ¡Mamá! Soñé que todos habíais muerto, que me quedaba sola... sola en el mundo—.

Lilith se agacha y la envuelve en un abrazo tan cálido que parece fundir cada pedazo roto de su corazón.

—Shh, mi niña... —susurra mientras acaricia el cabello de Vera con delicadeza—. Todo ya pasó, ¿sí? Mamá está aquí. Estoy tan orgullosa de ti... has crecido tanto, mi pequeña guerrera—.

Vera solloza más fuerte, sus lágrimas empapan el delantal.

—Mamá, no quiero perderte otra vez. Te echo tanto de menos... —gime, agarrándose a su madre como si al soltarla pudiera desvanecerse.

Lilith sonríe, pero sus ojos están cargados de una tristeza que no puede ocultar.

—Te entiendo, mi amor... Yo también te echo de menos, pero siempre estaré contigo, en tus recuerdos, en tu corazón. Prométeme algo, ¿sí? Manda saludos a Kikyo-chan de mi parte. Ella ha cuidado bien de ti, ¿verdad?—.

Vera asiente con dificultad mientras las manos de su madre le acarician las mejillas húmedas.

—Pero, mamá... yo no quiero que solo seas un recuerdo —dice entre sollozos, con la voz rota por el dolor—. ¿Por qué tengo que ser fuerte? Yo solo quiero que vuelvas—.

Lilith la mira con ternura, pero su sonrisa se quiebra.

—Porque eres mi hija, y sé que puedes hacerlo... Pero incluso las guerreras merecen llorar, ¿sí? No te olvides de eso—.

De pronto, una voz grave llama desde el fondo de la casa:

—¡Lilith! —.

El rostro de su madre pierde un poco de color, y suspira suavemente, levantándose mientras limpia sus manos en el delantal.

—Parece que me necesitan, Vera-chan. Pórtate bien, ¿de acuerdo? Y no olvides todo lo que te he dicho—.

—¡No! Mamá, no te vayas... por favor, no te vayas... —Vera intenta aferrarse a ella, pero Lilith comienza a alejarse.

La casa empieza a desvanecerse. Las paredes, los muebles, todo se desmorona como cenizas arrastradas por el viento. Vera corre tras su madre, gritando con desesperación mientras el suelo se convierte en un vacío interminable.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡No te vayas! —sus manos se extienden hacia una figura que ya no está.

—¡Mamá! ¡No me dejes! ¡Mamá! —Vera extiende sus manos con desesperación mientras las lágrimas caen incesantes. Finalmente, despierta con un grito ahogado en la habitación que usa en la residencia Zoldyck. Su llanto desgarrador llena el espacio.

—Mamá... mamá... —balbucea entre sollozos, abrazándose las piernas.

—Vera-chan, ya pasó... —La voz de Kikyo la envuelve. La mujer la abraza con fuerza, peinándole el cabello como Lilith lo hacía.

Vera se deja consolar, pero su cuerpo sigue temblando.

—Soñé con mamá... Mamá vino a buscarme... Echo tanto de menos a mi mamá... —dice entre lágrimas, su voz apenas audible.

Kikyo la sostiene, calmándola con paciencia infinita.

—Yo también la extraño... —susurra Kikyo, su voz cargada de una emoción que rara vez muestra—. Lilith-nee era... lo más parecido a una hermana que tuve.

Vera alza la mirada, sorprendida.

—¿En serio? Pero... tú siempre pareces tan fuerte... —.

Kikyo sonríe, acariciándole el rostro.

—Ser fuerte no significa no llorar. Lilith-nee me enseñó eso. Y ahora quiero enseñártelo a ti. Aunque eso sea lo contrario a lo que se le pide a un miembro de la familia Zoldyck—.

Vera la abraza con fuerza antes de volver a recostarse.

—Mi mamá era muy guapa, ¿verdad? Y tan cariñosa... Pero cuando se enfadaba, daba miedo —dice con una sonrisa ligera mientras cierra los ojos.

—Sí... sobre todo cuando dejabas comida en el plato o no le hacías caso tras repetirlo tres veces —Kikyo ríe suavemente, acariciándole el cabello hasta que Vera finalmente vuelve a quedarse dormida.

Cuando se asegura de que la niña descansa profundamente, Kikyo se levanta, ajusta la manta con cuidado y apaga la luz. Desde la puerta, susurra al aire:

—No te preocupes, Lilith-nee. Vera nunca estará sola... cuidaré de ella, como tú cuidaste de mí, te lo prometo—.

Sale del cuarto con pasos silenciosos.

La cazadora con los ojos de zafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora